El ‘heavy metal’ beneficia seriamente la salud mental

  • A pesar del sambenito que arrastra esta música, los estudios niegan que genere violencia ni conducta antisocial.
  • El 'heavy metal' se utiliza también como terapia psicológica contra trastornos y situaciones de estrés.
Concierto de la banda noruega de black metal Emperor en el festival Hellfest (Francia) en 2019.
Concierto de la banda noruega de black metal Emperor en el festival Hellfest (Francia) en 2019.
Selbymay / Wikipedia
Concierto de la banda noruega de black metal Emperor en el festival Hellfest (Francia) en 2019.

Hace algunas semanas los medios contaban un estudio del Hospital de la Princesa, en Madrid, según el cual la música heavy metal era capaz de inducir una mayor estimulación cerebral en pacientes graves sedados que la música clásica o la dodecafónica (un estilo muy técnico dentro de lo que algunos llaman “música culta”, surgido en el siglo XX). Los estudios que han relacionado la música con la actividad cerebral en distintas situaciones, ya sea por técnicas de neuroimagen o por electroencefalografía como en este caso, son relativamente habituales.

Si este en concreto se comentó bastante en los medios es, sobre todo y sin duda, por tratarse de un trabajo hecho aquí y difundido por nota de prensa. Pero no creo que sea muy arriesgado apostar que el resultado también ayudó a empujar la noticia hasta ese lugar debajo de los focos. Al fin y al cabo, insinuar que el heavy metal pueda tener algún efecto positivo es rompedor, ¿no?

Bueno, no. Otra cosa es que aceptemos a los daneses Volbeat y su The Devil’s Bleeding Crown como heavy metal, la elección de los investigadores. Nada que objetar al grupo en sí. Pero así como en clásica y dodecafónica han elegido representantes arquetípicos, Mozart y Schönberg, en cambio Volbeat resulta una opción bastante periférica como ejemplo de heavy metal. En el estudio los autores explican que, exceptuando a Mozart, procuraron seleccionar piezas no muy conocidas por el gran público, pero podían haber mantenido este criterio con una elección más representativa.

Un mito infundado

Pero vayamos a por qué la conclusión, los beneficios del heavy metal, lo único que rompe es un mito infundado, o un sambenito cansino. Todos los aficionados a lo que suele llamarse música extrema, como el punk o el metal en sus múltiples formas, llevamos toda nuestra vida oyendo hablar de los perjuicios de estos géneros musicales o de su relación con la violencia, la criminalidad, el comportamiento antisocial o las muertes prematuras, siempre por parte de aquellos que desprecian esta música y que históricamente han tratado de censurarla o de impedir su difusión.

Y por mi parte, llevo años trayendo aquí estudios que desmontan ese bulo persistente: que muestran cómo la música extrema beneficia la salud emocional, atrae más a una mentalidad analítica, no tiene el impacto negativo en los jóvenes que muchos le suponen, ayuda a afrontar riesgos, no es causante de mayores incidencias médicas en los conciertos que otros géneros musicales (aunque las que causa puedan ser peculiares), no incita a la violencia y aporta alegría y paz interior a sus seguidores. Y todo ello a pesar de que algunos investigadores hayan intentado demostrar algún tipo de perjuicio sin conseguirlo. Vamos, es que incluso, según un estudio de 2016, ni siquiera las letras de Black Sabbath incitan al consumo de drogas, lo que sorprenderá a muchos de los propios seguidores del grupo.

También he hablado aquí de la relación entre ciencia y punk, a través de las historias de algunos músicos punk que también son o han sido investigadores científicos, como Greg Graffin de Bad Religion, Dexter Holland de The Offspring, Milo Aukerman de Descendents o Bill Cuevas de Conflict.

Según 'The Lancet Psychiatry', el metal mejora la salud mental de millones de fans en todo el mundo

En febrero de 2021 un editorial en The Lancet Psychiatry se ocupaba una vez más de desterrar el mito de la relación entre heavy metal y desórdenes mentales, sociales o de conducta, comentando algunos bulos extendidos al respecto que han intentado culpar a este género musical de “asesinatos en masa y suicidios”, de “glorificar el racismo y el sexismo” y de “promover imprudentemente una cultura de excesos hedonistas, plagada de alcohol, drogas y una insana obsesión por lo oculto”. Sobre casos como la violencia asociada al nacimiento del black metal noruego a comienzos de los años 90, el editorial dice que el metal “es un microcosmos de la gran sociedad, con una minoría empeñada en corromper el arte para causar daño”. “El metal es, para millones de fans en todo el mundo, una herramienta esencial para mantener y mejorar la salud mental”, resume el editorial.

También en 2021, un estudio en BMJ sobre gran parte de la población finlandesa no encontró ninguna asociación entre la densidad de bandas de heavy metal y mayores tasas de mortalidad, problemas relacionados con el alcohol, daños autoinfligidos u otro tipo de problemas de salud. Más bien al contrario, encontró una relación inversa; y los autores concluían que una escena vibrante de heavy metal puede “promover la salud a través de estilos de vida más saludables, mejores mecanismos de resolución de crisis y un sentimiento de comunidad más fuerte”. Vaya esto para quienes intentan uniformar los hábitos de la gente joven entendiendo una equiparación entre heavy metal y una vida insana.

Terapia psicológica y emocional

También en BMJ respondían al estudio finlandés la psicóloga clínica Kate Quinn y la especialista en salud mental Angela Glaves. Ambas son responsables de un programa en Reino Unido llamado Heavy Metal Therapy, que utiliza el metal como herramienta de terapia psicológica y emocional entre sus seguidores, con historias de éxito en la lucha contra el bullying, la ansiedad, el duelo o la falta de autoestima. En su artículo, Quinn y Glaves mencionaban el “creciente cuerpo de trabajos que sugieren que, en contra de lo que se presupone, escuchar heavy metal y asistir a conciertos de heavy metal puede ser beneficioso para la salud mental”.

“En contra de lo que se presupone”, decían Quinn y Glaves, porque aún se arrastra el tópico. Cuando los medios informan de estudios sobre los beneficios de la música extrema para sus seguidores, suelen hacerlo con sorpresa, o hablar de cómo a pesar de su “mala reputación”, el heavy metal

En 2022 una amplia revisión elaborada por psicólogos de la Universidad Macquarie de Australia destacaba las mismas conclusiones, subrayando algo obvio, pero que merece la pena mencionar: el hecho de que entre algunos fans del metal sí existan problemas de violencia, comportamiento antisocial y otros no implica que la música sea la causa. Recordemos que correlación no es causalidad. Los investigadores se preguntan: “¿Causa o refuerza el heavy metal problemas psicológicos en ciertos individuos, o es que las personas con problemas psicológicos preexistentes gravitan hacia esta música, tal vez porque es consistente con su experiencia y provee un sentido de pertenencia y consuelo?”

Por regresar al ejemplo más clásico y brutal, podría decirse que los suicidios, asesinatos y quemas de iglesias que sacudieron la escena del black metal noruego en los 90 no eran un efecto de la música, ya que los protagonistas de estos sucesos no fueron fans enloquecidos, sino los propios músicos que inventaron el género. Sus actos eran producto de lo que ya existía en sus cabezas, y la música era otra de esas manifestaciones. Sin duda, el black metal continuará siendo un refugio propicio para los tarados del mundo. Pero dejando de lado lo que no por más notorio deja de ser excepcional, para una parte de la escena el black metal es una vía para cuestionar y desafiar las convenciones sociales, lo cual es perfectamente legítimo. Para el resto es solo música, y de hecho uno de los géneros más creativos y musicalmente fértiles del panorama actual. Y hoy uno puede escuchar a Mayhem, Emperor o Burzum, grupos implicados en aquellos sucesos, sin que le entre la necesidad imperiosa de matar a nadie ni de quemar iglesias.

En algunos casos las recomendaciones se han basado en estudios que reflejan la experiencia de quienes no son fans de esta música

Por supuesto, no se trata de que todo el mundo tenga que escuchar música extrema. De hecho, y por si hiciera falta algún estudio para avalar lo evidente, los investigadores australianos también recuerdan cómo escuchar heavy metal para aquellos que no entienden esta música y no la disfrutan sí puede tener un efecto negativo en su bienestar mental y emocional. Y en sus nervios, sin duda. El problema, apuntan los psicólogos, es que los resultados de estos estudios se presuman también válidos para los fans, cuando en este caso el efecto es el opuesto. “Hay un riesgo de que las actitudes sociales, las decisiones normativas y las recomendaciones terapéuticas se basen en estudios que reflejan la experiencia de los no fans, en lugar de la de los fans que realmente participan de esta música”.

En resumen, se trata solo de que, como escribía en The Conversation el psicólogo y amante del heavy metal Nick Perham, en este párrafo intraducible porque hila títulos de varios temas clásicos, “so, you beautiful people, whether you’re heading out to the highway to hell or the stairway to heaven, walk this way. Metal can make you feel like nothing else matters. It’s so easy to blow your speakers and shout it out loud. Dig!

Javier Yanes
Periodista, escritor, biólogo y doctor en Bioquímica y Biología Molecular

Soy periodista, biólogo y doctor en Bioquímica y Biología Molecular. Antes de dedicarme al periodismo, en los años 90 trabajé en investigación en el Centro Nacional de Biotecnología y publiqué 19 estudios científicos y revisiones. Como periodista de ciencia, fui jefe de sección de Ciencias del diario Público, y entre mis colaboraciones figuran medios como El País/Materia, El Huffington Post, ABC, Efe o BBVA OpenMind, entre otros. En mis ratos libres también intento viajar y escribir sobre viajes. He publicado tres novelas: 'El señor de las llanuras' (Plaza & Janés, 2009), 'Si nunca llego a despertar' (Plaza & Janés, 2011) y 'Tulipanes de Marte' (Plaza & Janés, 2014).

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