Hasta ayer no tenía ni idea de en qué lugar estaba Madison. Sabía que estaba en Estados Unidos pero ¿dónde? ¿En qué estado? ¿En dónde estaba ese estado? El condado de Madison, que no la ciudad, está en Iowa, a más de 7.200 kilómetros del centro de España pero ayer, en la Gran Vía de Madrid pude disfrutar (y mucho) del medio oeste americano.
Cuando comenzó la temporada de musicales en Madrid fuimos muchos los que nos llevamos las manos a la cabeza por la gran cantidad de títulos que iba a albergar el Broadway español: Producciones ambiciosas, súper espectáculos y musicales de gran renombre llegaban a la capi pero… ¿Había tantos espectadores como para ocupar tantas butacas de teatro? ¡Los hay!
Ayer fui a ver Los Puentes de Madison y flipé. Flipé con los artistas, con la brutal y complejísima escenografía, con el diseño de luces, con la orquesta en directo, con la historia…
La trama es historia del cine, es mítica y, aunque pueda antojarse lenta, encanta, encandila y enamora. Hace que te encariñes de los personajes, que sientas la pasión de un amor prohibido y que se te erice la piel con el sentimiento que Nina, la indiscutible protagonista, le pone a cada una de las notas que salen de su boca. Menuda artistaza tenemos y menudos compañeros la rodean: Gerónimo Rauch destaca en las tablas. Como siempre: Da igual que haga de Jesucristo en Jesucristo Superstar o de Valjean en Los Miserables… Siempre es icónico. Marta Valverde está deliciosa, divertidísima y aportando una frescura única a una obra que, sin ella, sería densa. Nando González, al que he visto en numerosas ocasiones de prota, pasa muy desapercibido como cowboy pero enamora con su voz y su guitarra.
De verdad… ¡Menudo lujo de elenco! ¡Vaya espectáculo musical! ¡Viajen a Madison ahora que está en la Gran Vía!
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