Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Crimea como moneda de cambio

El presidente ruso, Vladimir Putin, en Crimea.
El presidente ruso, Vladimir Putin, en Crimea.
EFE
El presidente ruso, Vladimir Putin, en Crimea.

Uno de los momentos más vergonzosos de la intervención de Ramón Tamames en la moción de censura fue cuando preguntó para qué sirve la Unión Europea, echó la culpa a Estados Unidos "de haber traído la guerra a Ucrania" e invocó la mediación de China para solucionar el conflicto. Ni media palabra sobre la responsabilidad del agresor, Rusia, y de los crímenes contra la humanidad por los que Vladimir Putin algún día tendrá que responder ante el Tribunal Internacional de La Haya. Por un momento, las ministras de Unidas Podemos, Ione Belarra e Irene Montero, debieron pensar que el candidato de Vox era también el suyo por el tono euroescéptico y antiamericano de sus palabras. Dos días después, se anunció que Pedro Sánchez iba a ser el primero de los líderes occidentales en visitar Pekín para conocer de primera mano el plan de paz que Xi Jinping acababa de presentar en Moscú. A China no se le escapa que España va a presidir la UE el próximo semestre y que Sánchez es un político hábil, bien valorado en el resto de las cancillerías europeas, aunque bastante menos dentro de su país.

Es una buena noticia que China quiera ejercer de mediador internacional porque eso le aleja un poco de Rusia, y evita que como mínimo le suministre armamento en un momento de claro agotamiento de sus recursos militares. La guerra se encuentra en un punto crucial tras el fracaso ruso en Bajmut y a las puertas de que Ucrania retome la ofensiva gracias a los nuevos tanques, vehículos de combate y otras armas que está recibiendo de Occidente. En las próximas semanas podríamos asistir a un avance territorial importante de las tropas de Kiev, y por eso Moscú redobla su amenaza con la única arma indiscutible que tiene, la bomba nuclear, en caso de que Ucrania intente recuperar Crimea, territorio que Rusia considera incuestionablemente suyo, y que se anexionó en 2014. Dicha península ya fue rusa hasta que en 1954 Nikita Jruschov la cedió simbólicamente a Ucrania, aunque el puerto de Sebastopol siguió acogiendo, una vez disuelta la URSS, la poderosa flota rusa del mar Negro. Crimea es un enclave estratégico para el control de las rutas comerciales y energéticas.

De ahí la importancia que puede jugar el plan chino, pues en el primero de los 12 puntos habla del respeto a la soberanía e integridad territorial de todos los países, y en el segundo, del respeto por sus "legítimas preocupaciones de seguridad". Una solución pasaría por Crimea, cediéndola legalmente a Rusia o negociando algún tipo de estatus especial de cosoberanía, a cambio de que Moscú abandone los territorios ocupados desde febrero de 2022. Pero todo dependeré de lo que ocurra en el campo de batalla, de la fuerza con que Ucrania llegue a la mesa de negociación.

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