Cuando en 2017 decidió realizar una marcha a pie de más de 420 kilómetros desde Ankara hasta Estambul para protestar contra el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan, pocos podían imaginar que seis años después las encuestas le señalarían como el próximo presidente de Turquía. A sus 74 años, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu ha necesitado remover el panorama político turco para poder plantar cara a un presidente que aglutina más poder que ningún otro en la historia. Una coalición de hasta seis partidos, el apoyo de los kurdos y un Erdogan con el índice de popularidad más bajo en dos décadas es la receta de este exfuncionario y antiguo director de la Seguridad Social turca.
Erdogan y Kiliçdaroglu representan las dos grandes tradiciones turcas: la tradición islamista frente al laicismo que mira a Occidente. En el año que se cumplen 100 años de la creación de la Turquía moderna, Kiliçdaroglu, que es originario de la región de mayoría kurda de Dersim y pertenece a la minoría aleví, una rama heterodoxa del islam, defiende las esencias más básicas de la República fundada por Mustafa Kemal Atatürk: un país laico y una democracia moderna abierta al exterior.
Apodado "el Gandhi turco" por su parecido con el líder indio, desde el año 2008 ha denunciado decenas de casos de corrupción en los que estaban implicados miembros del AKP, el partido del actual presidente. Ya en 2019 apuntó a una encarnizada lucha para sacar del poder a Erdogan, que dos años antes había reformado la constitución para que el presidente pudiera tener influencia política, algo que hasta entonces ostentaba el primer ministro. El partido de Kiliçdaroglu, el Partido Republicano del Pueblo (CHP) creado por el propio Atatürk consiguió entonces ganar varias ciudades importantes, entre ellas Estambul.
Del Erdogan de 2003 al Kiliçdaroglu de 2023
Pese a que hoy es complicado concebirlo, lo cierto es que la llegada de Erdogan al poder a principios de siglo no difiere tanto de las reivindicaciones actuales de Kiliçdaroglu. El AKP se fundó en el año 2001 como un partido demócrata conservador. Aunque algunos de sus miembros provenían de partidos islamistas previamente ilegalizados, en los inicios no tenían reivindicaciones religiosas.
"Eran demócratas conservadores. De hecho, pidieron ser observadores del Partido Popular Europeo dentro de las instituciones de la Unión Europea y en la primera legislatura consiguieron abrir negociaciones de adhesión a la UE", explica a 20minutos Carmen Rodríguez, profesora del Dpto. de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid. El veto de varios países (Francia entre ellos) no se haría esperar y ese futuro europeo de Turquía acabaría siendo una de las grandes frustraciones para el propio Erdogan.
"La oposición ha planteado mejorar las relaciones con la Unión Europea y reactivar las negociaciones de adhesión", recuerda la profesora Rodríguez, que añade que "quieren mejorar las relaciones con Estados Unidos y anclar a Turquía en la OTAN, preservando sus intereses nacionales". Con respecto a Rusia, "entienden que es un socio inevitable con el cual hay importantes lazos energéticos y económicos que mantener. De hecho, consideran positiva la posición de Turquía en el conflicto de Ucrania, una posición definida como neutralidad activa buscando vías de negociación", dice.
Sobre el proceso de islamización llevado a cabo por Erdogan, en estas dos décadas ha buscado desmantelar poco a poco el kemalismo (ideología que desciende de Atatürk). "El Ejército, que era el garante de ese Estado laico, fue purgado tras el intento de golpe de Estado de 2016. Pero no solo el Ejército, sino que aprovechó para hacerlo también en la judicatura, la diplomacia y toda la administración. Se quitó del medio a decenas de miles de personas", asegura a este medio Senén Florensa, director general del Instituto Europeo del Mediterráneo (IEMed) y exembajador representante permanente de España ante Naciones Unidas.
Pese a ello, "la reislamización de Erdogan tampoco ha sido capaz de barrer los efectos de toda esa política modernizadora histórica. Ahí es donde se enfrentan las posiciones de los dos candidatos con opciones", sostiene Florensa.
Una coalición diversa
¿Cuál es entonces la singularidad de estas elecciones?, que la oposición se presenta como un fuerte unido contra Erdogan. La Alianza Nacional, liderada por Kiliçdaroglu, congrega a seis partidos (llamados la mesa de los 6) de diverso signo político pero con un manifiesto conjunto con objetivos comunes. Entre los seis hay dos partidos de líderes que han salido del AKP: uno de ellos es un ex primer ministro y otro un antiguo ministro de Economía de Erdogan.
Una de las decisiones mas complejas era decidir quién sería el líder de la alianza y, tras escoger a Kiliçdaroglu, se ha volcado en lanzar mensajes que apelen a la situación económica y social que atraviesa Turquía. "Buscan abordar las preocupaciones de un ciudadano que se ve enormemente afectado tanto por la situación política como por una situación económica marcada por una altísima inflación y también por la depreciación de la lira turca", agrega Rodríguez. Frente a la confrontación e incluso insulto de Erdogan, Rodríguez afirma que la oposición ha hecho "una campaña del día a día, muy social y en propositivo", evitando incluso utilizar el terremoto de febrero como ariete electoral.
Con todo, gobernar con tantos partidos presenta un duda razonable de si en caso de hacerse con el Ejecutivo podrían gestionar esa diversidad interna. Para Rodríguez, "juega a favor que ya hay una hoja de ruta consensuada, con lo cual ya hay pasos que han acordado llevar a cabo". Por otro lado, estos partidos "han sufrido el giro autoritario de los últimos años de una manera considerable" y "sin duda esto va a ser un mecanismo catalizador que les llevará a intentar a mantenerse en el poder".
Otro escenario que podría darse es que la oposición ganara la presidencia pero perdiera el parlamento, ya que ambas cosas se votan este 14 de mayo. De producirse, "sería muy complicado que la oposición llevará a cabo grandes cambios legislativos que exigen una mayoría cualificada de diputados y, sobre todo, para cambios constitucionales", expone Carmen Rodríguez. Por otro lado, Florensa apunta que en este supuesto podría darse que puedan gobernar "gracias a las propias reformas de Erdogan para darle más poder al presidente", volviéndose en contra su propio cambio constitucional. Así mismo, los apoyos con los que cuente la alianza serán también esenciales para la gobernabilidad, donde los kurdos jugarán un papel preeminente.
Los kurdos, un apoyo fundamental
El conflicto kurdo ha dejado en los últimos 35 años más de 50.000 muertos, convirtiéndose además en una de las grandes obsesiones del Gobierno de Erdogan. Dirigentes de la izquierda turca han asegurado que con ellos en el poder buscarán resolverlo y en la alianza opositora hay consenso sobre la necesidad de abordar la cuestión kurda dentro del Parlamento. Precisamente ha sido este hecho el que ha llevado a Erdogan a acusar a la oposición de colaborar con "terroristas".
"El partido de Kiliçdaroglu ha hecho una travesía interesante en la última década de cara a acercarse de una manera dialogada y negociada a la cuestión kurda", dice Rodríguez. Algunas encuestas apuntan que el CHP podría tener por primera vez diputados en algunas provincias kurdas.
"Se estima que solo el partido prokurdo consiga cerca del 11% de los votos, por lo que evidentemente es un actor importantísimo". La Alianza Trabajo y Libertad, liderada por el prokurdo Partido Prodemocrático de los Pueblos (HDP) ha anunciado ya que respaldará la candidatura de Kemal Kiliçdaroglu, por lo que de cara a una segunda vuelta si ningún candidato llega al 50% este domingo, esos votos podrían acabar en la alianza opositora.
"Por primera vez en los últimos 20 años hay opciones de que de verdad haya una alternancia", reconoce Senén Florensa, que pide estar atento a lo que pase el domingo y, sobre todo, al proceso poselectoral.
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