Se define como neotenia al fenómeno biológico por el que algunos seres vivos, alcanzada la fase adulta, siguen conservando expresiones juveniles. Este proceso adquiere una especial importancia en la teoría del síndrome de la domesticación que hemos ejercido sobre especies animales como los perros. Una expresión facial más dulce y amigable parece haber sido el resultado de la presión selectiva realizada durante milenios. Dentro de los perros, hay razas donde este rasgo es más acusado, como en las braquicéfalas de hocico chato y grandes ojos, que hace que su expresión nos parezca más tierna y, por consiguiente, generan una simpatía inmediata.
El síndrome de la domesticación también influyó en las formas de las colas, el tipo de pelaje y en las orejas. Gracias al experimento de Dimitri K. Belyaev con zorros, iniciado a finales de 1950, hemos podido observar sobre la marcha cómo cambia la domesticación los rasgos físicos o morfológicos de un animal. Entre los zorros plateados que se usan para este singular programa científico, una de las alteraciones que mostraron los ejemplares domesticados fueron las orejas caídas.
Los primeros cánidos domesticados tenían orejas erguidas y hocicos largos o puntiagudos, similares a los de las razas nórdicas actuales y perros tipo spitz. Todas las orejas caninas, al margen de su forma, comparten la anatomía básica, que se compone de oído externo o pabellón auricular, que es la parte visible hecha de cartílago y cubierta de piel, el oído medio, que comienza al llegar al tímpano, y el oído interno, a partir de la ventana vestibular y que incluye la cóclea, el órgano de la audición.
La ciencia tras la forma de las orejas caninas
En un estudio realizado en 2015, los investigadores encontraron una fuerte asociación entre la forma de las orejas de los perros y un locus en el cromosoma 10. Para llegar a este resultado, realizaron secuenciaciones genómicas en diferentes razas de perros con variedad de formas de orejas y compararon estos resultados con el genoma de los lobos. Esto les permitió identificar variantes genéticas que luego evaluaron en un grupo más amplio de perros. De esta manera, fueron capaces de relacionar los haplotipos con la forma de las orejas.
En otra investigación más reciente, del 2019, identificaron los procesos evolutivos que han dado forma a la variedad fenotípica en los perros domésticos, incluyendo las orejas, y concluyeron que los resultados sugieren que es muy poco probable que las mutaciones que provocan tantas diferencias físicas entre los perros sea producto del azar, sino que refuerza la hipótesis de que son el resultado de la selección en la crianza de los perros domésticos.
A rasgos generales, las orejas caninas se reducen en tres grupos: erguidas, como la del pastor alemán, semierguidas, como la del border collie, y caídas, como las del cócker spaniel. Pero dentro de esta simplificación, a su vez hay diferentes alteraciones que dan una forma u otra a las orejas erguidas, semierguidas o a las orejas caídas e influyen en su posición en la cabeza o si tienen forma redondeada o en punta.
En este caso y ampliando el rango, existen seis formas básicas que son perros con orejas erguidas, orejas semierguidas, de botón, de orejas caídas, orejas en forma de rosa y orejas de murciélago.
Sea cual sea la forma de las orejas, es importante realizarles una limpieza regular, por lo que será muy útil acostumbrar a nuestros perros desde que llegan a casa a tolerar el procedimiento de manipulación y aseo.
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