Entrevista

Álber Vázquez: "Pizarro era testarudo hasta el desvarío y esa fue su mejor arma en la conquista del Perú"

Oleo de Juan B. Lepiani que muestra captura de Atahualpa en Cajamarca, en la conquista española del imperio inca en 1532. Es obra de Juan Lepiani (1920-1927).
Oleo de Juan B. Lepiani que muestra captura de Atahualpa en Cajamarca, en la conquista española del imperio inca en 1532. Es obra de Juan Lepiani (1920-1927).
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Oleo de Juan B. Lepiani que muestra captura de Atahualpa en Cajamarca, en la conquista española del imperio inca en 1532. Es obra de Juan Lepiani (1920-1927).

"¿Cuántos países pueden afirmar que han mantenido una guerra civil fuera de su territorio nacional? Muy pocos. Lo que sucede en el Perú del siglo XVI es cien por cien español", asegura Álber Vázquez (Rentería, 1969) cuando habla de la conquista del imperio Inca por Francisco Pizarro y el posterior y sangriento conflicto que tuvieron aquellos españoles en aquellas tierras.

Este escritor vasco, uno de los pioneros en rescatar las aventuras de los españoles en la Norteamérica española del siglo XVIII, lleva años dedicado a rescatar literariamente la aventura de la presencia española en América. Por su manos han pasado Juan de Oñate, los dragones de Cuera, Blas de Lezo o Núñez de Balboa, y ahora le toca a los pendencieros conquistadores del Perú. Lo hace en Pizarro y la conquista del imperio Inca (Esfera de los Libros, 2022).

"Y cómo, tras conseguirlo, decidieron matarse entre ellos…" La historia de Pizarro y la conquista del Perú, junto a la gran gesta militar, siempre lleva un componente guerra civilista importante que usted ha retratado. ¿Esa marca de Caín es muy española?Sin la menor duda. ¿Cuántos países pueden afirmar que han mantenido una guerra civil fuera de su territorio nacional? Pues pocos, muy pocos, diría yo. Lo que sucede en el Perú del siglo XVI, justo después de la conquista del territorio, es cien por cien español: como una parte no se queda conforme con lo que le toca, la emprende a golpes contra la otra. Batallan en campo abierto y se matan. Es una situación trágica, pero su desarrollo no puede ser más propio de una forma de ser y de pensar, que, para bien o para mal, es la nuestra.

Pizarro, frente a por ejemplo Cortés, siempre ha tenido una fama mucho más oscura, más negra, quizá porque no tuvo mucho interés en cultivar su imagen, ¿es justa esa mirada?Cortés es inteligente y seductor. Pizarro es todo lo contrario. Pizarro es un hombre testarudo hasta el desvarío y de esa característica hace su mejor arma. La conquista del Perú es un proceso larguísimo que supone, para los españoles, enormes sacrificios. Lo que se sufre en el Perú no se sufre en ninguna parte. Pero Pizarro decide seguir pese a quien pese. En Cortés, esa forma de actuar se halla ausente.
También añado una cosa: Cortés tiene a sus hombres en permanente revuelta; Pizarro no. A Pizarro, lo siguen incondicionalmente porque da el perfil de líder sólido e inquebrantable. Era bruto y cejijunto, pero con los suyos iba a muerte.

Tanto Hernán Cortés como Francisco Pizarro se mueven por dinero. Van a por oro, y quien diga que esto no es así, miente o se equivoca

Me parece interesante cómo destaca en la novela el componente del oro y de la querencia por el dinero de los protagonistas, parece que algo natural por las formas y los protagonistas de aquella conquista, pero que todavía a muchos, en el siglo XXI, les cuesta aceptar…Tanto Hernán Cortés como Francisco Pizarro se mueven por dinero. Van a por oro, y quien diga que esto no es así, miente o se equivoca. El impulso de la conquista de América es la búsqueda de fama y fortuna, pero sobre todo de fortuna. Los conquistadores son hombres que responden al modelo medieval de caballero: son capaces de afrontar increíbles sacrificios para así no tener que trabajar nunca más.
El resto de valores que España aporta a América, la forma en la que llevan e imponen las bondades de la civilización más poderosa y avanzada del siglo XVI, todo eso, llega algo después, una vez que los conquistadores han finalizado su labor.

Hay en su novela una protagonista, Isabel de Ibarra, ¿fue real o está basada en algún personaje histórico?Es un personaje ficticio que sirve para concretar y desarrollar algo que hacen los conquistadores y que para mí es muy importante: fabricar dinero y, por lo tanto, trasladar valor de un sitio a otro. Los españoles llevan un cuño y con él acuñan moneda. Esa moneda posee un valor concreto que, además, se puede transportar fácilmente, lo cual genera comercio. En la novela explico, por ejemplo, cómo el exceso de dinero acuñado provoca inflación: tenían mucho dinero pero había pocos bienes disponibles para ser adquiridos con ese dinero, por lo tanto, el precio de dichos bienes se incrementaba.

Me resulta esta novela, quizá también junto con Poniente, novelas históricas más clásicas, donde mantiene parte de su estilo y esencia como autor, pero alejadas de una cierta libertad que notaba en sus novelas sobre las batallas contra los apaches en Norteamérica o sobre Blas de Lezo, ¿coincide?Es una cuestión de tamaño. Las dos novelas que menciona tienen más de setecientas páginas y eso requiere cierta contención en el estilo. Al lector hay que darle tregua, si queremos que no se despegue del libro.

El escritor Álber Vázquez
El escritor Álber Vázquez
EVA ACHA / CEDIDA POR LA ESFERA

También parece que en sus tres últimas novelas ha entrado en el canon del género histórico en extensión… ¿lo demandaban las historias o el autor?Yo creo que las historias lo demandaban. De hecho, esta última novela pasaba de las mil páginas en su versión original. Decidimos recortarla para hacerla más manejable. Puede parecer una tontería, pero leer un libro que pesa más de un kilo cansa. Cansa físicamente, porque los dedos se resienten. Por no hablar de lo complicado que es viajar en metro o salir a la calle con una novela muy voluminosa.

Creo que quienes sostienen que los españoles del siglo XVI no fueron ángeles disfrutarían con mis novelas: yo no lo afirmo en ningún momento. Eso sí, tampoco los crucifico, salvo que, claro, hagamos lo mismo con los romanos, los vikingos o los piratas del Caribe.

En este siglo XXI, ¿escribir sobre la conquista de América es complicado?Sí, claro. Trabajo en sentido contrario al que trae la corriente. También digo que me da igual. Yo sé que quiero hacer esto y lo hago. Pero es que, además, creo que quienes sostienen que los españoles del siglo XVI no fueron ángeles disfrutarían con mis novelas: yo no lo afirmo en ningún momento. Eso sí, tampoco los crucifico, salvo que, claro, hagamos lo mismo con los romanos, los vikingos o los piratas del Caribe.

¿Su novela gustará al otro lado del Atlántico?El otro lado del Atlántico es muy amplio y hay de todo. Por supuesto, a los que derriban las estatuas de los conquistadores no creo que mis novelas vayan a volverlos locos. Pues qué le vamos a hacer... Lo más triste de todo esto es que mis novelas se juzgan... sin leerlas. Es decir, quienes me censuran (y me censuran con una dureza impresionante) no se han leído ni dos páginas. Las atacan desde el prejuicio, desde la idea preconcebida. De esta forma, mi pecado no es escribir bien o mal, sino simplemente escribir. Ante eso, yo me planto.

No puede ser que los españoles del siglo XVI carguen con todas las culpas del mundo

¿Es posible escribir una novela histórica sobre este tema que contente a todos? ¿Es deseable?Mi trabajo como novelista es literario. Yo quiero contar buenas historias que dejen contentos a los lectores porque han disfrutado con esas historias. Ya está, no acepto más condicionantes. Salvo, como he dicho antes, si dichos condicionantes se establecen universalmente, y los legionarios romanos son censurados por imperialistas o los vikingos por ladrones y violadores. No puede ser que los españoles del siglo XVI carguen con todas las culpas del mundo. Y, sobre todo, no puede ser que carguen con más culpas de las que realmente les son adjudicables.

Y tras Núñez de Balboa, Juan de Oñate, Pizarro… ¿el siguiente de su lista de conquistas novelescas será Cortés?Parece obligado, ¿no?

Portadista y Redactor '20minutos'

Soy periodista en 20minutos y escritor. Además de mi trabajo en la sección de Última Hora, en este periódico llevo también el blog de narrativas históricas XX Siglos, por el que resulté merecedor del galardón honorífico de los X premios de Literatura Histórica Hislibris (2020). Soy jurado del premio de novela histórica Ciudad de Úbeda desde 2016. He publicado dos novelas: 'El contratista' (Roca Editorial) y 'Los últimos días del imperio celeste' (Roca Editorial).

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