OPINIÓN

Lecturas fáciles

Tráiler de la obra de teatro 'Lectura fácil'.
Tráiler de la obra de teatro 'Lectura fácil'.
Tráiler de la obra de teatro 'Lectura fácil'.

En el plazo de dos meses se han estrenado en el Centro Dramático Nacional dos obras en torno a la discapacidad y, en especial, de la femenina. Algo está cambiando de manera muy rápida entre quienes escriben y quienes programan, si bien una de las obras, Lectura fácil, apareció como novela en 2018. Fue uno de los libros del año, un texto premiado que, como su autora, Cristina Morales, provoca, obliga a la reflexión y desmonta parte de las creencias preconcebidas. La otra, Madre de azúcar, escrita y dirigida por Clàudia Cedó, escoge el tema de la maternidad y de la capacitación para ello.

Las lecturas que proponen que la normalidad quizás no sea ni suficiente ni definible nunca son fáciles: perturban de una manera profunda, rozan en heridas como la cordura, la estética aceptada, el concepto de inteligencia, el control social y la supervisión y el poder que se ejerce sobre el diferente. Va más allá de la manida frase de que todos albergamos un monstruo en nuestro interior, porque la definición de lo que es normal o no, de qué es la capacitación o no llega a ella es ajena a nosotros. Una enfermedad, un accidente o un cambio en los criterios pueden incluirnos o dejarnos fuera en cualquier momento.

Estas obras dinamitan el concepto de empatía, de compasión, de integración o incluso de la posibilidad de que los seres humanos podamos entendernos entre nosotros. Saltan sobre las esperanzas de que una enfermedad se cure o se alivie, se adentran en qué significa estar institucionalizada o tutelada y lo exponen en el cuerpo de las actrices, sin escapatoria posible. Recuperan una de las emociones más potentes que el teatro despierta en el espectador: que aquello resulta real, perturbadoramente auténtico, una pregunta alzada en un escenario, una respuesta a un miedo aún no formulado.

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