Echar

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha regañado este jueves a una estudiante de Periodismo de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) después de que ésta le preguntara sobre la evolución de su vestimenta en su carrera política, lo que ha ocasionado que la alumna acabara llorando por la respuesta que le ha dado.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en una imagen de archivo.
20minutos
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha regañado este jueves a una estudiante de Periodismo de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) después de que ésta le preguntara sobre la evolución de su vestimenta en su carrera política, lo que ha ocasionado que la alumna acabara llorando por la respuesta que le ha dado.

Estos días ha sido tan exagerado el guirigay de las togas que de nuevo cobra vida la vieja canción revolucionaria que decía: "negras tormentas agitan los aires, nubes oscuras nos impiden ver". Sí, las nubes están ahí ofuscando al personal. En la actualidad, no hay espacio político que esté libre de palabras gruesas, sobreactuaciones e insultos.

El mal humor parece haberse cronificado en la política a la espera de los idus de mayo. Si exceptuamos al PP, casi todos los partidos han publicitado ya sus candidatos para las elecciones municipales. Algunos lo han hecho con ira, subiendo decibelios, buscando la lucha cuerpo a cuerpo.

Visto lo cual comienzo a inquietarme. Ingenuo de mi esperaba una campaña útil para contrastar ideas, proyectos y programas, pero me temo que no va a ser posible. Anna Grau, la candidata de Ciudadanos, se ha estrenado diciendo que su prioridad es ‘echar a Colau’. Xavier Trias también ha abierto fuego a discreción contra la alcaldesa. Busca una polarización que ella acepta gozosa. A ambos les interesa.

Otras candidaturas minoritarias y sin programa se vertebran tan solo sobre la negación. Mal comienzo, demasiada crispación, maquiavelismo y malas prácticas. Los pueblos y ciudades de nuestro país necesitan candidatos capaces de tender puentes. Vencedores dispuestos a llegar a acuerdos, a pactar proyectos de ciudad sin anatemizar ni excluir a nadie.

O desterramos el ‘contra’ y el ‘echar a’, o nuestras ciudades nunca tejerán los compromisos estratégicos necesarios.

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