Internacional

China crea una nave espacial para hacer ataques fantasma: genera falsas señales de peligro para agotar las defensas del enemigo

Así se produce un “ataque fantasma espacial”
Carlos Gámez

El engaño es un clásico de la naturaleza y de la vida misma. Se trata de que las cosas parezcan lo que no son. La guerra sabe mucho de eso. El término engaño militar existe y se enseña en las academias. De la batalla de Hastings a la Operación Himmler, la historia militar está llena de tácticas de enmascaramiento. El último capítulo lo está escribiendo China.

El gigante asiático está desarrollando una táctica de ataque fantasma desde el espacio. Básicamente, se trata de lanzar falsas señales de ataque para abrumar y agotar las defensas del enemigo. De momento, la simulación informática ha sido un éxito. Es la última apuesta de Pekín -que tiene muchas menos armas nucleares que EE UU o Rusia- por la guerra cibernética y de información.

Un equipo de ingenieros militares chinos de la Unidad 63891 lleva tiempo definiendo esta tecnología y ahora la han hecho pública, informa el South China Morning Post. El sistema es capaz de desbordar las defensas antimisiles creando un enjambre de señales de objetivos falsos desde el espacio.

Es la última apuesta militar de un país que tiene muchas menos armas nucleares que EE UU

Han realizado una simulación informática a modo de prueba de concepto. Los resultados fueron positivos, de modo que el proyecto pasará a la siguiente fase para abordar los retos de ingeniería, según cuenta el propio equipo de ingenieros en un artículo publicado este mes en la revista Journal of Electronics and Information Technology.

Que un misil desarmado parezca una gran amenaza

La Unidad 63891 es un organismo del Ejército chino con casi 3.000 empleados con sede en Luoyang, en la provincia central china de Henan. Su labor se centra en el desarrollo y prueba de nuevas tecnologías y equipos.

El sistema aplica al espacio lo que ya se ha hecho en el cielo: fingir un ataque para confundir al adversario

En la simulación se lanzó un misil balístico contra un enemigo protegido por un sistema de defensa antimisiles de última generación. El misil no llevaba ojiva nuclear ni convencional. A una altitud superior a la atmósfera, el misil liberó tres pequeños artefactos espaciales.

Cuenta el artículo de JEIT que sus instrumentos de radiointerferencia captaron las señales de la red de radar enemiga y enviaron señales fantasma que hacían que el misil desarmado pareciera una amenaza mucho mayor de lo que realmente era. El enemigo actuó en consecuencia y lanzó un interceptor hacia la ojiva fantasma.

China no ha hecho sino aplicar al espacio lo que ya se ha hecho en el cielo: fingir un ataque para confundir al adversario. Como cuenta el SCMP, si varios aviones participan en la operación de interferencia, enviando señales manipuladas a diferentes sitios de radar que operan en distintas frecuencias al mismo tiempo, se puede engañar a toda una red de radares.

Generar pistas fantasma en el espacio es extremadamente difícil. Hemos resuelto uno de los mayores retos... con un diseño inteligente"

¿Y hacerlo en el espacio? Zhao Yanli director del equipo de ingenieros recuerda que hasta ahora no se creía posible realizar el mismo truco en el espacio. Y ello porque el avión/nave que va a interferir debe cambiar de rumbo cada cierto tiempo para que las señales recibidas por las distintas estaciones de radar parezcan proceder del mismo objetivo.

Un misil balístico antiibuque DF-21 en la plaza de Tiananmen en Pekín.
WU HONG / EFE

"Generar pistas fantasma en el espacio es extremadamente difícil. Hemos resuelto uno de los mayores retos... con un diseño inteligente", ha escrito el equipo de Zhao en su artículo. Su solución, explican, aprovecha dos puntos débiles de un sistema mundial de defensa antimisiles.

El punto débil de las estaciones de radar

Para hacerlo, para generar esa falsa información, los investigadores chinos han aprovechado un punto débil de las estaciones de radar en el que las señales pueden difuminarse y cruzarse. Además, para detectar objetos pequeños en el espacio, los radares de defensa antimisiles deben ser muy potentes y estar alojados en grandes edificios, estructuras que, según Zhao, no son difíciles de encontrar.

Los ingenieros aseguran que la nave espacial de interferencia sería barata porque no necesitaría motores para propulsarse. Su dirección de vuelo, velocidad y formación se establecerían en función de la información sobre los emplazamientos de las estaciones de radar fijas del enemigo antes del lanzamiento.

En el estudio que han publicado explican que la configuración de tres naves en la simulación era un punto de partida, pero que la tecnología podía ampliarse fácilmente para crear un enjambre. Así, incluirían muchos más dispositivos de interferencia y crearían un gran número de pistas fantasma en la pantalla del radar enemigo.

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