Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La historia de superación canceló el programa de Paz Padilla en Telecinco

Paz Padilla, en el programa 'Déjate Querer'.
Paz Padilla, en el programa 'Déjate Querer'.
Paz Padilla, en el programa 'Déjate Querer'.
Paz Padilla, en el programa 'Déjate Querer'.

Fugaz. Así ha sido el proyecto con el que Paz Padilla ha regresado a Telecinco. Las grabaciones de 'Déjate querer' ya han sido canceladas. El programa no ha cumplido expectativas de audiencia, pero tampoco define el momento en el que está la sociedad española. Mientras que las televisiones más importantes del mundo llevan décadas superando el género del programa lacrimógeno de testimonios, Mediaset ha intentado reproducir una vez más esta obsoleta fórmula del éxito.

La audiencia de 2023 no se siente representada por este tipo de televisión en la que se trata al sorprendido como un muñeco que exprimir en vez de una persona a la que entender. Menos aún en un sábado por la noche, donde el público huye del espectáculo de la mal llamada "historia de superación", eufemismo que se utiliza cuando se trata al protagonista con condescendencia para que el espectador se relama desde su casa pensando: "no me va tan mal".

Pero la vida real no es culebrón. Y la sociedad ha crecido en sensibilidades. Ya no entiende que un programa de televisión anime a una mujer que ha roto con su marido a volver con él por lástima. Pobrecito. Está solo, quiere cambiar. 'Déjate querer' lo ha intentado. Ha buscado el espectáculo del reencuentro incómodo. Quizá pensando que la audiencia se emocionaría esperando un final feliz en el que por arte de magia recuperan su relación y ya, desde ese mismo instante, todo es perfecto mientras se pegan un empacho de perdices. 

Pero el público de hoy tiene interiorizado que un final feliz no es aguantar promesas televisadas. Y saltan las alarmas cuando Paz Padilla exclama preguntas enquistadas al estilo "necesitas darle una segunda oportunidad a tu ex". Forzar determinados reencuentros da escalofrío de sólo verbalizarlo.

Ni siquiera con sorpresas a personajes famosos el programa ha destacado. Todo se siente demasiado prefabricado, aunque no lo esté. Todo listo para provocar la lágrima. Como consecuencia, 'Déjate querer' con Paz Padilla no ha conseguido hablar en el idioma de su tiempo. Parecía un refrito de un programa de sollozos de 1993. Con mucha luminosidad de pantalla de led, eso sí, pero las proyecciones y los focos de colores no evitan el sobresalto que despierta en la conciencia de la España actual asistir al espectáculo de cómo la tele intenta cazar décimas de share aprovechándose del vulnerable. Ahí está la esencia del fracaso de 'Déjate querer' con Paz Padilla. Faltó la complicidad del humor que no necesita hurgar en el dolor para que un invitado se abra, sobró el perturbador vacío de la pornografía sentimental.

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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