Miguel Ángel Aguilar Cronista parlamentario
OPINIÓN

¿Un valiente en Moncloa?

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, saluda a su llegada a un acto de apoyo al candidato socialista Jaume Collboni en Barcelona.
El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, saluda a su llegada a un acto de apoyo al candidato socialista Jaume Collboni en Barcelona.
Alejandro García / EFE
El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, saluda a su llegada a un acto de apoyo al candidato socialista Jaume Collboni en Barcelona.
¿PREGUNTAR OFENDE? por Miguel Ángel Aguilar

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se subió al Falcon para distanciarse de Moncloa y aparecer en un mitin de arrope al candidato a la Alcaldía de Barcelona ante unos 2.000 entusiastas mal contados, suficientes para que el panegirista de guardia dijera que se había dado un baño de masas. Pero ya hubiera querido Sánchez que ese encuentro hubiera sido tan multitudinario como el que permitió a Joan Manuel Serrat poner el cartel de "no hay billetes" en el Palacio de los Deportes, donde 13.000 personas durante dos horas y media le siguieron dóciles, como las fieras al domador en el circo. Sánchez se sintió bienquerido, se gustó y quiso adornarse de forma muy torera, diciendo del cambio que impulsa en el Código Penal respecto de los delitos de sedición y malversación de votación inminente que "hemos decidido rescatar a Cataluña de la crispación y la confrontación para devolverla a la convivencia y la concordia". ¿Hay quién dé más?

Enseguida, buscando comparecer como un valiente, tout de suite, Sánchez añadió: "Yo sé que son decisiones arriesgadas, pero no hay otro camino". Momento en el que nos induce al desconcierto porque la asunción de riesgos, propia de la valentía, deja de puntuar cuando el valiente se desmiente a sí mismo, reconociendo que ningún otro camino tenía disponible. Porque, una de dos, o recurriendo a nuestro libre albedrío nos hemos atrevido con nobleza a elegir el riesgo, en aras de honrar nuestros compromisos, o nos confesamos sin ambages esclavos del que calificamos como único camino disponible, en cuyo caso queda descartado que atados a esa esclavitud quepa reclamar en nuestro favor mérito alguno, ni tampoco hacer exhibición de valentía. Los riesgos en que pretende haber incurrido Sánchez son indetectables, pero los que de sus acciones derivan para el público de a pie se averiguan desproporcionados.

Regresaríamos a la ley de la selva, donde los conflictos se resuelven en favor del que maneje el garrote más grande

Advirtamos que del sónar han desaparecido algunos lemas reiterados cuando se buscaban tres pies a la ‘mesa de diálogo’ de Moncloa y Sánchez nos machacaba, cada día, repitiendo que el primer diálogo tenía que celebrarse en Cataluña y entre los catalanes. De modo que, a la manera en que proceden los investigadores en las Ciencias Físicas, acaba quedando bien establecido que "todo sucede como si" hubiéramos aceptado las premisas de los independentistas, a tenor de las cuales hay un sole peuple, el que milita en el nacionalismo independentista y quienes acampan extramuros de ese perímetro vienen a ser escoria molesta, a la que se prodiga tratamiento de residuos sólidos a reconvertir o situar en la irrelevancia. La famosa desinflamación ya se ha visto en qué ha quedado bajo la insaciabilidad de los rufianes y afines asimilables, que discuten en un garaje por el reparto del botín, pero huyen juntos en el mismo coche al oír la sirena de la policía. En cuanto a la pretensión de desjudicializar la política sepamos que, al renunciar a los tribunales para dirimir las diferencias, regresaríamos a la ley de la selva, donde los conflictos se resuelven en favor del que maneje el garrote más grande.

Mientras, el lema de Patxi López, portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso de los Diputados, parece atenerse a devolvernos a la maldición de los bares de copas según la cual "si nos dijeran la verdad, mentirían". Estamos ante un campeón con probada capacidad para negar con rotundidad por la mañana lo que el Gobierno le hace presentar como proposición de ley esa misma tarde. Continuará. 

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