OPINIÓN

Caerse del guindo

La vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, este jueves en Madrid.
La vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera.
EFE
La vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, este jueves en Madrid.

La polémica suscitada por el bono social del que se beneficiaron Enrique Ossorio y Mónica García (o su marido, que viene a ser lo mismo) es sorprendente en un contexto como el actual en el que cada uno va a lo suyo y que, por mucho patrimonio que tenga uno, nunca le parece suficiente. 

¿Es ético cobrar estas ayudas? No. ¿Es normal y esperable? Sí. Lo que más me asombra es la respuesta de la ministra Ribera, que se ha echado las manos a la cabeza ante la "falta de sensibilidad y solidaridad de algunos" por haber pedido unas ayudas destinadas a familias vulnerables.

Son unos bonos que lanzó el Gobierno en 2018 para paliar la pobreza energética, pero que, en cuyos requisitos de solicitud, no se fijaron unos ingresos mínimos para el caso de las familias numerosas. Han tenido que pasar cinco años para que la ministra se dé cuenta de que estos bonos se están pidiendo indiscriminadamente, independientemente del nivel de renta. ¿Qué esperaba? Dará gusto escudriñar la lista de los que se han beneficiado de estos.

En un país en el que casi una de cada diez familias con niños tiene problemas para pagar a tiempo su hipoteca o alquiler, nos hemos permitido el lujo de subvencionar la electricidad a los más ricos, sin olvidar los 20 céntimos por litro de gasolina o gasóleo que se han estado pagando indiscriminadamente para sufragar el llenado de los depósitos de los vehículos.

Ofrecer subvenciones al 100 % de la población, sin atender a sus peculiaridades de renta, es lo más insolidario que existe, al margen de una temeridad para las arcas públicas. En lugar de pedir responsabilidades, sería bueno asumirlas de forma inmediata y paliar cuanto antes una situación que es de lo más injusta.

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