Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Por qué Blanca Paloma, digan lo que digan, no se parece en nada a Remedios Amaya... ni a Salvador Sobral

Blanca Paloma en los ensayos de Eurovisión 2023
Blanca Paloma en los ensayos de Eurovisión 2023
RTVE
Blanca Paloma en los ensayos de Eurovisión 2023

Nos gustan las comparaciones. Más aún si son agoreras. En programas de radio, en podcasts, en redes sociales... la reflexión fácil de los pesimistas es sentenciar que "Europa no entenderá a Blanca Paloma" y que se va a repetir la historia que sufrió Remedios Amaya, que quedó última con cero points con su Quién maneja mi barca

El simplismo es así. Pero, para empezar, no es muy comparable como era Europa y España en 1983 y como somos en 2023. Han pasado 40 años. También Eurovisión ha evolucionado. De ahí que el festival siga triunfando. Ha avanzado en sensibilidades a la vez que su audiencia, aunque sin perder su esencia de no coartar lo diferente.

Es uno de los grandes valores del Eaea de Blanca Paloma: no se parecerá a nada en la final eurovisiva. Tampoco, a priori, no se parecía aquel Quién maneja mi barca que representaba a un folclore español. Pero su problema estuvo en que la interpretación no se pensó para la televisión. Fue visualmente plana. Una gran artista dejándose llevar, aunque sin ni siquiera tener demasiado en cuenta la mirada a cámara. Cuando Eurovisión no contaba con un alarde de medios técnicos, la televisión y sus artistas narraban la historia con la actitud escénica que no perdía de vista al público, a la cámara. Así lo hicieron Massiel, Karina o Mocedades, por ejemplo.

Amaya se dejó fluir. Maravilloso. Pero Europa se aburrió. El tema fue repetitivo, musical y estéticamente. La realización, muy mala. Hasta la característica imagen de los pies descalzos llegó tarde en emisión. Televisivamente no se vio el arte del zapateo sin zapatos de los pies de Amaya. Nada que ver con Blanca Paloma. Su actuación sí plantea un hilo argumental y sensitivo de principio a fin. Eaea narra una historia en el escenario con una iconografía estética muy llamativa. El impulso del rojo con el que se reconoce a España, el movimiento silencioso de los flecos y, sobre todo, esa expresividad de una Blanca Paloma que busca proyectar un arco de emociones en el espectador con una portentosa voz que pesa más que músicas. 

Aunque quizá en el gran escenario eurovisivo se ha desparramado la propuesta original del Benidorm Fest y se pierde entre tanto impacto la fuerza en primer plano de Blanca Paloma. La antítesis del truco que utilizó Salvador Sobral o Jamala para que los efectos especiales no hicieran sombra a sus espectaculares talentos interpretativos. Al contrario, jugaron a resaltar sus carismas sin diluirlos al no picar en el anzuelo de intentar utilizar todas las posibilidades que te pone a disposición Eurovisión. La empatía con el rostro de Blanca Paloma se puede desvanecer en el recuerdo del espectador internacional, ya que su mirada es muy interrumpida por florituras visuales pensadas para que no dejen de pasar cosas en escena tal vez por un horror vacui que, desde luego, ni se planteó Remedios Amaya. Éramos más ingenuos, y no necesitábamos inventarnos gestos para ser replicados en TikTok...

2023 no es 1983. Ahora disponemos de más opinión instantánea, pero la opinión en 2023 debería ser más profunda. Porque es una simpleza reducir el Eaea a un nuevo Quién maneja mi barca solamente porque la raíz de las dos es el "flamenco".  Ni las dos canciones tienen que ver ni su representación escénica en la televisión se parece ni la sensibilidad social es la misma. No sabemos cómo quedará Blanca Paloma, pero lo que sí deberíamos saber es que las comparaciones tan básicas no llevan a ninguna parte.

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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