Nacional

Sánchez aguantará la coalición pese a estar "cansado" de las polémicas de Montero

La ministra de Igualdad, Irene Montero (d), durante una sesión de control al Gobierno mientras interviene el presidente Sánchez.
Eduardo Parra / Europa Press

Las peleas públicas de la coalición empiezan a harta al PSOE. Más concretamente, al secretario general y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ve "cansado" aunque con resignación cómo sus socios de coalición han elevado el tono por las últimas polémicas -sobre todo, con la reforma de la ley del 'solo sí es sí'-. Esto, a juicio de los socialistas, está suponiendo que no se conozcan los "avances" que el Gobierno está logrando, un problema que puede agrandarse si se tiene en cuenta el calendario, que traerá dos procesos electorales en los próximos meses. Por su parte, Unidas Podemos defiende que el problema no es el tono, sino las discrepancias políticas. Y avisan: mientras siga habiendo diferencias de fondo, será inevitable que se conozcan.

Según fuentes socialistas, el motivo del cansancio de Sánchez tiene nombres y apellidos: Irene Montero. En las filas del partido crece por momentos el cabreo con la ministra de Igualdad, contra la que deslizan una crítica por su "deslealtad" a la hora de gestionar la respuesta morada a la reforma socialista del 'solo sí es sí'. El PSOE ha llegado a pensar, incluso, que nunca quiso retocar una de sus leyes estrella. De hecho, desmienten las críticas de "traición" del sector morado porque, aseguran, ofrecieron a la ministra liderar una reforma del Gobierno en su conjunto para evitar la imagen del pasado martes.

Mientras el Pleno del Congreso debatía el pasado martes la toma en consideración -primer paso de la tramitación-, la bancada azul, la del Gobierno, estaba casi vacía. Solo acudieron la propia Montero e Ione Belarra, titular de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, que negaban con la cabeza cuando compareció Andrea Fernández, secretaria de Igualdad de los socialistas. Según otras fuentes, y pese a lo que podría intuirse, no hubo una orden de Sánchez a sus ministros de no acudir. Pero lo cierto es que ni él fue. Ni al debate ni a la votación. Como si quisiera aislarse del ruido de una polémica que amenaza con enturbiar como nunca el ambiente en la coalición. 

No obstante, esto no es nuevo para el presidente, que desde el comienzo de legislatura ha optado por no entrar al cuerpo a cuerpo con los ministros de Unidas Podemos y dejar que sean los titulares del PSOE quienes polemicen por él. Sonados han sido los enfrentamientos públicos de Belarra con Margarita Robles, ministra de Defensa. En la última, la segunda le pidió "humildad" a la primera.

La orden que sí aseguran que ha dado Sánchez a sus ministros es la de rebajar el tono y cuidar de la coalición. De momento, cueste lo que cueste. Esto lo confirmó en público María Jesús Montero, vicesecretaria general del PSOE y ministra de Hacienda, que esta semana pidió "no alimentar ninguna escalada de descalificativos ni de palabras", sino "seguir cosiendo" porque, dijo, "sigue mucho más lo que nos une que los que nos separa". "El programa de Gobierno que nos une es tan fuerte e importante que se pueden producir situaciones puntuales de discrepancia que se superan evidentemente porque nos debemos a los ciudadanos", añadió el viernes en una entrevista en RNE.

Unidas Podemos apunta a las discrepancias

Unidas Podemos, no obstante, no cree que el problema de los últimos días haya sido el "tono" de las declaraciones públicas y los reproches que se han dedicado los socios de coalición. Para los morados, el quid de la cuestión son las importantes discrepancias políticas de fondo que existen con el PSOE, en especial en lo relativo a la reforma unilateral de los socialistas de la ley del 'solo sí es sí', pero que también afectan a otros asuntos, como la negociación de la ley de vivienda o la reforma de la ley mordaza.

La tesis de Unidas Podemos es que, mientras sigan existiendo esas discrepancias, es inevitable que sigan visibilizándose. Y más, explican algunas fuentes, cuando la diferencia es tan grande como la relativa a la ley del 'solo sí es sí', que el PSOE ha tenido que empezar a tramitar de la mano del PP por la negativa de los morados a apoyar una reforma que no se ha pactado con el Ministerio de Igualdad. Lo cierto, no obstante, es que en las últimas horas Unidas Podemos ha evitado utilizar algunas de las expresiones que más han molestado al PSOE en las últimas semanas, como la acusación de que los socialistas quieren "volver al Código Penal de La Manada".

Los morados no reniegan del durísimo discurso de la diputada Lucía Muñoz el pasado martes en el Congreso, que soliviantó enormemente a los socialistas y que tampoco gustó a la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz. Pero este jueves la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez 'Pam', fue mucho más conciliadora y se limitó a pedir al PSOE que intente "recomponer la mayoría progresista" por "responsabilidad", ya que reformar la ley del 'solo sí es sí' con el PP "hace muy difícil" un acuerdo que mantenga el "consentimiento" como base para determinar cuándo se ha producido una agresión sexual.

Rodríguez quiso poner el foco en que las mujeres demandan que los socios se sienten, dialoguen y pacten una propuesta conjunta. Y en términos similares se expresó el jueves el presidente del grupo parlamentario de Unidas Podemos en el Congreso, Jaume Asens, que planteó que ahora es el "momento del acuerdo" y no de la "confrontación" respecto a la reforma. "No solo se puede sino que se debe" alcanzar una posición común que deje atrás los "reproches", defendió Asens.

Además, tras una semana muy complicada, el acuerdo que alcanzaron PSOE y Unidas Podemos este viernes para la segunda parte de la reforma de las pensiones ha contribuido a empezar a destensar el ambiente. De hecho, en unas declaraciones para valorar el acuerdo, el portavoz parlamentario morado, Pablo Echenique, quiso agradecer expresamente al ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, su "buena disposición" para negociar el texto final, unas palabras que no son baladíes tras unos días de alta tensión y en plena precampaña electoral.

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