El paro juvenil, un 'viejo' problema: la temporalidad y las deficiencias en educación lastran a España a la peor posición de Europa

Alumnos del centro de Formación Profesional Elorrieta-Erreka Mari de Bilbao.
Alumnos del centro de Formación Profesional Elorrieta-Erreka Mari de Bilbao (archivo).
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Alumnos del centro de Formación Profesional Elorrieta-Erreka Mari de Bilbao.

Buscar trabajo es para los jóvenes una ardua tarea en España. Según los datos publicados este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de paro juvenil cayó al término de 2022 hasta el 29,26%, el dato más bajo a cierre de un ejercicio desde 2008. Aun así, el año acabó con 11.600 jóvenes desempleados más que en 2021, así como con una intensa caída del empleo entre los menores de 25 años. Entre octubre y diciembre, el número de ocupados en España se redujo en 81.900 personas, de las cuales 79.200 fueron jóvenes. "Los últimos en entrar son los primeros en salir", señala el economista Antoni Cunyat, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Pese a la mejora, la tasa de paro juvenil se mantiene muy por encima del dato general, que la última Encuesta de Población Activa (EPA) sitúa en un 12,87%. "España tiene un gravísimo problema de paro estructural y un gravísimo problema de paro estructural juvenil", reconocía a principios de mes la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. De acuerdo con los últimos datos publicados por Eurostat, la tasa de paro juvenil española es la más elevada de Europa. En noviembre, último mes del que hay datos armonizados disponibles, la oficina estadística europea situó la tasa española en un 32,3%, duplicando la media del 15% de la Unión Europea.

Según los datos de Eurostat, uno de cada cinco jóvenes europeos en paro es español. Entre las grandes economías europeas, la tasa de paro juvenil se situó en noviembre en el 23% en Italia, en en el 18,3% en Francia y en el 5,8% en Alemania. Junto a España, solo Grecia superó la barrera del 30%. Y es que el peor dato suele disputarse entre ambos países mediterráneos. El problema de España no es nuevo, por tanto. Detrás de estas cifras los expertos coinciden en señalar las deficiencias del sistema educativo y la alta temporalidad a la que tradicionalmente han estado ligados los empleos juvenil. "Estructuralmente la economía española tiene una tasa de paro más alta que la media europea y la tasa de paro juvenil no es una excepción", señala Cunyat, profesor también de la Universitat de València.

En concreto, un problema del que se resiente el empleo juvenil y que se refleja en el paro es la elevada tasa de temporalidad que, según el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE), en el primer semestre de 2022 alcanzaba el 60% entre los menores de 25. Esa temporalidad va ligada a una mayor vulnerabilidad. "Los contratos temporales fueron los primeros que cayeron en la pandemia", ejemplifica el vicepresidente del CJE, Antonio Báez, que añade que también la experiencia demanda por las empresas perjudica a los más jóvenes. 

La evolución del paro juvenil refleja claramente el efecto de las crisis. En la pandemia, según los datos del INE, la tasa pasó de un 32,99% en el primer trimestre de 2020 a un 40,45% en el tercero. Del mismo modo, la crisis de 2008 disparó la tasa de desempleo entre menores de 25 años por encima del 55% a principios de 2013, un pico que se ha ido corrigiendo, aunque no se ha conseguido devolverla por debajo del 25%, como ocurría antes de 2008. No obstante, la reforma laboral de 2022 sí ha contribuido a reducir la temporalidad. En el último trimestre de 2021, el 69% de los jóvenes asalariados contaban con contratos temporales, una proporción que se redujo a cerca del 50% a finales del año pasado.

Formar a los futuros trabajadores

El otro gran lastre del paro juvenil está ligado a la formación, donde existe una doble problemática. Por un lado, el abandono temprano de la educación, que mide el porcentaje de jóvenes de entre 18 y 24 años que ha alcanzado como máximo la educación secundaria obligatoria y no continúa formándose, afecta al paro juvenil, ya que, a menor nivel de estudios, las tasas de desempleo se disparan. 

Según el último Observatorio de Emancipación del CJE, la tasa de paro entre los menores de 25 años con estudios primarios o estudios secundarios obligatorios se situó en el primer semestre de 2022 por encima del 42%, frente al 26% entre aquellos jóvenes con estudios secundarios postobligatorios y al 16,6% entre los titulados superiores. De hecho, de los casi 200.000 parados menores de 25 años registrados en diciembre en las oficinas del SEPE, el 90% tenían como máximo estudios secundarios.

Por otro lado, "el segundo problema es el mal diseño de la formación profesional en España comparado con otros países europeos como Alemania", señala Cunyat. "El sistema educativo no se ha ajustado realmente a lo que necesitan las empresas", coincide Yolanda Fernández, profesora de Economía Aplicada de la Universidad Pontificia Comillas (ICADE), refiriéndose al desajuste existente entre lo que ofrece el sistema educativo español, muy orientado hacia la formación universitaria, y lo que el mercado de trabajo demanda.

Esa apuesta por los títulos universitarios ha derivado en una sobrecualificación. Según los datos del Observatorio de Emancipación del CJE, el 47,1% de los trabajadores menores de 25 años cuenta con un mayor nivel de estudios que el que requiere su puesto de trabajo. "En un mercado laboral no solo se necesitan graduados, sino que también se necesitan técnicos y en España hace poco que se se ha empezado a desarrollar con fuerza la formación profesional", apunta Fernández, que también recuerda los recurrentes cambios en la normativa educativa. "La dificultad para introducir a los jóvenes en el mercado laboral supone un desaprovechamiento del capital humano que has formado", añade.

Consecuencias a largo plazo

Estas dificultades para entrar en el mercado laboral constituyen un panorama poco alentador para los jóvenes. En ese sentido, el último informe sobre Jóvenes y mercado de trabajo del Ministerio de Trabajo señala que la "población desanimada", es decir, aquellos que no buscan un empleo porque creen que no lo van a encontrar aumentó "intensamente" en el tercer trimestre de 2022 entre los jóvenes menores de 25 años hasta las 34.200 personas. Son 27.500 jóvenes más que en el trimestre anterior, un valor no observado desde el tercer trimestre de 2020, en plena pandemia.

Además, hay estudios que demuestran que los obstáculos iniciales tienen un impacto en la trayectoria laboral futura de los jóvenes. Más allá de la reducción de los años cotizados, una investigación de los economistas María Arrazola, Sofía Galán y José de Hevia confirma que "aquellos trabajadores que pasan más de seis meses desempleados antes de los 30 años de edad sufren con mayor probabilidad otra experiencia de desempleo durante su vida laboral". "Lo que pasa al principio de la vida laboral condiciona la evolución", constata Cunyat. 

Isabel Fuentes
Redactora '20minutos'

Graduada en Periodismo y Ciencia Política por la Universidad Rey Juan Carlos. En 20minutos desde 2022, primero en la sección de Última Hora y actualmente en Nacional. Escribo sobre todo de economía, aunque también he cubierto la actualidad política.

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