Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Telecinco y cuando no te vas a tiempo de una fiesta

Telecinco de "fiesta"
Telecinco de "fiesta"
Mediaset
Telecinco de "fiesta"

De una fiesta siempre hay que irse antes de que se acabe. Antes de que se empiecen a repetir las canciones y, sobre todo, antes de ese momento en el que se encienden todas las luces técnicas y se ve con pasmosa claridad la suciedad del local. Esas paredes con gotelé, esas bebidas desparramadas por el suelo, esas manchas en el tapizado de los sillones, ese glamour desconchado que disimulaba el trampantojo de los focos de colores.

A Telecinco le sucede algo parecido que a una discoteca cuando amanece. La cadena sigue bailando en aquellas canciones que tanto le funcionaron en una larga época dorada pero sin percatarse del todo que el público llevaba rato buscando espacios más amplios, más ventilados, con una selección más amplia de músicas y con grietas más disimuladas.

Aunque es difícil romper con una playlist si tus propios intérpretes han interiorizado que para motivar la fiesta de las audiencias necesitan replicar la misma composición de polémicas, critiqueos y gritos. Un estribillo que ya ha saturado a una audiencia que le sigue tirando el morbo, pero intenta encontrar más diversidad de contenidos. Incluso en el debate perpetuo que protagoniza tantas horas de televisión. Ya no valen 'Mujeres y hombres y viceversa', la gente elige personas con el carisma y bagaje suficiente para aportar mordacidad y/o espíritu crítico con más recorrido a los comentarios que sustentan aspirantes a famosos.  Más Jorges Javieres Vázquez, menos polemismas.

Sin embargo, en esta resacosa fiesta se continúa vendiendo como sabios referentes a personas sin capacidad de narración, sin recorrido vital y profesional, sólo sustentados por una popularidad de una fama tan efímera como descreída. Una chica que pasó sin demasiada ropa por detrás de una webcam, una chico popular por sus mentiras, una miss modelo actriz reportera que no quería ser personaje, un guardia civil que se viralizó por guapo... Y a la hora de hablar, imitan. Normal, pocas veces están versados en lo que hablan, así que se quedan en el cliché retro. 

Ante tantas horas de emisión, este menguante imaginario de personajes no atrae el interés de públicos más transversales. Ese tipo de audiencia que no es fan de las tripas del canal y demanda discursos más elaborados y que aporten algo de reflexión más allá de las amortizadas polémicas de aquella generación 'ni-ni' adicta a los realities de encierro. Generación que ya, por cierto, ni es 'ni-ni' ni quiere quedarse confinada. 

A la vez, determinados colaboradores de credibilidad escasa espantan a prescriptores más estimulantes, que no quieren verse asociados a según qué hábitos de enjuiciamientos rancios. Entre tanto, la cadena necesita seguir bailando y va probando nuevas coreografías, pero el ambiente se mantiene asfixiante porque no se puede ventilar bien el local si en la reforma se utiliza el mismo cemento con el que ya se tapiaron todas las ventanas.

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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