Los gatos tienen un carácter único, eso no es ninguna novedad. Como proceden de un antecesor solitario y cazador, todavía es común encontrar gatos domésticos que, en algún momento de su vida, muestren algún tipo de comportamiento agresivo hacia sus tutores o miembros de la familia con la que conviven.
Ya se ha demostrado en numerosas ocasiones que es más habitual en aquellos gatos que no han tenido una socialización adecuada durante su época de cachorro (los primeros meses de vida) o en aquellos que fueron separados de su madre demasiado pronto.
No obstante, esto no quiere decir que tengamos que tirar la toalla con nuestro gato si éste muestra algún comportamiento agresivo, al revés, es algo que podemos trabajar con ellos y mejorar, aunque a veces nos lleve algo de tiempo.
Según los expertos en comportamiento felino del blog Antrozoología, lo primero que debemos hacer es "detectar de qué tipo de agresividad se trata para poder, así, plantear una actuación más acorde con las causas del comportamiento agresivo del gato".
Tipos de agresividad y protocolo a seguir
Según los especialistas de Antrozoología, podemos diferenciar cinco grandes tipos de comportamientos agresivos en gatos: el comportamiento depredador mal dirigido, el agresivo relacionado con las caricias, la agresividad relacionada con el miedo, la agresividad redirigida y la maternal.
"Una vez detectado el tipo de agresividad a modificar, hay algunos puntos de las pautas de tratamiento a seguir que serán comunes a todos los tipos de comportamiento agresivo", detallan. "Otros, en cambio, serán más específicos dependiendo de las particularidades de cada tipo".
Algo que seguro que tendremos que hacer para redirigir el comportamiento agresivo de un gato es "propiciar una modificación ambiental", por ejemplo, proporcionando a nuestro minino acceso a lugares elevados, configurando una zona segura para él o propiciando escondites.
Tener acceso a lugares elevados aumenta la percepción del gato de control sobre su medio ambiente
"Dejar espacio para que pueda subirse a estanterías o, incluso, instalar soportes para que pueda subir a sitios con cierta altura resulta esencial especialmente esencial para los gatos temerosos y estresados", explican. "Tener acceso a lugares elevados aumenta la percepción del gato de control sobre su medio ambiente".
También podemos esconder la comida o utilizar alimentadores tipo rompecabezas o interactivos. "Tener que buscar su comida fomentará el comportamiento exploratorio y el aprender a jugar", detallan. "Esta estrategia resulta especialmente útil para gatos que muestran comportamiento depredador".
Por otro lado, crear una zona segura donde el gato esté protegido de cualquier estímulo aversivo también es recomendable. "Si es una casa con niños, por ejemplo, se puede poner una barrera como las que se ponen para evitar que suban o bajen por las escaleras", aconsejan los especialistas en conducta felina. "Esto será extremadamente útil para animales temerosos".
Por último, "en particular para aquellos gatos con problemas relacionados con el miedo, es importante proporcionarles escondites, sitios donde poder refugiarse", concluyen.
Cuando el problema somos nosotros
Además de la modificación ambiental, hay otros aspectos que deberíamos considerar a la hora de relacionarnos con nuestros gatos ya que, en ocasiones, somos nosotros los propiciadores de estos comportamientos agresivos, por la falta de conocimiento sobre su forma de comunicarse con nosotros o de interpretar sus señales. Esto ocurre sobre todo en los casos de comportamientos depredadores mal dirigidos, cuando el problema son las caricias y en la agresividad por miedo.
"También hay que tener muy presente que usar el castigo para corregir un comportamiento agresivo no es para nada recomendable", afirman desde Antrozoología. "El castigo podría aumentar la agresión y el estrés, y potencialmente desencadenar una reacción defensiva del gato".
- En los casos de comportamiento depredador mal dirigido, los expertos de Antrozoología expresan que es algo muy común en gatos. "Es el problema de agresividad más frecuente en gatos que viven con familias humanas", aseguran. "También se denomina agresividad por juego y se asocia a gatos jóvenes o que han sido destetados demasiado pronto, aquellos que no reciben suficiente estimulación o bien que tienen tutores que juegan con rudeza con ellos".
El castigo podría aumentar la agresión y el estrés y, también, desencadenar una reacción defensiva del gato
- En los casos en los que el problema son las caricias, debemos partir de la premisa de que no todos los gatos son igualmente tolerantes a las caricias. "Las personas que conviven con el gato describen los ataques como impredecibles, pero lo cierto es que lo más probable es que el animal haya mostrado cambios sutiles en su lenguaje corporal justo antes de la reacción agresiva", aseguran los especialistas en comportamiento felino. "Ponerse tenso, rotar y aplanar sus orejas, o azotar su cola son algunos indicadores de que algo el está molestando".
- En los casos de agresividad por miedo, podemos encontrar agresiones relacionadas directamente con el miedo a algo o a alguien y "hay agresiones redirigidas, que ocurren cuando el estímulo aversivo, que le da miedo al gato, no es accesible y, por lo tanto, el gato ataca un estímulo alternativo", concluyen los expertos.
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