Rebeca Marín Periodista y escritora
OPINIÓN

La magia electoral

Hay personas que nacen para estar encima del escenario y Antonio Díaz es una de ellas. Más conocido como El Mago Pop, el barcelonés de 35 años lleva toda su vida soñando con estar en los teatros y desde que a los 17 hizo su primer espectáculo de magia, no hay quien le pare. ​ ​Tras años con su programa en Discovery Channel, dónde ha alcanzado las televisiones de 150 países, en 2016 comenzó a romper todos los récords de taquilla de los teatros españoles hasta convertirse en el artista que más dinero recaudó en 2020 en el mundo.
Antonio Díaz, el Mago Pop
Hay personas que nacen para estar encima del escenario y Antonio Díaz es una de ellas. Más conocido como El Mago Pop, el barcelonés de 35 años lleva toda su vida soñando con estar en los teatros y desde que a los 17 hizo su primer espectáculo de magia, no hay quien le pare. ​ ​Tras años con su programa en Discovery Channel, dónde ha alcanzado las televisiones de 150 países, en 2016 comenzó a romper todos los récords de taquilla de los teatros españoles hasta convertirse en el artista que más dinero recaudó en 2020 en el mundo.

Nunca he creído en la magia ni me han gustado los magos, supongo que por lo mismo que no me ha tocado la lotería ni la tómbola, digamos que lo de ‘te puede pasar a ti’ se lo dejo a los americanos. Pero ayer vi el espectáculo del Mago Pop, un tipo menudo que, con menos de cuarenta años y en solo diez, ha pasado de hacer bolos y apenas poder pagar a su ayudante a comprarse uno de los teatros más grandes de EEUU, tener otro en Barcelona, ir a Broadway con su espectáculo y conseguir que su show sea el más visto y taquillero de todo el mundo.

Entenderán que él sí crea en la magia y diga eso de ‘nada es imposible’. Una noche en la que he alucinado con el ilusionismo, como el que nos venden los partidos en este año electoral, he visto trucos de cartas y ases en la manga, como los que se guardan los socios de Gobierno cuando les interesa, he sido testigo de esa magia que resulta incomprensible para los sentidos, como cuando vemos subir los precios en el súper de un mes para otro sin entender cómo es posible, con la cara atónita que solo produce lo ininteligible. He visto aparecer y desaparecer objetos, como el dinero de nuestros bolsillos, y acomodarse en los de los bancos con rescates continuos.

Me he sorprendido cuando, retando a todas las leyes de la gravedad, cosas han despegado del suelo hasta volar, como lo hace la inflación, cada vez más alta. En definitiva, he experimentado una performance completa, familiar, como la moción de censura de Abascal y Tamames, un espectáculo que, como el del Mago Pop, ha conseguido ser uno de los más vistos. Y después de todo, me temo que estoy más acostumbrada a la magia de lo que creía y, quizá, sea verdad eso de ‘nada es imposible’.

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