Miguel Bosé aupa la audiencia cuando habla en primera persona en entrevistas sobre los avatares de su vida. Sin embargo, no ha sido reclamo como jurado de Cover Night, el talent show de la noche de los sábados en La 1 que, ahora, vuelve a los jueves. El motivo del cambio de horario: huir de la contienda que tienen lista en el fin de semana Atresmedia y Mediaset al estrenar, a la vez, La Voz Kids en Antena 3 y Got Talent All Stars en Telecinco.
A veces, da la sensación que basta con un buen nombre como reclamo de un prime time. Pero para tener tirón como juez de un concurso de talentos es más importante que el espectador te comprenda.
Y ya hace bastante tiempo que a Miguel Bosé no le entendemos. No por su entonación vocal, sobre todo por la extraña empatía que producen sus disertaciones. Es difícil sentar cátedra sobre unos cantantes transmitiendo haber perdido la perspectiva de la realidad.
Entonces, el espectador desconecta ante discursos lentos, repetitivos y sin sustancia. Palabras superficiales hasta cuando venden profundidad. Así, por ejemplo, predica a un aspirante sobre su versión salsera de 'Se nos rompió el amor de tanto usarlo': "voz no te falta, lo que para mí te ha faltado, es swing y cadera. Para cantar estos ritmos, desde dentro, debe salirte el trópico". Directamente, el gusto personal prevalece sobre intentar dar herramientas a intérpretes novatos. ¿Por qué tiene que tener swing y cadera?, se pregunta la audiencia.
Es uno de los problemas de Cover Night : el espectador no se implica con los participantes porque los juicios del jurado priorizan lo espumoso de la anécdota de las vidas ajenas y pasan de puntillas por aquello que explica en qué ha fallado o acertado el cantante. Mónica Naranjo, curtida en estas lides, intenta dar trucos a los concursantes. Pero a Bosé, visto en un programa le has visto todos. No hay evolución en su vínculo con los participantes y sus consejos. Parece que le dan igual. Lo que proyecta frialdad, ya que el éxito de cualquier talent show está en crear percepción de familia entre todos los que juegan. También los jueces. Todos aprenden de todos, sin cambiar la personalidad de nadie por gustos de egolatrías personales. Eso ya es muy antiguo.
Sin una buena puesta en escena en cada actuación, sin un casting representativo de la música actual, a Cover Night sólo le quedaba la conexión de la audiencia con el jurado. Chanel es la gran victoriosa del programa, pues el formato ha mostrado una cercana espontaneidad que faltaba por descubrir fuera de los grandes escenarios eurovisivos.
En cambio, la mayor baza, por sus contadas apariciones públicas en España, Bosé, ha causado apatía a pesar de estar en el centro del interés mediático. Porque ser jurado de un talent show en 2023 va de la complicidad que enseña del tú a tú. La superioridad que desconcierta es más de la televisión de 2007.
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