Petroleras y cambio climático: de la negación al disimulo

Refinería de Exxon Mobil en Baton Rouge, Louisiana.
Refinería de Exxon Mobil en Baton Rouge, Louisiana.
WClarke / WIKIMEDIA COMMONS
Refinería de Exxon Mobil en Baton Rouge, Louisiana.

Hace unos días, 20 Minutos y otros medios contaban que los científicos de la compañía petrolera ExxonMobil conocían desde finales de los años 70 con gran precisión la magnitud del calentamiento global que estaban provocando las emisiones debidas a los combustibles fósiles.

Por puntualizar brevemente qué es lo nuevo publicado ahora, un grupo de científicos de la Universidad de Harvard y el Instituto de Investigación del Impacto del Clima de Potsdam (Alemania) ha reanalizado los datos y los modelos que los científicos de ExxonMobil manejaron entre 1977 y 2003, comparando estas predicciones con las elaboradas por la ciencia académica y los gobiernos.

Según el estudio que detalla las conclusiones en la revista Science, las predicciones de la petrolera eran enormemente correctas y similares a las conocidas públicamente: “sabían tanto como los científicos académicos y los de los gobiernos”, escriben. 

En concreto, los científicos de ExxonMobil descartaron una transición hacia una era glacial, en favor de una “superinterglacial” inducida por el CO2; estimaron cuándo el calentamiento comenzaría a detectarse (hacia el año 2000), cuánto CO2 llevaría a un aumento de 2 °C, y que la subida de la temperatura sería de unos 0,2 °C por década.

Pero para que todo esto se entienda mejor, conviene recalcar qué no es nuevo. No es nuevo que ExxonMobil conociera desde hace décadas el daño que sus productos estaban provocando a la habitabilidad de este planeta. Lo que ha aportado el nuevo estudio es un análisis detallado y comparativo de los datos en una publicación científica revisada por pares, pero todos los documentos analizados salieron a la luz en 2015.

Ya entonces los medios que los revelaron habían contado que los científicos de ExxonMobil pronosticaron un calentamiento “con dramáticos efectos medioambientales antes de 2050”, “potencialmente catastrófico”, y que la corporación no solo enterró estos estudios internos, sino que además contradijo sus propios datos en sus comunicaciones públicas y promovió las dudas sobre las predicciones de los científicos externos que decían esto mismo.

Es decir, el escándalo no es de ahora, sino de 2015. Aunque en cualquier caso, ahora y en 2015, ha sido mucho menor que los suscitados a diario por otras revelaciones infinitamente más irrelevantes. Incluso cuando en su día la revelación de los papeles de ExxonMobil ya motivó demandas contra la compañía por engañar a sus accionistas.

Pero es buen momento para recordar que el de ExxonMobil tampoco ha sido un caso aislado. El propio estudio de Science recuerda que la patronal del petróleo y el gas en EEUU manejaba datos sobre el calentamiento global antropogénico desde la década de los 50; la industria del carbón desde los 60; las eléctricas, la petrolera Total y las automovilísticas General Motors y Ford desde los 70, y la Shell desde los 80.

Y es también buen momento para recordar otros detalles curiosos que ilustran hasta qué punto la manipulación promovida por las compañías petroleras y sus industrias relacionadas ha calado en la opinión pública.

Alentar el reciclaje para vender más plástico

Un ejemplo: el reciclaje del plástico comenzó a extenderse en los años 70, aunque en muchos lugares del mundo ha tardado bastante más en convertirse en una práctica más o menos generalizada. Si nos preguntaran, probablemente pensaríamos que los grandes promotores del reciclaje del plástico han sido los gobiernos, presionados por las organizaciones ecologistas y todo aquello que conforma lo que se llama los lobbies, término aplicado libre e invariablemente a quienes defienden una agenda que no nos gusta. Pero ¿saben quiénes fueron en realidad los primeros grandes impulsores del reciclaje del plástico?

Eso es. Las petroleras. Y las químicas productoras de plásticos.

En 2020 una investigación de los medios públicos estadounidenses NPR y PBS reveló que en los años 90 la industria petrolera y química adoptó una estrategia concertada de promover el reciclaje del plástico con un fin: vender más plástico. Por entonces el antiguo entusiasmo público por estos materiales estaba en declive debido a la popularización de sus daños medioambientales, y la industria pensó: si se hacía creer a la gente que todo se reciclaba, aunque no fuera así, el público tendría menores escrúpulos a la hora de comprar plástico.

Según NPR y PBS, esta estrategia se decidió en una reunión convocada en 1989 en Washington por el presidente de la patronal del plástico en EEUU, a la que asistieron representantes de Exxon, Chevron, Amoco, Dow, DuPont, Procter & Gamble y otras grandes compañías. En los años posteriores las petroleras gastaron millones de dólares en anuncios en televisión promocionando el reciclaje, y consiguieron que 40 estados incluyeran por ley el símbolo del reciclaje en todos los plásticos.

El problema era que, en realidad, casi nada del plástico se reciclaba ni podía reciclarse, algo que la propia industria sabía. Vendieron una idea falsa a sabiendas. Incluso hoy solo se recicla el 9% del plástico, y las organizaciones ecologistas denuncian que solo dos de los siete tipos de plásticos que se etiquetan como reciclables realmente lo son.

Huella de carbono: la culpa es tuya

Otro ejemplo. Sin duda habrán oído hablar de las calculadoras de huella de carbono, esas herramientas online que permiten a cualquier persona saber cuánto importa la cantidad de gases de efecto invernadero que generamos con nuestras actividades diarias. Y probablemente pensarán que fueron algunos científicos, o los gobiernos, o los ecologistas quienes inventaron estas herramientas. Pero ¿saben quién fue realmente?

Eso es. Las petroleras. En concreto, la británica BP.

A comienzos de este siglo BP comenzó a promover el concepto de huella de carbono, y en 2004 publicó su calculadora de huella de carbono. Desde entonces hasta hoy la idea de la huella de carbono está presente en todas las campañas relacionadas con el cambio climático, y las calculadoras han proliferado a docenas en internet.

Según publicaba Mashable en 2021, el origen de todo esto fue una campaña contratada a la empresa de publicidad y marketing Ogilvy & Mather con un objetivo muy bien definido: convencer al ciudadano de que la culpa de la contaminación y del cambio climático es suya, no de las petroleras. De quien compra, no de quien vende.

Es por esto que hoy la idea de la huella de carbono y sus calculadoras tienen una reputación ambivalente. Hay quienes las defienden como propuestas válidas, con independencia del origen que las inspiró, mientras que otros rechazan categóricamente este desplazamiento de la culpa a los ciudadanos como un greenwashing que disimula la responsabilidad de las compañías.

En fin, con todo lo anterior cabría pensar que el hecho de que incluso las propias compañías productoras de combustibles fósiles reconozcan la evidencia del cambio climático debería servir para convencer a los negacionistas. Entre los cuales, increíble pero cierto, se encuentran prominentes gobernantes de este país. Personalmente no lo creo probable, pero esta ya es otra historia.

Javier Yanes
Periodista, escritor, biólogo y doctor en Bioquímica y Biología Molecular

Soy periodista, biólogo y doctor en Bioquímica y Biología Molecular. Antes de dedicarme al periodismo, en los años 90 trabajé en investigación en el Centro Nacional de Biotecnología y publiqué 19 estudios científicos y revisiones. Como periodista de ciencia, fui jefe de sección de Ciencias del diario Público, y entre mis colaboraciones figuran medios como El País/Materia, El Huffington Post, ABC, Efe o BBVA OpenMind, entre otros. En mis ratos libres también intento viajar y escribir sobre viajes. He publicado tres novelas: 'El señor de las llanuras' (Plaza & Janés, 2009), 'Si nunca llego a despertar' (Plaza & Janés, 2011) y 'Tulipanes de Marte' (Plaza & Janés, 2014).

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