Discapacidad y sinhogarismo, dos realidades que se retroalimentan: "Si la familia no existe y no tienen vivienda, se quedan sin apoyo"

  • En España 37.000 viven en situación de sinhogarismo. Más del 20% de ellas tiene discapacidad. 
fotografo: Jorge Paris Hernandez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Personas sin hogar. Mendigos. Sin techo. Mendicidad.
Imagen de archivo de una persona sin hogar
Jorge París
fotografo: Jorge Paris Hernandez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Personas sin hogar. Mendigos. Sin techo. Mendicidad.

En España viven 37.000 personas sin hogar. De ellas, según los últimos datos del INE, algo más de un 20% tienen algún tipo de discapacidad, dato que casi multiplica por tres al de la población general. Sin embargo, según otros estudios, como el llevado a cabo por RAIS Fundación y la ONCE, o las propias organizaciones, esta cifra podría ascender incluso hasta el 30%.  "Creemos que este porcentaje estaría infraestimado porque hay algunas discapacidades que no son tan evidentes, están un poco ocultas. Además, en una situación de exclusión como las que viven las personas en situación de sinhogarismo quedan aún más ocultas", asegura Maribel Ramos, subdirectora de Hogar Sí.

Las causas de que la incidencia de la discapacidad sea tan elevada entre las personas sin hogar pueden ser varias, y faltan estudios que lo aclaren, pero Ramos se atreve a afirmar que son dos realidades que se retroalimentan. Por un lado, convivir con una discapacidad, especialmente si se hace en un entorno de riesgo de exclusión social, es un factor de riesgo para terminar viviendo en la calle. Y por otro, vivir en la calle es un importante factor de riesgo para adquirir una discapacidad que, de tener un techo, no hubiera llegado a producirse, "si en las personas con discapacidad falla el sistema de apoyo familiar y social, es más probable que acaben finalmente en una situación de sinhogarismo. Pero también las situaciones de sinhogarismo acaban impactando en la salud de las personas, ya sea porque la persona acaba desarrollando un problema de salud mental grave, porque se tiene accidentes en la calle o porque es violentada y al final pues acaba teniendo una discapacidad física como consecuencia de una agresión…".

Atendiendo, por tanto, a las necesidades de las personas en situación de sinhogarismo podríamos, según la responsable de Hogar Sí, evitar muchas de estas situaciones, también en ambas direcciones, "si trabajamos y atendemos mejor a las personas con discapacidad, podremos evitar que terminen en una situación de sinhogarismo. Y lo mismo, al contrario, una vez que ya, por desgracia, ha llegado a esta situación, que seamos capaces de ofrecerle una solución adaptada, a las necesidades que genera esa discapacidad", destaca.

El sinhogarismo y el impacto en la salud

Aunque en la relación entre la discapacidad y el sinhogarismo no se sabe muy bien si va antes el huevo o la gallina, hay algo evidente, y es que el sinhogarismo impacta de manera muy directa en los niveles de salud, hasta tal punto que reduce la esperanza de vida nada menos que 30 años con respecto a la población general. Los datos hablan por sí solos, pues como apunta Maribel Ramos, "el 44% tienen una percepción negativa de su salud y el 37 % de ellas tienen el diagnóstico de alguna enfermedad, y esto tiene que ver con las condiciones de vida que tienes cuando estás en la calle, que no son las adecuadas ni para poder cuidar la salud ni para recuperarse de una enfermedad".

El sinhogarismo impacta de manera muy directa en los niveles de salud, reduce la esperanza de vida en 30 años

Además de en la salud general, no tener hogar afecta aún más directamente si cabe en la salud mental, pues "en torno al 60% de las personas en situación de sinhogarismo tienen algún tipo de sintomatología depresiva y un 30% de ellas la tienen moderada o grave. Si no lo atendemos, pueden generar unos problemas de salud mental más graves y, efectivamente, en una discapacidad", recalca.

Entre las discapacidades que más sufren las personas en situación de sinhogarismo, según datos del INE, "12% de ellas tendría una discapacidad física, el 10% una discapacidad psíquica, el 2,6% una discapacidad sensorial y 1,3% discapacidad intelectual. Fundamentalmente estamos hablando de discapacidades físicas y psíquicas", cuenta Maribel Ramos.

Se trata, en más de la mitad de los casos, de discapacidades no reconocidas, lo que dificulta el acceso a los recursos públicos que tienen las personas con discapacidad. Este se debe, principalmente, "a las dificultades de acceso a los procesos de identificación y reconocimiento de una discapacidad, porque para las personas en esta situación, cualquier procedimiento administrativo es aún más complejo. Sin este reconocimiento, los apoyos son más difíciles de conseguir con todo lo que ello conlleva", recuerda.

Hacia un sistema más individualizado, basado en viviendas

Aunque la solución es compleja, desde Hogar Sí creen que un sistema de atención basado en viviendas en lugar de en alojamientos masivos ayudaría, por un lado, a localizar las discapacidades ocultas y, por otro, a atender a estas personas concretamente, "tenemos un sistema de atención al sinhogarismo bastante deficiente, que se basa en soluciones de talla única para todo el mundo y dificulta realizar intervenciones de manera individualizada y con acompañamientos mucho más adaptados a las circunstancias de cada persona". En la actualidad, los profesionales están muy enfocados en cubrir las necesidades más básicas, pero no en atender a las necesidades de cada uno, y mucho menos las de las personas con discapacidad, "cuando trabajamos desde enfoques basados en vivienda, el abordaje es mucho más individualizado y podemos hacer acompañamientos de otro tipo, se puede detectar mejor una discapacidad, ayudarles a iniciar el proceso de reconocimiento de esta discapacidad…", asegura Ramos.

Tenemos un sistema de atención al sinhogarismo bastante deficiente, que dificulta realizar intervenciones de manera individualizada

Por otro lado, también se deberían adaptar los propios sistemas de atención a las personas con discapacidad, que no tienen en cuenta otras realidades, "en el ámbito de la discapacidad, la propia familia juega un rol muy importante en el acompañamiento a las personas. Y eso es genial, pero cuando esa familia no existe, ya sea porque es fuente de conflicto o porque todos han fallecido… y, además, no tienen vivienda, se quedan sin apoyo. Por eso, este abordaje debería cambiar, debería adaptarse a estas situaciones y atenderlas", demanda.

Mientras esto no cambie, desde Hogar Sí tienen establecido un protocolo para atender a estas personas de la manera más individualizada posible, "trabajamos con un enfoque centrado en la persona, que consiste en hacer una exploración de cada una. En cuanto los profesionales que acompañan a estas personas tienen la sospecha de que pueda haber algún grado de discapacidad, se debería activar el proceso, lo más normalizado posible, para la evaluación y reconocimiento de esa discapacidad".

En caso de que la persona necesite apoyo, pero no cuente, por ejemplo, con la discapacidad reconocida suficiente para tener determinados derechos, lo que buscan es ver "qué tipo de adaptaciones tenemos que hacer en nuestra intervención para que podamos acompañar a una persona de acuerdo a sus propias capacidades, que es lo que procuramos hacer con todas las personas, independientemente de que tengan o no discapacidad. En ese sentido nos estamos dejando guiar por Plena Inclusión, con los que valoramos cómo identificar y tratar este tipo de situaciones y que la persona tenga la mejor vida posible", cuenta Maribel.

No podemos resolver el problema trabajando con un modelo de alojamientos colectivos para 200 personas

Sin embargo, ellos siguen pensando que la mejor forma de atender a estas personas, es la de cambiar el actual sistema por uno basado en viviendas, "no hay posibilidad alguna de resolver el problema si seguimos trabajando bajo un modelo de alojamientos colectivos de gran tamaño, para 200 personas, como pasa ahora, donde se mezclan un montón de problemáticas, desde personas con discapacidad, hasta personas con problemas migratorios, otros con adicciones... Pueden existir sistemas de emergencia que den una respuesta rápida a la persona, pero a largo plazo no funcionan, además de que ninguno de nosotros querríamos vivir en unas condiciones".

Sustituirlo por sistemas de atención basados en viviendas de no más de tres personas es, a su modo de ver, no solo más humano y eficaz, sino también más eficiente y económico, "en nuestro entorno europeo ya se hace así porque existe mucha evidencia científica sobre su eficacia y eficiencia. Con este sistema, las personas puedan tomar decisiones, las riendas de su propia vida, les ofrece más expectativas vitales…. Además, entre los perfiles que está recomendado es en el de las personas que tienen algún tipo de discapacidad". Para llevarlo a cabo se necesita, eso sí, la implicación de las administraciones públicas, "necesitamos que lideren una respuesta radical en ese en ese sentido, porque de lo que estamos hablando es que la gente se está muriendo en la calle, algo que no consentiríamos con ningún otro colectivo, porque nadie vive en estas condiciones porque quiere". 

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