El título describe muy bien qué es un carro de combate actual: más de 60 toneladas, un motor de 1.500 caballos, un cañón de gran alcance muy potente y preciso, otras armas y sistemas defensivos, medios de comunicaciones y posicionamiento y una autonomía de unos 500 km. Un sistema de armas formidable que Ucrania reclama insistentemente desde hace casi un año y que parece que va a recibir en plazos variables.
Todo tiene un pero, y el de los carros de combate es de tamaño considerable. Tiene que ver, en primer término, con la formación de las tripulaciones, que no es sencilla ni rápida; también con sus procedimientos de empleo, distintos a los que viene desarrollando Ucrania, no en combate aislado, sino en organizaciones operativas junto con vehículos de combate de Infantería, de Zapadores, Artillería de campaña y antiaérea, medios de inteligencia, reconocimiento y vigilancia del campo de batalla y unos sistemas de mando y control que permitan la unidad de esfuerzo para alcanzar los objetivos que se determinen.
Además de lo anterior, todos estos sistemas requieren de un mantenimiento continuo y especializado y una reposición muy flexible y ágil de lo que consumen en combate, fundamentalmente piezas de repuesto, carburante y munición de todos los calibres. Así que sí, son un elemento que puede llegar a decidir el resultado de la guerra siempre y cuando su cantidad, organización, mantenimiento y empleo sean los adecuados. Espero y deseo que así sea.
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