OPINIÓN

Por qué no volveré a votar a Pedro Sánchez

Pedro Sánchez, este sábado en Valencia.
Pedro Sánchez, en un acto en Valencia.
EFE
Pedro Sánchez, este sábado en Valencia.

Soy de los que votaron a Pedro Sánchez para que llegara a la presidencia del Gobierno. Me empezó a ganar al convertirse en una especie de Conde de Montecristo del PSOE, aunque lo que de verdad me llevó a meter la papeleta con su nombre en la urna fue el discurso anticorrupción contra el PP. Luego llegó la coalición con Podemos y me eché a temblar.

Sánchez había asegurado en campaña que si se juntaba con Iglesias sería un presidente que no dormiría tranquilo. Al final, quienes no pegan ojo son las víctimas de la ley del ‘solo sí es sí’ de Podemos. También repitió "cinco y veinte veces" que con Bildu, con quien ahora cierra acuerdos, no pactaría. Los principios que demostraba antes de instalarse en Moncloa se le han ido olvidando hasta el punto de que, más que presidente de todos los españoles, parece militante de los partidos de sus socios.

La movida del Tribunal Constitucional está silenciando la estrategia de negociar Presupuestos a cambio de rebajar el delito de malversación. Lo hace el mismo Sánchez que echó al presidente del PP porque su partido (que no Rajoy) se había lucrado con dinero público. Es la cima de la montaña de errores que ha tenido desde la presidencia, siempre con la excusa de que no le queda otro remedio porque viene el lobo de la ultraderecha. Al final, con su falta de respeto a las instituciones, Sánchez se está convirtiendo en el lobo.

La unión que más sentido tiene es la que hace que todos se lleven las manos a la cabeza: un pacto entre PSOE y PP

Encima, no tiene voces críticas entre sus votantes porque en este país el lado político se lleva en la sangre y ni muerto se reconoce que los tuyos lo están haciendo mal. La realidad es que la ideología puede ser de lo más laxa, que hasta se ha conseguido que el nacionalismo elitista parezca muy de izquierdas. Y la realidad también es que se equivocan las dos partes, derecha e izquierda.

Si algo ha demostrado el pulso al Constitucional es que, de un lado y otro, son todos iguales. Menos los extremos de ambos lados, que son peores. Pactar con ellos para tener el poder ha llevado a una rotura política cada vez mayor con sesiones en el Congreso que acaban a gritos sin que nadie se escuche. Por eso a mí siempre me parece que la unión que más sentido tiene es la que hace que todos se lleven las manos a la cabeza: un pacto entre PSOE y PP.

Igual sus votantes lo considerarían una traición porque esto va de demostrar que los otros son los malos y no de buscar los anclajes, justo como hicieron en la Transición todos los partidos. Sánchez mete la pata diciendo que la Constitución la hicieron solos porque la derecha estaba a otra cosa, que el 78 estaban todos a lo mismo: encontrar un proyecto de gobierno común. Ser presidente no va de beneficiar a las élites con indultos y rebajas de delitos para mantenerse en la poltrona, sino de buscar la convivencia de la sociedad plural. Justo lo que Sánchez prometía antes de ser presidente. 

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