Internacional

Dos meses de campamentos y grupos de Whatsapp organizando todo desde el 5 de enero: así se ha gestado el asalto bolsonarista

Campamentos organizados desde hace más dos meses, llamadas a militares frente a cuarteles generales en las últimas semanas y grupos de WhatsApp muy activos desde el 5 de enero. Así han ido gestando y organizando miles de bolsonaristas el asalto a las sedes de los tres poderes de Brasil este 8 de enero, que quedará para la historia negra del país.

Miles de seguidores del expresidente brasileño Jair Bolsonaro han culminado este domingo el asalto a las instituciones que llevaban más de dos meses reclamando en las calles. La monitorización de hasta 17.000 grupos de Whatsapp, informa O Globo, ha servido para comprobar cómo las llamadas al asalto a través de grupos organizados comenzaron a intensificarse desde el 5 de enero hasta llegar a este domingo, cuando las sedes del Congreso, de la Presidencia y del Tribunal Supremo han sido asaltados por quienes piden una intervención militar y la deposición de un líder, Luiz Inácio Lula da Silva, cuya legitimidad no reconocen.

Este domingo, miles de radicales viajaron en autobús desde otros puntos del país para sumarse a las concentraciones que alentaban un golpe de Estado. Los manifestantes, vestidos con banderas de Brasil y camisetas con los colores verde y amarillo, se dirigieron al centro de Brasilia a media tarde y pasaron sin inconvenientes por un pequeño cerco policial montado en la Explanada de los Ministerios.

Se dirigieron al Congreso Nacional y a continuación, al Tribunal Supremo y al palacio presidencial de Planalto, todos ellos ubicados en torno a la plaza de los Tres Poderes. Ante la inacción de la Policía capitalina, quebraron los vidrios de los edificios de palacios, considerados patrimonio de la Humanidad, y los invadieron causando destrozos en su interior.

El silencio de Bolsonaro y el inicio de las protestas

El caldo de cultivo de lo que ha acontecido este domingo deriva del pasado proceso electoral, cuando Bolsonaro y Lula se enfrentaron a dos vueltas por una Presidencia que el primero de ellos entendía que sólo podía ser suya. Así, agitó sin pruebas sospechas de fraude electoral y guardó un inédito silencio cuando cerraron los colegios el 30 de octubre y las urnas no le dieron la razón.

Hubo menos de dos puntos de diferencia entre ambos candidatos y el mandatario saliente obtuvo 58,2 millones de votos, más de los logrados cuatro años antes, lo que daba cuenta de hasta qué punto seguía siendo un dirigente popular entre un amplio sector de votantes; bien por convencimiento de sus dogmas ultraconservadores o por animadversión hacia Lula y todo lo que representa el Partido de los Trabajadores (PT).

El silencio de Bolsonaro tras el cierre de los colegios electorales dio pie a una ola de protestas marcadas por el bloqueo de carreteras. Pasaron varios días hasta que el presidente saliente se comprometió a iniciar la transición, aunque lo hizo con la boca pequeña y sin reconocer abiertamente que había sido derrotado (sigue sin hacerlo a día de hoy).

Lula prometió que en los primeros compases de su mandato tomaría medidas contra quienes siguen negándose a reconocer su victoria, en un momento en que grupos de bolsonaristas seguían reclamando frente a los cuarteles una potencial intervención de las Fuerzas Armadas. También se han llevado a cabo operaciones para desarticular supuestos planes violentos.

Bolsonaro sale de Brasil

El propio Bolsonaro salió del país antes del cambio de mando el 1 de enero, en un desplante que medios de comunicación locales atribuyeron al posible temor a una posible medida contra él. Viajó rodeado de asesores a Florida, donde continúa a día de hoy, y no ha dado muestras de volver a corto plazo.

La elección de Florida como destino ocasional no parecía casual, habida cuenta de que es allí donde tiene su mansión su amigo y aliado político Donald Trump. Ahora, las similitudes entre los discursos de Bolsonaro y Trump suben un nuevo nivel, ya que son seguidores de ambos líderes los que han protagonizado sendos ataques al Congreso con dos años de diferencia.

Si el 6 de enero de 2021 cientos de trumpistas irrumpieron en el Capitolio para cuestionar la victoria electoral del demócrata Joe Biden, este 8 de enero de 2023 han sido los bolsonaristas quienes han intentando tomarse la justicia política por su mano, aunque en este caso con ataques coordinados contra otras instituciones en Brasilia.

Como entonces, también ha habido silencio por parte del principal instigador de estas movilizaciones, bien por acción o por omisión. Bolsonaro sí intentó desmarcarse antes de irse de Brasil de complots terroristas atribuidos a algunos simpatizantes radicales, pero también criticó que se quisiera demonizar a su base política. Fueron sus últimas declaraciones, pronunciadas el 30 de diciembre y por Internet.

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