Joan Ferran Historiador y articulista
OPINIÓN

Asesinos de canes

Ágata es una perrita que vivía junto a numerosos perros en muy malas condiciones. Llegó al refugio en mayo de 2021 y fue aquí donde descubrió que le gustaban las caricias, lo que era salir a pasear atada o tener un abrigo en los días fríos. Se trata de una perrita de 8 años, de carácter tranquilo y un poco desconfiada de las personas que no conoce.
Varios perros han sido envenenados mientras mientras disfrutaban de sus paseos junto a sus dueños.
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Ágata es una perrita que vivía junto a numerosos perros en muy malas condiciones. Llegó al refugio en mayo de 2021 y fue aquí donde descubrió que le gustaban las caricias, lo que era salir a pasear atada o tener un abrigo en los días fríos. Se trata de una perrita de 8 años, de carácter tranquilo y un poco desconfiada de las personas que no conoce.

No son los protagonistas de las novelas de Agatha Christie. No son doctores, aristócratas, mayordomos ni damas de compañía, pero mueren envenenados como ellos. Raro es el día que en nuestros pueblos y ciudades no pierda la vida un animal de compañía, generalmente perro, tras ingerir ponzoña.

Hay mucho desalmado suelto dispuesto a esparcir golosinas tóxicas en parques y jardines con el objetivo de exterminar mascotas. El arma favorita que en las narraciones de la imaginativa escritora británica usan los criminales es el veneno. También es el método predilecto empleado por los asesinos de canes de nuestro país junto a croquetas, salchichas y albóndigas rellenas de alfileres.

La Guardia Urbana ha abierto una investigación al respecto y se han difundido folletos preventivos. Pero, como es obvio, nuestras ciudades no cuentan con una legión de Hércules Poirot dispuesta a localizar exterminadores de animales. No obstante, la alerta y la autoorganización vecinal ha dado sus frutos.

En el distrito de Sant Andreu uno de estos desaprensivos fue pillado in fraganti. El dueño de un can observó como un personaje siniestro daba a su mascota comida que contenía una pastilla azul, el propietario del animal intervino rápidamente pero el rufián consiguió huir. Nuestro país cuenta con una buena legislación contra el maltrato animal.

La norma contempla penas severas para los infractores. Nadie debe tomarse la justicia por su cuenta pero, cuando proceda, no está de más alertar a las autoridades.

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