Joan Ferran Historiador y articulista
OPINIÓN

La última queja

Pasajeros con mascarilla en el metro de Barcelona este lunes 16 de marzo.
Pasajeros con mascarilla en el metro de Barcelona.
EFE
Pasajeros con mascarilla en el metro de Barcelona este lunes 16 de marzo.

Permítanme una queja. Les prometo que esta será la última queja del año. No en vano, un conocido filósofo alemán solía decir que el mero hecho de quejarse da a la vida de los débiles un aliciente que la hace soportable. Otro pensador, en este caso italiano, aseguraba que quejarse es el pasatiempo que ocupa a los incapaces. 

A pesar de esas consideraciones tan poco estimulantes, he decidido plasmar en este artículo una queja que seguramente muchos lectores compartirán. 

Uso el transporte público para desplazarme de un lugar a otro de la metrópoli. Cumplo escrupulosamente las recomendaciones que, de forma insistente y reiterada, repiten en tres idiomas los altavoces de metro y autobús. Ajusto mi mascarilla, la coloco como es debido cubriendo nariz y boca. 

Con perplejidad, no exenta de una cierta indignación, observo que un buen número de pasajeros no cumple con las recomendaciones de las autoridades sanitarias. Me quejo de ello y, lejos de sentirme incapaz, me embarga una extraña sensación de impotencia. ¿Qué hacer? ¿Acaso estamos ya todos inmunizados? 

Las noticias de la mañana daban cuenta del aumento de ingresos en los hospitales españoles a causa de afecciones respiratorias. También informaban con detalle de la preocupante reaparición de la pandemia en China. 

No me considero un hipocondríaco ni tampoco un cascarrabias, ahora bien, alguien debería poner orden, marcar criterio y procurar que las normas se cumplan. Tengo más quejas, pero mejor dejarlas para 2023. ¡Feliz Año!

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