El fútbol, la gran pasión de Guillermo, joven con autismo: "Desarrolla su autonomía y la parte social, que a él le cuesta tanto"

Guillermo, jugador del Atlético de Madrid en la Liga Genuine
Guillermo, jugador del Atlético de Madrid en la Liga Genuine
CEDIDA
Guillermo, jugador del Atlético de Madrid en la Liga Genuine

Las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) tienen dificultades para comunicarse y relacionarse con el resto de personas. Este el caso de Guillermo, de 17 años, quien ha encontrado en el fútbol no solo una gran pasión, sino también una forma para mejorar sus habilidades comunicativas, sus relaciones sociales y su autonomía, sus principales dificultades. El joven juega en La Liga Genuine, integrada por personas con discapacidad intelectual. En su caso, forma parte del equipo de la Fundación Atlético de Madrid. "Todos los chicos que participan, cada uno con una dificultad, se esfuerzan y comparten valores muy bonitos como el compañerismo. Emociona ver cómo se apoyan y se ayudan", señala Bárbara, su madre.

Guillermo fue diagnosticado de TEA con dos años. Hasta el año y medio, el niño solo había mostrado pequeñas señales, como inmunidad al dolor cuando se caía, pero su madre admite que "para alguien que realmente no sepa mucho del autismo, como nosotros, pasó absolutamente desapercibido, incluso teniendo un niño 12 meses mayor que él, con quien podíamos compararle". Después, cuenta, se produjo "una desconexión absoluta, le llamabas y no se giraba, de repente se metió en su mundo". Comenzó entonces un proceso de consultas a distintos especialistas que llevaría a esta familia varios meses hasta dar con el diagnóstico.

Aprender de cero con la metodología ABA

El pequeño, entonces, tenía "problemas de comunicación, ausencia total del lenguaje y no compartía tampoco sus intereses, que eran muy estereotipados". En un inicio, Guillermo comenzó a recibir estimulación hora y media al día en casa, pero sus padres apenas notaron cambios. Durante esos meses, varios especialistas médicos de Estados Unidos recomendaron a la familia comenzar con el método de Análisis de Conducta Aplicada (ABA, por sus siglas en inglés), dirigido a niños con dificultades de aprendizaje, como puede ser el caso del autismo, para fomentar habilidades necesarias para un desarrollo y autonomía óptimos. "Había tantísimas cosas que tenía que aprender que no había tiempo que perder y lo primero era la autonomía básica", señala la madre.

Guillermo empezó con tres años a recibir esta terapia en casa, de forma muy intensiva y progresiva y "la mejoría fue increíble", destaca su madre. "Cuando antes se empiece los resultados son mejores. Se comienza por el entorno natural, en la casa y con la familia, a trabajar la autonomía. Una estrategia de este método es el refuerzo positivo, cuando un comportamiento es adecuado se suele recompensar con algo agradable, como puede ser jugar a algo divertido o simplemente que reciba un halago, y así el niño va aprendiendo y moldeando todo, desde, por ejemplo, el pedaleo para montar en bicicleta o coger un lápiz", explica Bárbara. 

Otro de los aspectos importantes de este método es la individualización: "El espectro autista es muy amplio y cada niño es diferente y aprende de una forma diferente, hay que dar con la tecla de cada uno". Por ello, con cinco años, Guillermo cambió de especialista para empezar a trabajar el lenguaje: "Empezó a hablar, leer, y escribir casi de forma simultánea". Esta terapia, financiada por los padres, está cubierta en gran parte en EE UU.: "Depende del estado, a lo mejor pagan el 80%, incluso el 100% o los propios seguros médicos lo incluyen".

La terapeuta le ayudaba a aprender a comportarse en un entorno normalizado, a saber las reglas de conducta básicas y a interactuar con sus compañeros

De la educación ordinaria a la especial

Con el inicio de la educación obligatoria, a los 6 años, Guillermo comenzó su etapa escolar en un colegio ordinario, al que acudía siempre acompañado por una terapeuta, que sus padres financiaban de forma privada. "Le ayudaba a aprender a comportarse en un entorno normalizado, a saber las reglas de conducta básicas y a interactuar con sus compañeros", cuenta Bárbara. A pesar de sus dificultades de comprensión, el niño, con una gran memoria, se creaba sus propias estrategias a la hora de estudiar. Esto, además de la ayuda de la profesional, hicieron que su experiencia en este centro fuera muy positiva. "Como siempre fue acompañado de la terapeuta, que normalizaba la situación, nunca hubo bullying. Los compañeros siempre le intentaban ayudar, jugaban con él y le invitaban a las fiestas de cumpleaños".

Sin embargo, al finalizar Primaria, los padres consideraron que era necesario escolarizar al niño en Educación Especial: "Su aprendizaje es distinto y en esa etapa empezaban las redes sociales y comenzaba a haber demasiada diferencia entre él y sus compañeros. Él evolucionaba ya de una forma muy diferente, tenía una conversación y unos intereses más limitados y encajaba menos". Por esta razón, Guillermo comenzó con 12 años en ‘El Cole de Celia y Pepe’, colegio de educación especial de la Fundación Querer: "Le ha ido fenomenal porque es un cole pequeñito y justamente él necesitaba eso, una atención lo más individualizada posible porque cuanto más individualizada sea más va a aprender".

Durante cuatro años, Guillermo aprendió, primero, a ser más autónomo, ya que "era muy dependiente de su terapeuta" y comenzó a compartir e interactuar con sus compañeros. "En el colegio también tenía todas las terapias integradas. La logopedia le vino muy bien para mejorar el lenguaje y la comprensión, sus áreas más afectadas, y también mejoró mucho sus rigideces", señala la madre.

Hace un año, Guillermo comenzó una nueva etapa en el colegio Virgen de Lourdes, donde sigue cursando Educación Básica Obligatoria (EBO) y también realiza terapias durante su horario escolar. Es su segundo cambio de centro escolar, pero, para el joven, esto no ha supuesto un problema: "Al principio era muy rígido, pero lo hemos trabajado mucho, hemos hecho muchos cambios en su vida, y se ha adaptado fenomenal desde el principio".

Cambios que, además, han merecido la pena por lo que ha aportado la educación especial a Guillermo: "Él sacó la Primaria sin ningún tipo de adaptación curricular, pero en el fondo no era funcional para su vida porque sabía mucho de memoria, pero no comprendía el significado, y vimos que en la educación especial encontrábamos esa funcionalidad. Buscábamos que fuese lo más funcional posible y también entendimos su limitación, es decir, que no iba a poder estudiar una carrera y desempeñar un trabajo como sus hermanos". "Su aprendizaje en especial evolucionaba mejor porque estaba todo más orientado a su forma de aprender y a sus necesidades, era un traje más a medida" y, a nivel social, "todos están más a la par y sus intereses son similares. Ahí era uno más".

Guillermo ahí era uno más. Su aprendizaje evolucionaba mejor porque estaba todo más orientado a sus necesidades

El fútbol y la pintura, sus dos grandes pasiones

Una de las pasiones de Guillermo es la pintura. En ‘El Cole de Celia y Pepe’, el joven participó en el proyecto ‘Waves Socks’, diseñando calcetines solidarios como parte de la iniciativa ‘Crea tu empresa’, cuyo objetivo es que los alumnos trabajen la funcionalidad y la aplicación de los contenidos curriculares a la vida cotidiana para fomentar su inclusión en el mercado laboral. "Le encanta la pintura y es una forma de comunicarse y de compartir su visión del mundo, que es muy diferente", cuenta Bárbara.

Guillermo realizando uno de los diseños.
Guillermo realizando uno de los diseños.
FUNDACION QUERER

A este hobby se le unió también el fútbol. "Guillermo empezó en el proyecto de fútbol terapéutico de la Fundación Querer. Le gusta mucho el deporte y se lo pasaba muy bien jugando como portero", señala Bárbara. El joven fue uno de los primeros alumnos en formar parte de esta iniciativa, que nació en 2018 de la mano de la entidad junto a Fundación Atlético de Madrid, y de la que ya se han favorecido más de 150 menores con necesidades especiales. "El deporte siempre es importante, pero para estos niños es fundamental para desarrollar, por ejemplo, esa parte social que a él le cuesta tanto y ahí fluye con más facilidad. Él es quien busca a sus compañeros", añade la madre.

Esta pasión le llevó a continuar con este deporte después de cambiar de colegio. Gracias al aprendizaje y su experiencia en 'El Cole de Celia y Pepe', Guillermo comenzó a entrenar con la Fundación del Atlético de Madrid dos tardes a la semana y a competir en La Liga Genuine. De forma periódica, si le convocan, se traslada de ciudad durante un fin de semana para jugar, algo que, en el caso de Guillermo, "le ha servido también para su autonomía. Como siempre está con su familia, esto le da la oportunidad de pasar un fin de semana con sus compañeros, compartiendo todo el día, las actividades y compitiendo". El joven tiene, cuenta su madre, una relación "estupenda" con todos ellos: "Le ayudan y enseñan para que aprenda autonomía. Los entrenadores me dijeron que, entre la primera convocatoria y la segunda, ya habían visto avances en autonomía".

"A Guille le ha cambiado la vida el fútbol", asegura Antonio, su abuelo, en un vídeo de Fundación Atlético de Madrid. "Desde que juega en La Liga Genuine y es portero ha pasado de estar dentro de su mundo y sin comunicarse a tener una relación con sus compañeros". "Ha mejorado mucho, porque al relacionarse, está mucho más feliz", comenta su abuela, María del Carmen.

El fútbol es, además, una oportunidad para visibilizar realidades como la de Guillermo, con TEA, personas que suelen tener más dificultades para encontrar actividades adaptadas a ellos: "Como el autismo es un espectro tan amplio lo que le va bien a uno no le va bien a otro y lo que encontrábamos eran actividades grupales que no tienen una atención tan individualizada". El joven acudía al ‘Club de amigos’ de la Fundación Querer, una actividad de ocio dirigida a adolescentes de 12 a 17 años con discapacidad intelectual. Además, en su nuevo colegio realizan convivencias algunos fines de semana: "Él nos cuenta en su diario todo lo que hace y ha sido muy positivo. Todas estas oportunidades para salir son estupendas".

Estamos intentando ver todos sus puntos fuertes para ver cómo lo trasladamos a un oficio que pueda desempeñar

Aprovechar sus fortalezas para un futuro profesional

Los padres de Guillermo prefieren dejar a un lado sus dificultades y centrarse en sus fortalezas. "Además de la pintura y el fútbol, también se le dan bien las matemáticas. Él hace cálculo mental, incluso divisiones y multiplicaciones con varias cifras y decimales. Otra peculiaridad es el calendario, si le preguntas en qué día cae, por ejemplo, el 25 de abril del 2026, tarda dos segundos en decírtelo y no sabemos cómo lo hace porque no lo puede explicar. Otro de sus puntos fuertes es la memoria visual, sale a la calle y cuando vuelve te escribe 50 matrículas de los coches que ha visto por el camino".

Con la vista puesta ya en su futuro profesional, los padres se centran ahora en buscar un posible futuro oficio para Guillermo: "Estamos intentando ver todos sus puntos fuertes para ver cómo los trasladamos a un oficio que pueda desempeñar porque lo que está claro es que él puede hacer muchas cosas, incluso en algunas destaca, pero lo difícil es sacar un provecho de todo eso. Sabemos que todo lo que sea mecánico lo va a hacer bien, pero tampoco hay que cerrarse. Esto es un trabajo duro y diario y Guillermo nos sorprende cada día con todas las cosas que es capaz de hacer o que él mismo nos enseña, por eso tenemos que encontrar algo donde él pueda sacar todo su potencial", añade la madre.

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