Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Putin, el sucesor de Hitler

El presidente ruso, Vladimir Putin, asiste a una ceremonia con motivo del Día de la Patria en Moscú, el 23 de febrero.
El presidente ruso, Vladimir Putin, asiste a una ceremonia con motivo del Día de la Patria en Moscú, el 23 de febrero.
EFE
El presidente ruso, Vladimir Putin, asiste a una ceremonia con motivo del Día de la Patria en Moscú, el 23 de febrero.

Vladimir Putin, que durante un par de décadas se movió en la escena internacional sin especiales simpatías, pero también sin excesivos odios, se está convirtiendo en el siniestro sucesor de Hitler. Hasta ahora nadie había acumulado tantos motivos para equipararse al líder nazi que la historia había perpetuado como el mayor monstruo contemporáneo que regó Europa de sangre. 

La conmemoración del primer aniversario de la invasión que Rusia perpetró contra Ucrania se convirtió en un homenaje a la heroicidad de los agredidos, que han conseguido defenderse contra una superioridad militar gigantesca y una agresividad injustificable. Pero también en una condena sin precedente al personaje cuya ambición de poder desencadenó una guerra que está sumando millares de muertos y desestabilizando al resto del mundo.

Las reacciones populares, políticas y diplomáticas que se han producido durante la conmemoración de tan siniestra efeméride carecen de precedente desde la última guerra mundial. La condena contra la agresión y la obstinación en el empeño de perpetuarla ha despertado unanimidad en la opinión pública, en la política sin distinciones ideológicas y en los medios. 

Oficialmente, nada refleja mejor la condena general contra Putin, y por extensión contra Rusia, que la votación realizada en la Asamblea General de la ONU, donde 141 países de los 193 que la integran votaron una moción exigiendo que las tropas invasoras abandonen Ucrania

Una cifra que cobra mayor significado si se añade que varias delegaciones estaban ausentes en la sesión y que solo votaron en contra siete, empezando por la propia rusa, acompañada por la bielorrusa –un país satélite de Moscú–, Siria, Corea del Norte, Mali, Eritrea y, como una bochornosa muestra del régimen dictatorial que el matrimonio Ortega Murillo está imponiendo, Nicaragua.

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