Hogares, industria y economía: los rehenes en la batalla por limitar el precio del gas que libran la Comisión y los países de la UE
- El 25% de la energía que consumió España en 2021 fue gas, esencial para generar electricidad, para la calefacción y para la industria.
- España y otros 14 países UE vetan el acuerdo de solidaridad con quienes necesiten gas y sobre renovables si se mantiene el tope de 275.
El excesivo precio del gas natural afecta de lleno a los hogares y la industria europea y española y, en general, a toda la economía, al borde de la recesión por la espiral inflacionista que empezó con un encarecimiento de la energía que terminó trasladándose a la producción y compra de cualquier artículo. Para intentar frenarla, el Banco Central Europeo (BCE) ha emprendido una subida de tipos de interés que ya va por el segundo aumento, al que puede que siga un tercero antes de que termine el año. A la postre, el precio del gas también se encuentra en el origen de estas decisiones, no exentas de críticas, que en un contexto de precios altos vienen a empeorar la situación económica de millones de hogares subiendo las hipotecas.
En resumen, este es el terreno sobre el que se libra la "batalla", en palabras de Teresa Ribera, por poner un tope al precio de la UE que está dispuesta a pagar por el gas natural que importa, que es todo el que consume. No está previsto un acuerdo en el Consejo extraordinario de Energía de este jueves por el rechazo de la mayoría de Estados miembros a la propuesta de la Comisión de no activar el mecanismo para limitar el precio hasta que alcance los 275 euros MWh durante 15 días. Este elevadísimo umbral -casi seis veces superior a lo que solía ser normal antes de que empezara la guerra energética de Rusia en la UE a cuenta de Ucrania- solo se alcanzó unos días en agosto, cuando un gas instalado sobre el umbral de los 200 euros no tuvo que llegar a este límite para dañar la economía europea.
"Si durante 15 días superamos el precio, Europa tiene un problema muy serio, no hace falta que haga nada porque sería tan serio que no podría recuperarse de ese shock", advertía la vicepresidenta tercera a su llegada al Consejo, donde ha hecho causa común con otros 14 ministros para bloquear la aprobación de otras dos regulaciones previstas hasta que la Comisión modifique su propuesta para hacer efectivo el límite al precio del gas que afecta a hogares, industria y toda la economía en general.
El gas, recurso esencial
La UE tiene la firme disposición de acelerar la implantación de energías renovables pero el gas natural sigue siendo un recurso esencial para generar electricidad y sobre todo para usos como el transporte o el industrial donde no basta con la energía solar o la fotovoltaica. Hasta que logre electrificar o desarrollar el hidrógeno verde o la tecnología verde que haga funcionar a estos sectores, la UE y dentro de ella España tienen que seguir comprando gas natural a los países productores, fuera de su territorio, y pagándolo a los precios que pone el mercado. Los países a favor de poner un límite argumentan que sin él, la UE envía la señal de que está dispuesta a pagar lo que le pidan.
Según un informe de APPA Renovables, en 2021 la dependencia de la UE del gas natural representó un 25% de la energía primaria -sin transformar- que consumió. En el caso de España fue el 25,1%, un 5,2% más que el año anterior. La necesidad del gas se refleja también si se tiene en cuenta qué fuentes de energía se utilizaron una vez transformadas. En España en 2021 el 48% fueron productos petrolíferos, el 24,3% fue electricidad (de origen renovable o fósil, es decir gas) y un 18,1% solo de gas, principalmente buena medida para la calefacción y la industria.
Además, el 46% de esa electricidad se generó con renovable, pero un 10% salió de las centrales de ciclo combinado, que funcionan con gas natural.
Losa para la industria
El elevado precio del gas supone una losa para la industria, que ha visto cómo sus costes de producción se han ido incrementando a medida que se encarecía. Es este sector el que se refleja en buen a medida en el consumo de este 18,1% de gas y el momento más crítico se vivió este verano, cuando algunas fábricas optaron por parar la producción porque no compensaba asumir costes tan elevados en energía.
Para aliviar su situación, el Gobierno accedió por fin en septiembre a incluir a la industria electrointensiva en el mecanismo ibérico, el límite al precio de la luz que, sin embargo, también se ve penalizado y ve disminuidos sus efectos cuanto más alto es el precio del gas.
Factura de la luz más cara
Precisamente la 'excepción ibérica' que entró en vigor en junio permitió a los hogares de España y Portugal ponerse parcialmente a cubierto de los embates del alto precio de la energía, pero eso no significa que no les afecte el precio de gas. Al contrario, cuanto más caro es, menos efecto tiene el mecanismo ibérico en las facturas de la luz.
La 'excepción ibérica' logró desacoplar el precio del gas del de la luz, porque gracias a ella el resto de tecnologías -mucho más baratas- se pagan a una media de 48 euros el MWh y no, por ejemplo, a 200 euros si eso es lo que se paga por el gas.
Sin embargo, el gas sí sigue pagándose a su precio real en el mercado, mediante la famosa "compensación" o "ajuste", que por momentos encareció la luz casi como si no se le hubiera puesto un límite a su precio.
Calefacción ante el invierno
Además de esto, el gas que utiliza España como energía final (un 18,1% del total en 2021) se emplea en calefacción.
En las últimas semanas, los consumidores españoles han saturado las compañías de energía para cambiar su tarifa a una regulada por el Gobierno, más barata pero que también se fija en función del precio del gas en el mercado. Lo mismo sucede con la tarifa regulada, la nueva TUR 4, que se ha creado para que puedan acogerse a ella las comunidades de vecinos con calefacción central.
Que haya o no un tope al precio del gas en las próximas semanas también afectará a lo que gastaremos en encender los radiadores este invierno.