En estos tiempos que corren en los que ya ni en la RAE son capaces de pactar dónde colocar las tildes, los rifirrafes se han convertido en algo inherente al ser humano en todos los órdenes de la vida. Hasta para reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres hemos tenido que ver desfilando varias manifestaciones distintas por las calles de Madrid, para mayor desorientación de las féminas de a pie, que al llegar no sabían ni de lejos a qué marcha sumarse. 

Ahora, el foco se ha situado en la ley mordaza, que se aprobó en 2015 y que vienen criticando desde entonces los grupos parlamentarios que suman mayoría en el Congreso, pero que esta semana no han sido capaces, por su parte, de ponerse de acuerdo en comisión ni siquiera para que continúe la tramitación parlamentaria de su reforma. Con todo ello, su cambio ha caído en saco roto y la ley quedará intacta como la dejó Rajoy. ¡Ni más ni menos!

En una legislatura en la que se aprobó la reforma laboral de milagro, gracias a la inestimable colaboración del ya mítico Casero, y en la que aún no se ha resuelto el lío de la ley del ‘solo sí es sí’, no es de extrañar que la ministra María Jesús Montero anunciase esta misma semana que el Gobierno, «ni más ni menos», había llegado consigo mismo a un acuerdo sobre las pensiones.

Dadas las circunstancias, coincido con ese «ni más ni menos» de la ministra, aunque lo suyo sería que el pacto fuera «ni más ni menos» entre las dos fuerzas mayoritarias del parlamento, teniendo en cuenta que se trata de un asunto crucial y que hay elecciones a la vista. De paso, sería conveniente un trato por la Educación, y ya de puestos, por la Sanidad. Entonces sí diría yo un «ni más ni menos».