Internacional

Entrevista

Jaume Duch, portavoz de la Eurocámara: "La UE está en un momento de reflexión sobre su propia autonomía"

Jaume Duch (Barcelona, 1962) es sin duda una de las personas que más y mejor conoce el Parlamento Europeo. Treinta años en la institución lo confirman. El director de comunicación y portavoz de la Eurocámara ha visto pasar presidentes, diputados, mandatarios... y ha visto avanzar a la Unión Europea a golpe de crisis, de retos que rompen tabúes y de fechas que han quedado marcadas en la Historia. Duch recibe a 20minutos en Bruselas, caminando por el Edificio Spinelli, y buscando respuestas a preguntas que quizás el Parlamento en particular y la Unión en general, en muchos casos, ni siquiera se habían hecho. Pero estos tres años han sido un electroshock. Cómo hemos cambiado.

Recién salidos de la crisis del euro llegó la pandemia, y ahora la invasión rusa de Ucrania. ¿Está la Unión Europea -y por ende el Parlamento Europeo- en el momento de mayor exigencia?Está en el momento de mayor exigencia, pero también en el momento de mayor aceptación. Estos últimos años han sido muy complicados a todos los niveles, para la UE y para sus instituciones también. La legislatura empezó en 2019 y al poco tiempo estábamos en el brexit, después llegó la pandemia y ahora la guerra; en paralelo con consecuencias directas e indirectas en la política económica o energética, el tema de la migración. Todo esto está encima de la mesa y creo que por una parte la gente se ha dado cuenta del verdadero valor añadido de la UE y al mismo tiempo hay un nivel de exigencia alto porque el mundo está cambiando a toda velocidad y es la Unión la que tiene que ayudar a adaptarnos a ese nuevo mundo.

¿Y esa exigencia ha potenciado el papel del Parlamento Europeo?Ha potenciado su papel y su visibilidad, igual que lo ha hecho con toda la UE. Si se compara el número de noticias que produce la UE ahora respecto a hace cinco años hay muchísima diferencia. Estamos hablando del Parlamento que inició la idea de poner en marcha el fondo de recuperación [posCovid] que ahora está ayudando a España a digitalizarse, en el tema energético, etc. Todo eso le da a la ciudadanía una visión mucho más cercana de la UE y del Parlamento Europeo. Eso también refuerza la exigencia de la que hablamos.

¿Cómo explicamos los últimos tres años?El mundo está cambiando a muchísima velocidad. Cosas que parecían evidentes en el siglo XX ya no lo son en el siglo XXI y eso lleva a la UE a un proceso de reflexión sobre su propia autonomía. Los ciudadanos europeos tienen que tener aseguradas una serie de cosas que antes y todavía ahora dependen de terceros países pero que ya tienen que empezar a depender de nosotros mismos porque lo contrario sería poner a la gente en una situación muy abierta. Hablo del acceso a la energía, no podemos depender de según qué terceros países para calentarnos en invierno; el acceso a productos de primera necesidad, recordemos lo que pasó al inicio de la pandemia simplemente para adquirir mascarillas o respiradores. También el tema de la Defensa y de la seguridad. Todo esto la tiene que asumir la UE.

Cosas que parecían evidentes en el siglo XX ya no lo son en el siglo XXI y eso lleva a la UE a un proceso de reflexión sobre su propia autonomía

¿Es aventurado hablar de refundación de la UE después de todo?¿Quizás de un punto de inflexión?La UE está completándose. La velocidad y las prioridades se adaptan a la realidad. Nadie hace tres o cuatro años pensaba que una de las prioridades de la UE iba a ser poner en marcha una política de coordinación sanitaria y ahora parece absolutamente evidente en caso de que llegue otra pandemia. Lo mismo está pasando ahora con la guerra en Ucrania: de repente todo el mundo se ha dado cuenta de que los presupuestos de Defensa no se pueden reducir cada año, que no todo puede depender de lo que haga la OTAN. No es que estemos refundando, lo que estamos haciendo es completar la UE en una serie de políticas que hasta hace poco parecían no demasiado urgentes y que ahora están en parte alta de la lista de prioridades.

Ha llegado la invasión rusa de Ucrania para agitar la arquitectura geopolítica, y la UE ha roto algunos tabúes, entre ellos el envío de armas. ¿Ha pasado la Unión a una era de 'poder duro'?Durante muchos años la UE pensaba que desarrollando una política comercial amplia, generosa, con prácticamente el resto del mundo iba a reforzar la multilateralidad e iba de alguna manera a asegurar los fundamentos de la paz. Nos hemos dado cuenta de que eso no es exactamente así. También hemos visto que lo que nos parecía natural, que es que la lista de países con regímenes democráticos fuera aumentando en el tiempo, tampoco está sucediendo. Más bien al contrario. Eso quiere decir que la UE tiene que replantearse la manera en la que ella se presenta ante el mundo. No hablaría de ser duro o ser blando, pero sí de entender que no basta con la política comercial, de desarrollo o no basta con defender los derechos humanos. Al mismo tiempo hay que estar preparados para hacer frente a situaciones provocadas por quienes no comparten estos valores.

En este escenario tan complejo, queda algo más de un año para las elecciones europeas. ¿Cree que son unas de las más importantes desde el inicio de la Unión?Yo creo que cada elección europea ha sido más importante que la anterior porque cada cinco años, si uno compara, la UE ha evolucionado, ha ganado más terreno, el propio Parlamento Europeo ha ganado más competencias o más influencia, que a veces es algo que está por encima. Entre el 2019 y el 2024 es muy clara la dinámica. ¿Cómo vamos a vivir los españoles en los próximos diez o quince años? La respuesta a esta pregunta va a depender en un grado alto de lo que haga o de lo que sea capaz de hacer la UE. El momento que tenemos los ciudadanos para intervenir en lo que va a ser el programa de trabajo de las instituciones europeas son precisamente las elecciones.

¿Y desde dentro se tiene la sensación de que los ciudadanos van entendiendo cada vez mejor el funcionamiento del Parlamento Europeo y de la Unión Europea?Sí. Respecto a la importancia de la institución, sí. Se ve en los medios de comunicación y nos lo dice el Eurobarómetro. Nos indica que el nivel de conocimiento y de confianza de los ciudadanos en las instituciones europeas ha ido subiendo y de hecho es más alto ahora de lo que había sido en el pasado. Y lo dice también la propia percepción de las discusiones en los Estados miembros. Ya nadie es capaz de proponer lo que tiene que pasar en su país sin ligar la política nacional a la política europea.

Jaume Duch Guillot (Barcelona, 1962)

  • Jaume Duch es el director de comunicación y portavoz del Parlamento Europeo, cargo en el que lleva desde el año 2006. En 1989 aprobó las oposiciones a funcionario del Parlamento Europeo con el número uno de la promoción y en febrero de 1990 se incorporó a la secretaría general de la institución. Además, fue portavoz del expresidente de la Eurocámara José María Gil-Robles. Desde 2014 es miembro del Consejo consultivo de la Fundación Jean Monnet.

Tras la cita electoral, ¿podría ser buen momento para hablar de reformar los Tratados? El Parlamento ya se ha mostrado a favorEl Parlamento propone una reforma del Tratado de Lisboa, y lo hace por convencimiento propio y también porque esa es una de las conclusiones más importantes de la Conferencia sobre el Futuro de Europa (CoFoE). Es verdad que muchas de las propuestas de la Conferencia se pueden lograr y de hecho se están logrando con el actual Tratado; pero es verdad que hay algunos límites, y algunas de las grandes reformas que habrá que hacer en el futuro -por ejemplo para ser capaces de ampliar la UE a otros Estados miembros- se tendrán que hacer con una reforma de los Tratados. Esto para el Parlamento no ha quedado abandonado, pero ahora donde se pone la atención es en ayudar a Ucrania. En el momento en que las instituciones puedan tener más tiempo para pensar la prioridad del Parlamento va a ser qué es lo que tenemos que modificar en el Tratado porque tenemos que completar la UE para que pueda ser eficaz en unos años en los que el mundo seguirá siendo muy complicado.

¿Se puede completar la Unión Europea?Siempre va a haber que avanzar porque siempre hay cambios. El mundo va a cambiar y la UE tiene que cambiar. Decir cuándo se puede cerrar la UE sería como decir que en algún momento la Unión ya tendría que ser incapaz de evolucionar. Hay que avanzar en la política fiscal, en la política exterior, en las políticas de seguridad y defensa, hay que aprobar una política de migración legal que todavía no existe. Todo eso hay que hacerlo, pero seguramente cuando lo hayamos acabado ya habrá nuevos retos o cosas que mejorar.

Uno de los momentos más delicados para la institución ha sido el escándalo Qatargate. Y aquí puede haber una doble lectura: la institución ha actuado rápido, pero... ¿ha habido una crisis de legitimidad del Parlamento en estos meses?No. Ha habido una cierta crisis de imagen porque lógicamente durante varios días las noticias que aparecían sobre el Parlamento Europeo no eran positivas. Es importante señalar que lo que sucedió los primeros días de diciembre ha servido para hacer reaccionar al Parlamento, con su presidenta al frente, y para completar las reglas internas de la casa y para reforzarlas y para cubrir una serie de aspectos de la vida del Parlamento y sobre todo de la interelación entre el Parlamento y quienes trabajan fuera de él. Son cosas que han sucedido y que no tendrían que haber sucedido.

[El Qatargate] ha servido para hacer reaccionar al Parlamento, con su presidenta al frente, y para completar las reglas internas de la casa

¿Hay cierto temor a que lo sucedido tenga una influencia negativa de cara a las elecciones europeas?Yo espero que no. Si todo lo que tenía que salir ya ha salido y ahora estamos precisamente en ese reforzamiento de las normas internas, de la transparencia, de la responsabilidad, lo que va a quedar de aquí a las elecciones será una imagen de un Parlamento que sabe responder y que sabe aceptar la crítica y que no se duerme en los laureles pensando que tiene unas normas que son mejores que las de los Parlamentos nacionales. Sí, lo son, pero si las podemos mejorar más ahora es el momento para hacerlo.

¿Cuánto de importante ha sido el papel de la presidenta Metsola en la reacción rápida ante el escándalo?Ha sido fundamental. Es verdad que desde el primer momento hubo una inmensa mayoría de diputados que se sintieron ofendidos, atacados, por lo que habían hecho una minoría ínfima de colegas suyos. La presidenta fue la que primero captó que su responsabilidad tenía que ser defender precisamente la reputación y la imagen de esa inmensa mayoría de diputados que están haciendo su trabajo, y que están trabajando mucho y bien, y que no tienen que verse salpicado. Ella ha jugado un papel muy importante en la aprobación de un paquete de 14 medidas que ya están empezando a aplicarse, y también en el hecho de que se haya puesto ya en marcha todo un proceso de discusión sobre otras medidas complementarias.

Jaume Duch, durante una rueda de prensa.
DAINA LE LARDIC

La fórmula de la 'policrisis' tiende a beneficiar el auge de movimientos y fuerzas euroescépticas. ¿Cómo cree que se han de combatir este tipo de discursos?La mejor manera de evitar que el euroescepticismo aumente es precisamente hacer bien el trabajo. Demostrarles a los ciudadanos que la UE es eficiente, sirve, les está ayudando, es un complemento muy importante de la acción de los Estados miembros. Y por lo tanto no tiene ningún sentido empezar a discutir sobre si quedarse o irse de la UE; esa es una discusión que la mayor parte de la gente cerró en cuanto vio las consecuencias del brexit. Ya no hablemos de la pandemia o ahora de la unidad en torno a la guerra. Pero al mismo tiempo tenemos que demostrarle a la gente que la Unión sabe adaptarse y sabe ser eficaz. Si no, ahí es cuando aparecen fuerzas políticas que o bien ponen de relieve los aspectos negativos o simplemente intentan pasar un mensaje de no servicio de la UE a los ciudadanos.

¿Qué UE le gustaría ver dentro de veinte años?La UE completa que permita que los europeos podamos seguir siendo la región del mundo en la que hay paz, más justicia, se respetan mejor los derechos, a las personas, en la que los Estados miembros están ahí para defender a sus ciudadanía y no para atacarla o amedrentarla. Esto significaría seguramente una UE con un nuevo Tratado, que habrá reforzado el concepto de ciudadanía europea, que tendrá políticas económicas, fiscales, sociales o medioambientales que funcionen correctamente y se complementen las unas con las otras, y que tengamos también un sistema que permita la participación de todos los ciudadanos.

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