Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La mentira que desmontan las audiencias de Eurovisión

Blanca Paloma y su equipo
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UER
Blanca Paloma y su equipo
Loreen gana Eurovisión por segunda vez.
EFE

"Los jóvenes no ven televisión. La televisión ha muerto". Hay consignas que de tanto repetirse se terminan interiorizando como ciertas. Pero la realidad de los datos de audiencia demuestra que la televisión no sólo vive de personas mayores de sesenta años, sobre todo cuando abre su mirada y piensa en las nuevas generaciones.

Eurovisión lo demuestra. La final del eurofestival fue líder apoteósico del sábado y se ha convertido, una vez más, en el programa más visto del año en todas las cadenas. Sólo superado por un evento deportivo como la Copa del Rey. 

Casi cinco millones de espectadores (4.839.000) y un gran 39,7 por ciento de cuota, vieron en directo la final en La 1 de Televisión Española. Pero si se enfoca los datos por perfiles de público este formato, además, ha destacado en los tramos más juveniles, como ha resaltado la agencia de análisis audiovisual Dos30' en sus redes sociales.

  • 4-12 años: 42.9 por ciento de share
  • 13-24 años: 59.4 por ciento de share
  • 25-44 años: 52.7 por ciento de share
  • 45-64 años: 40.4 por ciento de share
  • +64 años: 28.3 por ciento de share

El festival arrasa entre los 13 y 44 años, mientras que bajan la media los mayores de 64 años. No es un dato baladí, pues denota que los jóvenes regresan en masa a la tele tradicional en acontecimientos con los que se identifican. También desarma la premisa de que las nuevas generaciones no tienen paciencia y que no aguantan fórmulas de larga duración. Eurovisión, como los podcast de más éxito, no son precisamente formatos cortitos. Se toman su tiempo, porque el ritmo no es sinónimo de prisa.

Sin embargo, la televisión tradicional está más pendiente en salvar la papeleta de sus promedios de audiencia acudiendo a públicos que creen conocer sus comportamientos. Es lógico en épocas de incertidumbre, acudir a aquellos que más horas pasan sentados delante de la pantalla. Aunque, a menudo, se repiten estructuras de programas pensados para un público que realmente ya no existe. Porque se piensa en espacios a medida del gusto de personas mayores basándose en un estereotipo de abuelos del año 1997. 

Y la televisión, de siempre, ha ido vinculada a la pretensión de romper estereotipos. Eurovisión lo intenta. Eurovisión ya no vive del recuerdo de 1997. Así el festival demuestra que las nuevas generaciones seguirán viendo la tele. Si la tele quiere entenderlas y no prejuzgarlas, claro. Es cuestión de tiempo, no quedará otro remedio.

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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