Raquel Checa Responsable del programa Desigualdad Cero de Oxfam Intermón
OPINIÓN

Con la soga al cuello

Imagen de archivo que muestra un monitor situado en el parqué madrileño donde se ven las fluctuaciones del principal indicador de la Bolsa española, el Ibex-35.
Imagen de archivo que muestra un monitor situado en el parqué madrileño donde se ven las fluctuaciones del principal indicador de la Bolsa española, el Ibex-35.
José Huesca / EFE
Imagen de archivo que muestra un monitor situado en el parqué madrileño donde se ven las fluctuaciones del principal indicador de la Bolsa española, el Ibex-35.

En España estamos viviendo el aumento de precios más intenso de los últimos 40 años. Y esa inflación hace que todos seamos más pobres. Pero no nos hagamos trampas, esta situación no nos afecta a todos por igual. La inflación también entiende de clases: los hogares con menos recursos han visto afectada su capacidad de compra un 26% más que los hogares con mayores recursos. Mientras, vemos cómo no a todos les está yendo mal: la fortuna de los milmillonarios aumenta en 2.700 millones de dólares cada día. Y si nos fijamos en el Ibex 35, en el tercer trimestre de 2022, los beneficios conjuntos han sido un 30% superiores al mismo periodo del año anterior.

Parte de esos beneficios tienen un vínculo directo con la inflación que estamos sufriendo. Desde finales de 2021, observamos una subida de precios desmesurada que retroalimenta a márgenes y beneficios empresariales. Según nuestros últimos cálculos, un 92,5% del aumento de precios –en el tercer trimestre de 2022– se explica por dichos beneficios. Mientras los beneficios de las grandes empresas aumentan, los salarios apenas han crecido un 4% en este periodo. Todo nos cuesta más, la comida, la vivienda, la luz, el gas, el combustible…pero nuestro salario vale menos.

No es sostenible seguir así. Se requieren medidas valientes: fiscalidad justa y recuperar el poder adquisitivo que hemos perdido. Es urgente que se reparta mejor el impacto negativo de la inflación y que se logre un nuevo pacto de rentas entre los agentes sociales. No podemos seguir cargando con ese impacto solo la gente que vive –o sobrevive– con su salario.

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