Hace más de nueve meses que Ucrania combate la invasión de las tropas del Kremlin y, para hacerlo, se ha visto obligada a desarrollar técnicas imaginativas para despistar a los soldados rusos. En esta línea, han impreso en papel imágenes gigantes de edificios destrozados, como hangares, para camuflar sus bases áereas.

Así lo recoge un análisis de la invasión realizado por el Royal United Services Institute (RUSI) del que se hace eco The Mirror, que señala que el Ejército ruso también ha malgastado munición en objetivos falsos, como lanzadores de cohetes Himars ficticios construidos en Estados Unidos.

Imprimir objetivos ya alcanzados sirve de camuflaje a las verdaderas instalaciones, ya que hace creer a los atacantes que el lugar ya ha sido destruido.

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Otro de las grandes dificultades que ha penalizado a las tropas de Moscú es el fuego amigo, pues la artillería del Kremlin ha alcanzado objetivos de su propio bando, según el análisis. "Los ataques fratricidas han sido un problema generalizado para las fuerzas rusas durante la invasión de Ucrania", concluye.

Además, las fuerzas de Vladímir Putin han estado utilizando mapas desfasados, lo que los ha llevado a deambular por determinadas zonas y ha facilitado el engaño por parte de los ucranianos.

La situación, afirma el informe, desconcertó a Rusia, pues no entendía cómo los pilotos ucranianos podían volar con sus hangares destruidos, y se plantearon si habían trasladado sus aviones bajo tierra a complejas bases aéreas subterráneas.

Sobre las razones para explicar el paupérrimo desempeño de Rusia en el campo de batalla, el estudio apunta a los problemas de mando y el hecho de que las tropas cometan los mismos errores una y otra vez.