La semana en que se bloqueó la centralita del PP: "Un tsunami de votantes y militantes pedían su baja"

Dos manifestantes en Génova portan una pancarta contra Casado y a favor de Ayuso.
Dos manifestantes en Génova portan una pancarta contra Casado y a favor de Ayuso.
EFE
Dos manifestantes en Génova portan una pancarta contra Casado y a favor de Ayuso.

Hacía horas que la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso había hecho estallar la bomba. Su íntimo amigo de juventud y presidente del PP, Pablo Casado, había orquestado una conspiración contra ella. O eso es lo que la popularísima presidenta había contado en una inédita comparecencia sin preguntas a todos los españoles. Y hacía pocas horas, también, que Casado había avivado a su pesar la onda expansiva en una entrevista radiofónica en la que acusaba, sin papeles, a la 'lideresa' madrileña de un presunto trato de favor a su hermano durante la pandemia.

Era la noche del 18 de febrero de 2022 y la centralita del PP "echaba humo". De norte a sur, de este a oeste, las llamadas no dejaban de sonar. "Un tsunami de votantes y militantes solicitaban su baja", desvelan ahora dirigentes populares lo que entonces era inconfesable. Ocurrió esa noche, la siguiente y la siguiente... Así hasta el 24 de febrero, cuando la mayor crisis interna del PP de la década se resolvería con un pacto entre barones.

"El PP podría haber desparecido entero", continúan relatando un año después fuentes del PP de distintos territorios. La amenaza no solo llegó vía telefónica. Una manta de manifestantes se desplazó el fin de semana hasta la sede de los populares, a Génova 13, para exigir el cese de Casado. Con sus pancartas rompían el tenso silencio y marcaban la hoja de ruta que debía seguir el partido. "España con Ayuso; Casado dimite y Ayuso preside". Tras una semana de infarto en el cuartel general de los populares, el partido acabaría por acatar el llamamiento de la calle.

Porque lo que presionaba a los dirigentes era la inédita compenetración entre los militantes y los votantes. Muchos de ellos subrayan que también los socialistas echaron a Pedro Sánchez "por la puerta de atrás" en 2016. Pero solo fueron los cargos orgánicos. Para los populares, en su caso, la opinión entre militantes y votantes "coincidía": Pablo Casado debía dejar el partido. "Hubo momentos de pánico", relatan quienes esos días guardaban silencio.

El sentir era inequívoco: solo el barón gallego podía salvar el partido. Pero la dirección nacional no estaba por la labor de abandonar su cargo. Pablo Casado y Teodoro García Egea eran un tándem contra todos, con escasos apoyos, salvo el de sus fieles Ana Beltrán o Pablo Montesinos, quienes tildaron de "ataque despiadado" el asedio contra su presidente. Los medios seguían el minuto a minuto de la crisis, hasta que la esperanza del partido aterrizó en Madrid y dio un golpe sobre la mesa.

Era miércoles por la tarde. Una gran parte del grupo parlamentario había ofrecido a Casado sacrificar a su número dos, pero este le fue fiel a Egea, quien solo dimitió en tiempo de descuento [el 22 de febrero]. En este contexto, en el que el líder vislumbraba su final político, citó al que sería su sucesor. Los populares aclamaban el relevo con Alberto Núñez Feijóo, quien aseguraba no tener clara la decisión. Tras dicha conversación, cerca de las 21.00 horas de ese miércoles, Casado se reunió con sus barones territoriales y pactar su salida. 

La expectación era inevitable. Tal fue así, que comenzaron las primeras filtraciones de lo que se cocía en el interior de Génova 13. De inmediato, el gallego dio un golpe en la mesa, se levantó y amenazó con marcharse si alguno volvía a retransmitir las conversaciones: "¡No, no, no!", reaccionaron los barones, quienes fueron dejando a la vista sus dispositivos móviles. 

No podían perder a su única alternativa, la que zanjó la crisis poniéndose a disposición del Partido Popular. Esta es la crónica de la que fue la semana más trágica que ha vivido el PP en la última década. Recién cumplido el primer aniversario, distintas fuentes aseguran haber "pasado el duelo".

El aprendizaje de aquellos días y el impulso de Feijóo

Cada uno de los cargos consultados por este diario tildan aquella respuesta de ejemplar. "Estuvimos a la altura , la gente nos gritó en la calle y salimos con una solución". Hay quienes incluso lo llegan a comparar con la madurez de un partido "consolidado en los años" como es el PSOE. "A partir de esa noche, el PP tuvo su personalidad y su historia".

Los más veteranos, en cambio, matizan que el PP ha pasado por más dificultades. "Ha superado tres etapas que confirman que somos un partido serio: los tiempos en que ETA nos mataba, cuando el atentado del 11M dio la vuelta al Gobierno y la última de Casado".

En todo caso, el mensaje es inequívoco para quienes hace un año se apresuraron a la calle madrileña de Génova y a todos aquellos que quemaron las centralitas a llamadas, el mensaje de hoy, en año electoral. "El PP está listo para gobernar y ninguno de los que nos vote se van a sentir defraudado ni frustrado".

El partido que lidera hoy Feijóo ya no habla de asuntos orgánicos. Y la nueva dirección nacional asegura no solo solo haber recuperado el número de afiliados que perdieron hace un año -no ofrecen los datos-, sino el impulso de la formación para las generales. El equipo de Feijóo está centrado en demostrar que el partido está cohesionado. Ejemplo de ello fue la foto inédita que dejaron los expresidentes del Gobierno José María Aznar y Mariano Rajoy junto al actual líder de la oposición, quien, no obstante, borró de la historia del PP a su antecesor Pablo Casado. 

Belén Sarriá
Redactora '20minutos'

Soy redactora de Política en la sección de Nacional desde 2022. Sigo de cerca al PP desde Génova, el Congreso y, a veces, el Senado. Antes, estuve encargada de la información municipal de Madrid durante tres años, aunque primero me formé en Cultura a mi llegada a 20minutos en 2019. Hice prácticas en El Mundo y en Europa Press. Colaboro en Capital Radio. Graduada en Periodismo por la UNAV. Madrileña con sangre navarra.

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