Izarbe Lafuerza Experta en inteligencia emocional, formadora en Finlandia y España
OPINIÓN

A los menores, no les sal... piques

  • La educadora considera que los mensajes que se transmiten con la música afectan a los menores
Shakira posa con su sudadera y la famosa frase "las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan".
Shakira posa con su sudadera y la famosa frase "las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan".
@shakira / TWITTER
Shakira posa con su sudadera y la famosa frase "las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan".

Tres días. Un marcador. Gol para Shakira. Y victoria: número 1, la posición de su canción. Fluimos a su son. Pero entre los más pequeños también suena el tema. En el recreo, Carlota y sus amigas de 9 años la cantan. Conocen todo el entramado. Rafa, de 17, la escucha en la discoteca. Carmen, de 4, la baila en su casa. Nadie es impermeable a la canción, y los niños tampoco.

Ante tal difusión y proviniendo de un líder como Shakira, los mensajes calan en el menor. La música es un lenguaje que todos entendemos y que nos une. Pero ¿sigue acercándonos cuando transmite enemistad y desprecio? Todos hemos sufrido o causado algún tipo de humillación. Nadie escapa de ello y apoyar ciertas conductas solo lo alimenta.

Entre los jóvenes, es necesario fomentar conductas constructivas y adaptativas. Comportamientos que les permitan construir relaciones sanas. Al sufrir un desamor o cualquier pérdida, desahogarse ayuda a sanar. Identificar nuestras emociones, aceptarlas y expresarlas, contribuye a superar la nueva situación. Y cada uno debe poder liberarlas a su manera. Llorar es una opción muy legítima que no se debe degradar en comparación con facturar. Mensajes como "las mujeres no lloran", que censuran ciertos comportamientos y obligan a "guardar el tipo", dificultan que los menores muestren sus emociones. Debemos asegurar que se sienten libres de compartir sus sentimientos, sin miedo a ser juzgados. Como Federer y Nadal en la despedida del primero. Valientes y vulnerables.

En cuanto al respeto, no escogemos nuestras emociones, pero sí nuestra reacción y comportamiento ante ellas. Cada uno debe hallar su forma de avanzar, pero sin salpicar a nadie. Libertad de expresión sí, pero no todo vale. Ya lo aprendimos en los Oscar, de la mano de Will Smith y de las palabras de Chris Rock: las manos, como las palabras, pueden herir o unir. Y los demás nos recordarán por cómo les hacemos sentir. Escojamos bien.

Por último, invitemos a los más jóvenes a construir un equilibrio entre las distintas áreas de la vida. Facturar y ser independiente económicamente es esencial, pero es una meta más. El materialismo y consumismo (de lujo: "cambiaste un Rolex por un Casio") sugeridos en la canción , generan un placer en el corto plazo, en lugar de contribuir a un bienestar sostenido en el tiempo.

Y ¿cuál es nuestra reacción y responsabilidad como sociedad? La propia artista señala que "la educación transforma no solo a las personas que la reciben, sino a comunidades enteras". Pero las comunidades también deben dar ejemplo. Si aprobamos que un referente humille, ¿cómo exigir a un menor que, si le ofenden, solucione el conflicto de manera pacífica? ¿Cómo demostrarle a un menor que burlarse no es un comportamiento constructivo? Todos somos cómplices al premiar su conducta. Por la facturación y por calificarla de sincera y valiente cuando nada justifica ni la venganza ni la violencia.

Fomentemos un cambio de actitud. Ante la comparación, valoremos nuestras fortalezas. Ante la envidia, inspirémonos y aprendamos de los demás. En lugar de humillar, motivemos y halaguemos. Ante la cosificación, promovamos halagos que nada tienen que ver con el físico: coraje, honestidad, generosidad, compasión, ser fieles a uno mismo. Ante la violencia, respondamos con diálogo, comprensión y perdón.

Llorar es una opción muy legítima que no se debe degradar en comparación con facturar

¿Cómo mitigar el impacto de esos mensajes? El papel del adulto para proteger a los más vulnerables es necesario, pero insuficiente. Como sugirió el grupo Cali y El Dandee en 2017, deberían existir mecanismos legales que contribuyan a que ideas dañinas no lleguen a los menores. El consumo de algunos productos y servicios, como el alcohol o algunas películas, requieren una edad mínima o están sometidos a rigurosos controles. La música, quizá, no debería estar exenta. En particular, al recurrir al sarcasmo: hasta los ochos años, en promedio, entendemos el lenguaje literalmente. Es difícil entender un mensaje como "las mujeres ya no lloran, facturan".

Según la cantante, "si queremos un mundo con paz, tenemos que aumentar la inversión en educación". Crear paz no es cuestión de cantidad (dinero), sino de calidad (respeto). Todos debemos aprender a convivir con terceros. Todos tenemos un gran poder. Desde nuestro "metro cuadrado", nuestra área de influencia, podemos escoger. Vivimos en un mundo con más oportunidades que nunca para alzar nuestra voz y que, en segundos, se haga eco todo el mundo. Lancemos mensajes constructivos.

¿De qué líderes inspirarse? Shakira defendió que "invertir en la educación de los niños es mejor que ganar un Grammy", pero factura en detrimento de ese colectivo. Apuesto por Nadal y Federer: rivales en la pista, equipo fuera de ella. Capaces de mostrar sus emociones ante toda la audiencia. Hasta ellos, los más "fuertes", física y mentalmente se consuelan en llanto. Me quedo con Emma Watson o Angelina Jolie. Defensoras pacíficos de ideales inspiradores. No dictan conducta, sino que dejan ser.

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