Leonor. Del primer disco, de la gira, de los viajes, de las cosas que nos pasan juntos y por separado. De la obsesión por tenerlo todo ordenado, cuando todos somos imperfectos. Y ahí está lo creativo.

Usted, ¡imperfecta!

L. Te rompo el mito desde los pilares (risas).

Alejandro. Por separado estamos tan desequilibrados que cuando nos juntamos nos compensamos. Si uno se pone metódico, los otros le vacilan; si se pone sarcástico, los otros le cortan el rollo…

¿Cómo enmarlangan al público?

A. Siendo sus empleados, no repitiendo un monólogo. Hay tantas maneras de tocar e interpretar las canciones como públicos y noches. Es algo orgánico.

Y eso que parecen intocables.

A. Porque somos muy tímidos. ¡Es que no sabes lo mal que se pasa delante de una cámara! Yo muchas veces quiero desaparecer y morir.

L. A mí me sigue costando, pero a base de hacerlo he aprendido a mentir mejor.

Un día perfecto sería...

L. Desayuno en Barcelona, comida en México, paseo en París y cena en Nueva York.

A. Me levanto en mi pueblo (Villacarriedo), paseo en bici, como un cocido, estoy y duermo allí.

L. ¡Eres un rollo! (risas).

Óscar. Yo me despertaría en Valdediós (Asturias), comería en Chicago y reposaría en una playa de Lanzarote. De noche, iría a un concierto.

¿Les reprime la fama?

L. Trato que no me paralice, pero es como un patio de vecinos: todos se acuerdan de lo que hiciste hace un año. Tienes que ser coherente, y yo opino algo distinto cada día.

¿Y alguna vez se cae mal?

L. Ya he dejado de intentar caer y caerme bien. Lo que tenemos que decir lo hemos dicho en el disco.

¿Desearían parar un poco?

A. El grupo es nuestra terapia, válvula de escape y recreo. Tocamos para que todo tenga sentido, al margen de la gente que nos compre. Lo haríamos aunque estuviera prohibido.

Bio

Leonor Watling (voz), Alejandro Pelayo (teclado) y Óscar Ybarra (vientos) lanzaron en 2004 su primer álbum: Marlango. Su pop-rock jazzístico gana adeptos en Europa, América y Asia. Su web: www.marlango.net.