Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Rosa López y el yugo de las expectativas

Rosa, en 'El Hormiguero'.
Rosa, en 'El Hormiguero'.
20minutos | CARLOS LÓPEZ ÁLVAREZ/ATRESMEDIA
Rosa, en 'El Hormiguero'.

La trayectoria musical de Rosa López siempre ha ido unida a las expectativas de una sociedad que la quiere mucho. Aunque querer mucho no siempre es sinónimo de querer bien. Ya cuando la descubrimos en aquel ingenuo primer 'Operación Triunfo' empatizamos con una niña desconocedora del mundo, que no había salido de su pueblo y que escondía una portentosa voz que los prejuicios sobre el físico ajeno impedían vaticinar.

En aquel ya lejano 2001, conectamos con Rosa porque podía ser de nuestro barrio. Era imperfecta como nosotros y, al mismo tiempo, veíamos su evolución mientras empezaba a descubrir la vida real dentro de un ecosistema artificial como era la televisión. Todos sentíamos que crecíamos con Rosa como esperanzadora representante de que quizá todos podemos alcanzar deseos. Por muy perdido que estés.

Y Rosa López triunfó en la música. Ganó un concurso que traspasó las transversales barreras del fenómeno mediático. España no hablaba de otra cosa, España sintió que Rosa era la mejor porque su historia representaba a aquel país en el que los que van de listos daban una condescendiente palmada en la espalda a los pobres desorientados y los que habitan los extraradios construyeron un ilusionante vínculo de identificación con la concursante de OT.  Era la imagen de que todos pudiéramos florecer, aunque tus circunstancias culturales no ayuden.

Pero siempre queremos más. Y más. Rosa López se llevó la victoria de OT, logró el récord de audiencia español con Eurovisión y continuó creciendo. Aunque nunca ha podido escapar de las expectativas de una sociedad que la sigue sintiendo suya. Sin embargo, esa expectante ciudadanía da la sensación que pretende que siga siendo aquella niña de 2001 que ya no es. Porque obviamente la evolución ha seguido, corporal y emocional. 

Cada actuación pública de Rosa hoy es sentenciada más desde la nostalgia de cómo era antes que desde la comprensión que nos despertó cuando la conocimos. Equivocarse ya no es una opción. Paradojas del triunfo que nos explicaron mal. También a la propia Rosa. Porque el éxito no es una meta a la que llegas y te quedas. El arte suele ser más una montaña rusa de aplausos, soledad, esperanzas, de nuevo soledad... Y siempre planeando la alargada sombra del temor ante un futuro incierto, no con las mismas oportunidades y apoyos para todos. Aunque todos te repitan que te quieren mucho. 

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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