Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Supercopa y Kings League

Los jugadores del FC Barcelona celebran con el trofeo la victoria tras la final de la Supercopa de España 2023.
Los jugadores del FC Barcelona celebran con el trofeo la victoria tras la final de la Supercopa de España 2023.
EFE
Los jugadores del FC Barcelona celebran con el trofeo la victoria tras la final de la Supercopa de España 2023.

Las semifinales de la Supercopa de España celebrada en Arabia Saudí transmitieron la misma emoción que un torneo de mus de jubilados en la Manga del Mar Menor. Habrá servido para recaudar dinero, pero como espectáculo futbolístico la primera parte del torneo dejó mucho que desear. Los jugadores daban muestras de poco interés, se pudieron ver celebraciones de gol contenidas, propias de una pretemporada y llamadas de atención de algún entrenador para tomarse en serio el partido. Por suerte para los organizadores, las tandas de penaltis salvaron el negocio.

La pista de atletismo entre la grada y el campo, los huecos en el público, la ausencia lógica de las aficiones y el freno de mano que algunos jugadores llevaban puesto en su juego y en su esfuerzo contribuyeron a ofrecer una imagen pobre y deslucida. En la final del domingo, la rivalidad entre Madrid y Barcelona hizo que la final fuera ya otra cosa, aunque tampoco para tirar cohetes, que se tiraron, por cierto, como si fueran gratis. No quiero imaginarme una final con los otros dos candidatos. La Supercopa es un torneo raro, afectado y con un nombre que suena ya al siglo pasado.

Mientras tanto, en algún lugar del puerto de Barcelona, un curioso y heterogéneo grupo de divulgadores, creadores de contenido, futbolistas, ex deportistas y empresarios se lo pasan muy bien con la Kings League y alcanzan un impacto notable en cantidad y calidad de audiencia. Esta competición de fútbol siete en pista cubierta no tiene demasiado que ver con el fútbol de toda la vida, pero trae consigo algunas reflexiones que no habría que despreciar, error que ya ha cometido -bueno es él-, el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas.

El fútbol era de los futbolistas. Ellos marcan la diferencia y el espectáculo. Ahora, se han vendido y han cambiado su libertad por mucho dinero. Viven en jaulas de oro, van de aquí para allá como ganado y se dejan llevar por agentes, chupatintas y burócratas. En el espectáculo de la Kings League los futbolistas no son ya los protagonistas. Allí mandan los propietarios de los equipos, sus reacciones son casi tan importantes como los goles, sus opiniones, su participación en el espectáculo desde el micrófono y la cámara es lo que importa a la audiencia. En la Kings League cabe todo, hay espectáculo, sorpresa y reciclaje, todo sirve, hasta, por ejemplo, durante esta semana, los efectos colaterales de la petarda canción de Shakira.

La Kings League puede estar haciendo el trabajo sucio del proyecto de la Superliga Europea -aunque, insisto, el prefijo “´super” no aporta ya nada-. Es cierto que a los jóvenes les cuesta ver los partidos y que prefieren otro tipo de espectáculos, pero también es cierto que el fútbol bien entendido -miren el Mundial pasado- es un producto audiovisual casi insuperable. Yo, por si acaso, he cogido a El Barrio y a Jijantes en mi porra.

Juan Luis Saldaña
Periodista y escritor

Colecciono coca colas falsas en lata y hago fotos a las bolsas de plástico en los árboles. He publicado libros de poemas y relatos. Mi última novela es "Hilo musical para una piscifactoría". Se llevó al cine bajo el título de "Miau". He sido redactor en prensa, presentador en tele y radio y ahora me piden que opine. Licenciado en derecho, MBA, máster en periodismo y doctor en comunicación e información. He tenido una agencia de marketing, alguna experiencia de éxito en comercio electrónico y doy clases en algún máster sobre esto.

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