La comunicación y la alimentación, dos de las capacidades más importantes del ser humano, pueden verse alteradas en personas con discapacidad. Por sus patologías, estas personas pueden presentar problemas en la adquisición del lenguaje oral, en la deglución o incluso tener disfagia. Todas estas dificultades son tratadas en logopedia, disciplina encargada de la prevención, detección, evaluación e intervención de alteraciones en la comunicación, el lenguaje, el habla, la voz, la audición y en las funciones orales no verbales (respiración, deglución, succión y masticación), cuyo Día Europeo se celebra este lunes, 6 de marzo.
Un logopeda trabaja con personas con discapacidad de todo tipo (intelectual, sensorial o física) y de todas las edades. Su intervención comienza incluso en los primeros meses de vida ya que "es posible que un bebé prematuro o que haya nacido con alguna patología presente dificultades a la hora de amamantarse, por ejemplo, y haya que trabajar estas dificultades a la hora de succionar y alimentarse", comenta Laura Castro, logopeda pediátrica y secretaria de la Junta de Gobierno del Colegio Profesional de Logopedas de la Comunidad de Madrid (CPLCM).
El trabajo de un logopeda en atención temprana (de 0 a 6 años) es clave. "Antes de que llegue el diagnóstico, es importante prevenir las posibles dificultades que pueda haber. Desde hace unos años hay mucha demanda entre las familias para evaluar a los niños y ver si tienen una evolución adecuada. Por ejemplo, si tiene 2 años y no ha adquirido un registro de unas 50 palabras aproximadamente, tiene un retraso en el lenguaje y hay que trabajarlo", señala Castro. Los primeros años son clave en el desarrollo de un niño y una intervención precoz será vital para potenciar su progreso: "Cuanto antes empiece, más beneficios tendrá el tratamiento".
El tratamiento en logopedia suele relacionarse con la etapa infantil y juvenil, pero, subraya la logopeda, "la intervención en la edad adulta es también necesaria. La logopedia no tiene edad, es algo que te va a acompañar durante toda tu vida o en el momento que la necesites, ya seas un niño, un joven o un adulto".
¿En qué áreas interviene un logopeda?
Un logopeda interviene, por un lado, en la comunicación, el lenguaje, ya sea oral o escrito, el habla y la voz. Será el encargado de, en una persona con discapacidad auditiva, que aprenda a vocalizar, a emitir la voz de forma correcta o, si comienza a utilizar un implante coclear, ayudar a su adaptación, para que "aprenda a entender e identificar los sonidos que va a recibir".
El logopeda también intervendrá en la adquisición de la lectoescritura de personas con discapacidad visual o trabajará las dificultades en la comunicación de personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Además, será el encargado de implantar un Sistema Aumentativo y Alternativo de Comunicación (SAAC): "Son fundamentales para dotar de comunicación a aquellas personas cuyas dificultades a nivel intelectual o físico les impiden comunicarse. El ser humano siempre va a tender a comunicarse de alguna forma, incluso llorando, gritando o pegando si no tiene lenguaje. Al implantar un SAAC, le proporcionamos una forma de comunicarse que pueda ser útil y le integre en la sociedad", explica Castro.
Por otro lado, el logopeda trabaja también en las funciones orales no verbales, como son la respiración, la deglución y la disfagia. Muchos síndromes o discapacidades presentan dificultades para tragar alimentos o líquidos, que pueden acarrear posibles atragantamientos, complicaciones respiratorias, deshidratación, desnutrición o incluso infecciones pulmonares recurrentes.
Además, algunas personas con discapacidad tienen cierta aversión a algunas texturas de los alimentos, incluso al ruido al masticar. "Nosotros estamos ahí para evaluar cómo tiene que comer, cuál es la posición más correcta, qué textura es la que puede utilizar e ir avanzando en el uso de más texturas para que la comida no sea algo aburrido", señala la logopeda.
Asimismo, el logopeda ayudará a respirar de una forma correcta, clave a la hora de hablar, pero también muy importante en las degluciones disfuncionales. "Por ejemplo, las persona con síndrome de Down, que a veces tienen una lengua muy ancha, suelen ser respiradores orales, por lo que no trabajan la respiración nasal, que es la correcta. Nosotros intervenimos para trabajar el sellado labial, la respiración nasal o que coloquen la lengua en el lugar adecuado para que haya una correcta deglución", explica Castro.
Mejorar su calidad de vida
Intervenir en la comunicación y la alimentación de una persona supondrá, directamente, una mejora en su calidad de vida: "Estamos hablando de dar voz a quien no la tiene y de dar la seguridad en la alimentación a quien no puede comer sin riesgo".
Es imprescindible estar en contacto directo con el resto de profesionales porque el bienestar de esa persona no termina en el tratamiento en logopedia
"La naturaleza del ser humano es comunicarnos porque somos seres sociales y, si no tienes capacidad de comunicarte con un lenguaje, ya sea oral o escrito, señalando o signando, vas a comunicarte de una forma errónea: llorando, pegando o tirando cosas", comenta la logopeda. Esto conllevará, en muchos casos, problemas de conducta: "Cuando no te puedes comunicar, sientes frustración e infelicidad". Por tanto, dar las herramientas para que esta persona pueda comunicarse será darle la posibilidad de integrarse socialmente y mejorar su autoestima.
Evaluación e intervención
El tratamiento en logopedia se inicia con una evaluación de las capacidades de la persona, ya sea en cuanto a sus funciones verbales o no verbales. "Se hace una anamnesis, una entrevista a la familia para que nos cuenten cual ha sido su evolución y cuáles son las mayores dificultades que observan en la persona; se pasa una batería de pruebas y se hace también una observación del paciente", explica Castro.
Una vez obtenido el diagnóstico y considerado que debe iniciarse una intervención en logopedia, se establecen los objetivos generales que se quieren perseguir durante la terapia y, por cada uno de ellos, una serie de objetivos específicos: "A partir de ahí, vamos trabajando. Hay algunos que se dilatan mucho en el tiempo y otros que se van consiguiendo, y eso nos hace poder pasar al siguiente". Además, cada cierto tiempo se realizan revisiones y evaluaciones para saber en qué punto se encuentra el paciente.
La terapia de logopedia puede tener una duración limitada o prolongarse a largo plazo, todo dependerá de la discapacidad de la persona, las dificultades que presente y los objetivos que se plantee tanto el profesional como el paciente y la familia. "Hay veces que los tratamientos son intermitentes, en infantil y juvenil no es lo recomendable, pero una vez llegamos a una edad más adulta se puede hacer un parón y luego volver a engancharnos otra vez", señala Castro.
Comunicación con las familias y profesionales
La familia de la persona con discapacidad jugará un papel clave en la intervención en logopedia. "Muchas veces hay que hacer un tratamiento directo con el niño o adolescente y un tratamiento indirecto con la familia para acompañarlos en el camino y enseñarles cómo le pueden apoyar o cómo hay que utilizar un SAAC", afirma.
La comunicación con otros profesionales también es vital: "Trabajamos de forma multidisciplinar, con pedagogos, psicólogos, fisioterapeutas, incluso con los profesores. Estamos en contacto directo con ellos siempre y es imprescindible porque el bienestar de esa persona no termina en el tratamiento en logopedia, ya que la comunicación está directamente relacionada con el aprendizaje, con la atención o con la frustración por no poder comunicarse. Es fundamental que todos estemos enterados de cómo la persona va evolucionando en todos los tratamientos, es más, a veces estos tratamientos se solapan".
Una figura presente en centros sanitarios y educativos
Son múltiples los sectores en los que puede trabajar un logopeda. Uno de los puestos de trabajo más común lo desarrollan en hospitales y centros de salud, pero también se encuentran en centros educativos, centros de atención temprana o gabinetes privados. "Deberíamos estar muchísimo más en hospitales, en educación, en el área social, en residencias, centros de día…", reclama Castro.
En cuanto a su presencia en centros educativos, considera que debería ser una figura permanente "en todos los colegios, porque complementa al resto de profesionales que están ya trabajando dentro, interviniendo incluso dentro del propio aula o apoyando a otros profesionales que hay en el centro y aconsejando y explicando cómo tienen que manejarse en determinadas situaciones". Además, señala, "si hay niños con problemas de disfagia, el logopeda tiene que estar el comedor porque sabe qué material tiene que utilizar o qué posición es más segura".
Todavía no se le da valor a nuestra figura y no se piden logopedas en todas las partes donde son imprescindibles
Una figura aún por reconocer
Tal y como cuenta la logopeda, el grado en Logopedia da unos conocimientos muy generales de la materia y debe ser el profesional quien después continúe formándose. "Los logopedas que se dedican a la discapacidad tienen muchas herramientas, son muy creativos, crean sus propios materiales e invierten mucho tiempo en ello. Es totalmente vocacional, te implicas a nivel profesional y emocional y creas lazos muy importantes con las familias y con los pacientes", asegura la logopeda. Un trabajo para el que considera necesario tener "mucha empatía y ser tranquilo para saber manejar ciertas situaciones".
Pese a la gran utilidad y los grandes beneficios que tiene la intervención en logopedia, Castro considera que "todavía no se le da el valor que tiene a nuestra figura y no se piden logopedas en todas las partes donde es imprescindible que esté. Creo que es una profesión todavía joven, y algo desconocida, pero que se está abriendo camino y se está viendo ahora la importancia que tiene".
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