Entrevista

Silvia Pérez Cruz: "Cantar y tocar en directo es reencontrarme a mí misma"

La cantante Silvia Pérez Cruz.
La cantante Silvia Pérez Cruz.
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La cantante Silvia Pérez Cruz.

Incluso en el breve lapso de una entrevista en las oficinas de Sony, su discográfica, en Madrid, con el tiempo limitado por la salida de su ave, Silvia Pérez Cruz (Palafrugell, Girona; 1983) es capaz de contagiar su hermosa energía. Con una chaqueta amarilla que evoca la portada de su nuevo disco, Toda la vida, un día, y frente al vinilo y al CD, la cantante y actriz desentraña los secretos de su última creación. Un álbum conceptual, el octavo, que empezó a fraguarse durante el confinamiento.

¿Por qué un disco conceptual y sinestésico alrededor de las etapas de la vida?La idea surgió a mitad de proceso, después de componer una canción para la cantante argentina Liliana Herrero, que ahora tiene 74 años. También coincide con el momento en el que cumplo 40 años y puedo repasar lo que me ha ocurrido y lo que está por venir. Entonces, decido ordenar las sonoridades por movimientos, como se hacía con la música clásica.

Un ciclo vital de 69 minutos y 21 canciones estructuradas en cinco movimientos: La Flor (hasta los 20 años), La Inmensidad (de los 20 a los 40), Mi jardín (de los 40 a los 60), El Peso (de los 60 en adelante) y Renacimiento. ¿Los colores -uno para cada etapa– responden a algún sistema poético?Quería acercarme al cuento; de ahí la tapa dura del soporte físico. Hemos trabajado mucho tiempo con el artista Borja Cámara en las ilustraciones en las que sale una mujer que va transitando por distintas edades. Me interesaba también asociarlo al ciclo del año, a las estaciones. Así que busqué cómo se explicaban en colores. En el movimiento de la infancia, la música es más luminosa, como un sol brillante; de ahí, el amarillo. El renacimiento tenía que ver con la sangre, el latido, la creación. La vejez, con el negro y el blanco, porque contienen todos los colores.

En una de las canciones, confiesa: "Quisiera cantar para curarme". ¿Cuánto hay de exorcismo, de sanación, en su arte?; ¿cómo le sirve para sanar?Cantar y tocar en directo es reencontrarme a mí misma. Es algo místico que me ayuda a ubicarme y a celebrar la felicidad más absoluta, el amor más universal. La música limpia lo que duele: para mí es salud.

Ha afirmado que cantar es como salirse de sí misma, que cuando canta no es "ni joven ni vieja", porque "se entra en trance y se para el tiempo"…Cuando canto, intento abrir puertas, no pensar, para que pase a través de mí toda la emoción. Después de un concierto, se me acercó una mujer y me dijo: '¿quién te ha contado mi pena que la has cantado?'. Y yo le respondí: 'es que no canto tu pena ni la mía; canto la universal'. La mía toma tanto espacio que duele. Pero si le cantas a la alegría o al desamor, sanas y compartes, al menos, en mi caso.

La poesía está muy presente en su vida [su madre es la cantante y poeta Gloria Cruz i Torrellas] y en su obra. En Una vida, un día están los versos de la uruguaya Idea Vilariño o de William Carlos Williams.Es bonito que la poesía de otros nos ayude a ordenar la inmensidad de la vida. Para el segundo movimiento quería experimentar más con los sonidos, y es ahí donde están estos poemas a los que he llegado por recomendación. Aterrados de William Carlos Williams me lo pasó Elena Córdoba y a Idea Vilariño la conocí por Pablo Messiez. Conecté muchísimo.

"Si le cantas a la alegría o al desamor, sanas y compartes"

"Sin arriba, sin abajo, sin principio, sin fin. Sin este, sin oeste, sin lados ni costados y sin centro…"Eso es. Ese poema de Vilariño es espectacular y muy musical.

En Nombrar es imposible, reflexionas sobre los límites de la palabra. ¿La música llega ahí donde la palabra no llega?Sí. La música es para todos, para el más matemático, el más abstracto, el más culto, el más inculto… Es un milagro. No me deja de sorprender. Conmigo, funciona como un termómetro: me dice cómo estoy. No la puedo engañar. Es un amparo.

En el tema Sin vuelve al saxo. En el arte, la relación con las herramientas no es siempre sencilla. Pueden entorpecer. Pienso en El contrabajo de Patrick Süskind, un monólogo que retrata a un músico que ama y odia su aparatoso instrumento… ¿Cómo ha sido regresar al saxo?El viaje con un instrumento es una relación de amor-odio. Transmitir lo que sientes con un instrumento requiere pasar por algo matemático que, al principio, es contradictorio con la emoción. Pero, con el tiempo, conectas y la técnica se diluye… es como si cantaras. Estudié saxo desde los siete años, piano desde los cinco, la guitarra estaba en casa…: tengo una relación diferente con cada instrumento. El saxo siempre fue como mi instrumento; en mi pueblo, todo el mundo sabía que lo tocaba. Cuando empiezo a cantar profesionalmente y me siento libre, el saxo se vuelve un freno. Siento que miento, porque tengo que traducir el sentimiento a la limitación de lo que hacen los dedos, una técnica que va evolucionando. Ahora, puedo volver y disfrutar. Es una manera distinta de expresarme.

Le veo como una creadora muy trabajadora a la que le gusta pensar en la música como un oficio. ¿Cree que falta oficio en la música, que es fácil que cuando el éxito llegue nos olvidemos de lo artesanal?Se está perdiendo, sí. Creo que lo estoy reivindicando, siempre me ha gustado el proceso. El escenario, por ejemplo, no tiene nada que ver con el pensamiento: es animalidad y tienes que pensar lo mínimo porque si no se cierran las puertas. Pero antes, hay todo un trabajo. Me gusta mimar la composición, las letras –en este disco hay una evolución grande–, los arreglos, la producción…; dedicarles el tiempo que necesitan. Hoy todo esto es rápido, efímero y se descuidan muchas cosas. Eso sí, creo que hay que saber aprovechar el impulso. La melodía y las letras de este disco fluyeron.

"Transmitir lo que sientes con un instrumento requiere pasar por algo matemático que, al principio, es contradictorio con la emoción"

¿Como un rapto?Sí. Y estoy muy contenta de esa conexión tan directa con la palabra. Antes no la tenía. Todos estamos en una vorágine: encontrar el equilibrio entre la belleza del impulso y el tempo lento de la artesanía es clave. Necesitamos tiempo para reflexionar.

Uno de los consejos que le dio tu profesor de saxo, Manuel Mañogil Lucas, que se encargó de tu formación de los siete a los dieciocho años, fue: "No te olvides de que la música es para pasárselo bien". ¿A pesar de ese esfuerzo, cuando crea música, se lo pasa bien?Los ingleses, los franceses, hablan de jugar, play music. Yo me lo paso muy bien. Este disco me ha ocupado tres años: pensar lo que compongo, de qué color lo veo, la forma, el orden, cómo contarlo, cómo explicarlo… Son 21 canciones, 69 minutos, así que pienso en una serie: si alguien no puede hacer el recorrido entero, puede escuchar un movimiento –unos doce minutos–, como si fueran capítulos de una serie. Mi intención no ha sido limitarme a cuidar la canción; sino cada movimiento y el disco entero.

Parece increíble que a las mujeres se nos siga viendo solo como musas o intérpretes cuando somos creadoras, productoras… Hace poco dijo: "También pensamos. Mis discos me los produzco yo. Es triste tener que reivindicarlo, pero me voy dando cuenta de que es necesario. Si uno no dice nada, se presupone que no lo has hecho tú".Me nace contarlo porque se presupone que si no lo dices siendo mujer es que no lo has hecho tú… Siempre he estado comprometida con todo el proceso. En la discográfica me propusieron en esta ocasión hablar de cada parte del proceso de creación. Igual es mucha información, pero puede crear más conexión con las canciones.

Alejarse de las modas no es usual, aunque creo que cada vez tenemos menos prejuicios musicales en España, pienso en los 90, cuando estábamos más encorsetados y en lo alternativo se miraba fuera y se cantaba en inglés. ¿Cómo vive usted, que siempre lo ha hecho, experimentar con el flamenco, la copla, la bossanova, las jotas…?He estado enamorada de la música toda la vida, me cuesta mucho ordenarla en estilos. Entiendo que cada uno tiene un lenguaje, pero para mí todo es música. Depende de lo que necesite expresar: necesito la fuerza del flamenco, pero quiero una actitud punky, unas letras poéticas, que suene popular y arriesgar con sintetizadores. Yo estoy abierta a eso y es algo que valoro en cada canción.

El 25 de abril la veremos en el Circo Price de Madrid, ¿qué ha sido lo más difícil de adaptar el disco al formato del concierto?En este disco hay 90 músicos, el reto ha sido traducirlo a tres, cuatro contándome a mí. También he dibujado el escenario, los colores, el vestuario… [me muestra unas ilustraciones].

¿Me puede hablar de la gira con el músico irlandés Damien Rice?Es un regalo… Abro yo, cantando; luego, él y luego los dos durante 45 minutos acompañados por una bailarina. Con 40 años soy más consciente de las oportunidades. Salas llenas de 3.000 personas en los mejores auditorios de Europa; el Grand Rex de París, por ejemplo, donde me emocioné cantado a Edith Piaf. He aprendido mucho.

María Ovelar
Escritora y periodista

María Ovelar es escritora en sentido amplio: poeta (dos libros publicados en Valparaíso ediciones), autora de relatos, periodista, traductora (inglés, francés e italiano), copy creativa, performer y DJ. Además de colaborar con EL PAIS, periódico donde trabajó durante trece años, escribe en 20Minutos, Cuadernos Hispanoamericanos y varias publicaciones de Condé Nast. También ha trabajado como profesora de Literatura española y de español y francés en la India (Mahindra United World College). Licenciada en Traducción e Interpretación, master de EL PAIS / UAM y Bachillerato Internacional con una beca en el United World College of the Adriatic. Es la fundadora de LaSafo, sello con el que ha organizado retiros de yoga, meditación, escritura y varios cursos de escritura en bibliotecas e institutos. Organiza eventos culturales desde 2018.

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