Borja Terán Periodista
OPINIÓN

'Mask Singer': el problema que debilita una buena idea

Arturo Valls presenta 'Mask Singer'.
Arturo Valls presenta 'Mask Singer'.
ANTENA 3
Arturo Valls presenta 'Mask Singer'.

Fue un éxito gigante en su primera temporada, pero se desinfló en la segunda. Tanto que Antena 3 ha tenido guardada un largo año esta tercera edición, que se grabó a principios de 2022 y que vemos ahora. Hablamos de Mask Singer, un talent show que sorprendió porque rompía con la era televisiva del spoiler en la que sabemos hasta cuando se entrega el rosco de Pasapalabra.

Aquí se mantiene el secreto de quién está escondido tras las máscaras. Desde Sorpresa, sorpresa no teníamos el regustillo de desconocer con qué inesperadas celebrities podemos encontrar en una noche televisiva. Eso nos permite soñar en grande, falta nos hacía. 

Ahí está la gracia del programa, que esta temporada lidera el prime time de los miércoles: los adultos intentan adivinar quién está dentro de cada personaje, mientras los niños se divierten al ver vistosos muñecos interpretar temazos musicales. La premisa es poderosa, pero en la versión española se hace hueso con el paso de la emisión porque el programa no logra la misma excelencia estética que otros formatos de Antena 3 como Tu cara me suena o La Voz. Incluso el escenario parece de Telecinco.

Como los participantes ni cantan en directo y ni si quiera se puede ver mover una boca, el momento decisivo del espectáculo es el efectista quitado de la máscara. Entonces, de repente, se descubre que dentro del Arlequín está Tori Spelling de Sensación de Vivir o que José Ramón de la Morena era el Gnomo. Pero un buen programa es el que no deja de narrar una historia en ningún momento, no sólo en su punto álgido. Mask Singer lo intenta dando pistas y con las teorías de un jurado curtido en tele: Javier Calvo, Javier Ambrossi y, este año, dos artistas del prime time, Ana Obregón y Mónica Naranjo que piensan constantemente en aquello que puede necesitar el espectador en cada momento.

Un talent debe seducir a través del show, de ahí que el nombre completo del género sea talent-show. Es, además, la única forma de que se entienda la motivación del jurado y que no parezca que son unos pelotas, porque repiten las mismas aduladoras frases a cada famoso que se desenmascara. Icono. Mito. Y demás.  El motivo: no pueden indagar demasiado en los números, pues son sólo un playback supereditado sobre el que baila toscamente un muñeco. No se provoca un relato de emoción en cada actuación. En general, las canciones son un desordenado batiburrillo visual. Tampoco se puede despertar la sensación de acontecimiento para vivirse y tuitear en directo, ya que el formato se nota tan editado y enlatado que evidencia que está despegado de la actualidad. Así cuesta generar conversación en la calle, a pesar del atractivo juego de investigar las celebrities del casting. 

Es la debilidad que hace que Mask Singer se desgaste en el recuerdo y no sea tan fuerte como Tu cara me suena o La Voz en una cadena que ha sembrado cierta inercia para el éxito como es Antena 3. El programa es caro por los cachés de un casting que de verdad asombra. Sin embargo, necesita invertir más en la creatividad de las actuaciones para que la expresividad no sólo sea consecuencia única de esperar un desenmascaramiento.  Eso lo puedes ver al día siguiente en las redes ahorrándote el espectáculo completo. 

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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