Una semana del devastador terremoto en Turquía y Siria: 39.000 muertos y con escasas esperanzas de hallar más supervivientes

Foto aérea que muestra la destrucción en la ciudad de Kahramanmaras, al sur de Turquía.
Foto aérea que muestra la destrucción en la ciudad de Kahramanmaras, al sur de Turquía.
AP / Lapresse
Foto aérea que muestra la destrucción en la ciudad de Kahramanmaras, al sur de Turquía.

El devastador terremoto que arrasó, hace casi una semana, grandes partes del sureste de Turquía y el norte de Siria, ha provocado una profunda crisis humanitaria en la zona. El último balance de la agencia turca para la gestión de desastres (AFAD) ha elevado a 29.605 los muertos como consecuencia del seísmo del pasado lunes, a lo que hay que sumar los más de 9.300 fallecidos en Siria, según las últimas cifras contabilizadas en ese país. El total ronda los 39.000 muertos, un número que no deja de crecer conforme pasan las horas. "Es una catástrofe, la catástrofe del siglo", ha resumido este domingo el vicepresidente turco, Fuat Oktay.

En el caso de Turquía, la zona afectada por el terremoto abarca más de 100.000 kilómetros cuadrados y alberga aproximadamente 10 millones de personas, casi la población de todo Portugal. Unas 148.000 personas han sido desalojadas de las diez provincias afectadas y otras 233.000 trabajan en las labores de rescate con más de 12.000 vehículos y maquinaria, según los datos facilitados por las autoridades.

A ellos se han unido durante esta semana los voluntarios extranjeros, casi 10.000 personas llegadas de otros países para ayudar en los rescates, entre ellos varios equipos españoles de sanitarios, bomberos y militares.

Este fin de semana, el Gobierno turco ya ha dado por terminados los trabajos en algunas provincias para empezar ya con la reconstrucción, mientras que algunos de estos grupos de rescate de varios países, entre ellos varias ONG españolas, han empezado a regresar a su lugar de origen.

Algunos de estos voluntarios achacan a una "falta de organización" por parte de las autoridades turcas para poder aprovechar mejor los recursos de que disponen, así como a la decisión de demoler con maquinaria los edificios, dando por muertas a las personas que hubieran podido quedar atrapadas.

Otros voluntarios, como un equipo médico de emergencia español, permanecerán en Turquía por más tiempo y, a partir de este lunes, pondrán en marcha un hospital de campaña en la ciudad costera de Iskenderun (provincia de Hatay), un punto clave de comunicación de carreteras que conectan varios distritos del país.

Peor situación reviste Siria, donde hasta este domingo no había entrado ningún convoy humanitario europeo. El primer país en hacerlo ha sido Italia, que ha enviado cargamento para los afectados por los terremotos a través de la frontera terrestre de Siria con el Líbano.

La ministra de Defensa, Margarita Robles, se lamentaba este sábado por "no poder extender la misión en Siria", ya que es "complicado".

De un lado, las provincias en manos del Gobierno de Bachar al Asad se preguntan por qué están recibiendo tan poca asistencia en comparación con Turquía, algo que achacan parcialmente a las sanciones internacionales que pesan sobre Damasco, muchas de ellas en vigor desde hace más de una década y otras impuestas más recientemente.

Por su parte, a los últimos bastiones rebeldes llegó este sábado, casi seis días después del primer seísmo, el primer convoy de la ONU con ayuda específica para los afectados por la tragedia y tan solo el tercero que ha entrado con asistencia humanitaria en general desde el pasado lunes.

"Le hemos fallado a la gente en el noroeste de Siria. Con razón se sienten abandonados, buscando ayuda internacional que no ha llegado", ha reconocido este domingo el jefe humanitario de la ONU, Martin Griffiths.

Rescates 'milagro'

En Turquía, los equipos de rescate continúan sacando seis días después a personas vivas bajo los escombros, a veces incluso en un estado de entereza sorprendente. 

Uno de estos últimos rescates 'milagro' que ha tenido lugar este domingo ha sido el de un niño de ocho años, que sobrevivió 155 horas entre los cascotes en el pueblo de Nurdagi, en la provincia turca de Gaziantep. Previamente, los equipos sacaron también a dos hermanas de 22 y 28 años de un edificio derrumbado en Adiyaman, al noreste del epicentro, después de 152 horas atrapadas.

También una niña de unos tres o cuatro años fue salvada este domingo tras aguantar 150 horas en Antioquía, una ciudad de casi 400.000 habitantes cuyo casco antiguo ha quedado arrasado. En esa misma localidad salieron con vida un hombre de 35 años y una anciana de 85 que estuvo atrapada durante 152 horas.

A pesar de estos rescates, las esperanzas de encontrar supervivientes son cada vez más escasas conforme avanzan las horas, puesto que el tiempo estándar que un ser humano puede permanecer sin la ingesta de agua o comida en desastres como este es de 72 horas.

Según han explicado los miembros del equipo español de bomberos que trabaja en las zonas afectadas, las bajas temperaturas endurecen las condiciones de rescate, pero han ayudado a salvar algunas vidas.

Los escombros guardan cierto calor, de ahí que bajo un edificio derrumbado haga menos frío que en el exterior. La temperatura ha sido la suficiente para que las personas atrapadas no lleguen a sudar y no se deshidraten tan rápido como ocurriría si fuese verano.

20minutos

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