Seis consejos para evitar las picaduras de garrapata

Llevar las piernas descubiertas entre la hierba alta no es una buena idea.
Llevar las piernas descubiertas entre la hierba alta no es una buena idea.
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Llevar las piernas descubiertas entre la hierba alta no es una buena idea.

Decíamos ayer que la presencia de garrapatas y sus enfermedades ha aumentado de forma preocupante en los últimos años, incluso en las ciudades. Y que, si bien generalmente los patógenos peligrosos solo están presentes en una minoría de estos arácnidos que podemos encontrarnos, es preferible andarse con cuidado. Para ello, aquí van estos seis consejos publicados por el grupo de expertos en enfermedad de Lyme de la Universidad Tufts (EEUU) con el fin de evitar las picaduras o, al menos, prevenir una posible infección. Algunos son obvios, pero otros no tanto.

Evitar la hierba alta

Mucha gente desconoce dónde está el peligro real: no son los animales, sino el campo. Una garrapata que está adherida a un animal no va a abandonarlo para picarnos a nosotros. De hecho, es un error pensar que las garrapatas viven permanentemente ancladas a un huésped. En realidad, pasan más del 95% de sus vidas fuera de su fuente de alimento.

Las garrapatas se cuelgan de la hierba, tallos o arbustos esperando a que pase un posible huésped

Las hembras ponen los huevos en el suelo. Allí nacen los nuevos ácaros, que se esconden entre los restos vegetales para no deshidratarse. Cuando están listos para buscar un hospedador, trepan a las hierbas, tallos o ramitas, y allí se quedan literalmente colgados. No saltan ni vuelan, sino que esperan a que algún animal roce su soporte para poder agarrarse a él a su paso. Si no consiguen un huésped, al final del día regresan a esconderse en el suelo para recuperar la humedad perdida. Cuando ocasionalmente consiguen engancharse a un hospedador, tampoco se quedan en él eternamente. Se alimentan de su sangre durante unos días hasta que se llenan, y después se desprenden para volver de nuevo al suelo y hacer la digestión durante meses.

Por lo tanto, el mensaje es claro: evitar el contacto con la hierba alta y los arbustos. Es más seguro transitar por los caminos que campo a través.

Cubrir el cuerpo

Vestir ropa clara, calzado cerrado, pantalón y manga larga, y calcetines. En veranos calurosos como los de España nos gusta salir al campo con ropa ligera y sandalias. Pero lo más seguro contra las garrapatas es llevar zapatos cerrados, calcetines —mejor por encima de las perneras— y cubrirnos piernas y brazos. La razón para preferir los colores claros es que ayudan a distinguir más fácilmente si una garrapata se nos ha pegado a la ropa.

Usar repelente

Utilizar repelentes con al menos un 20% de DEET. Aunque existen muchas formulaciones de repelentes de insectos y garrapatas, el DEET continúa siendo el más seguro y recomendable para aplicar en la piel. Su eficacia contra garrapatas es algo menor que contra los mosquitos, pero sigue siendo muy alta, sobre un 85% frente a un 97%. Para una protección añadida, usar un espray insecticida con al menos un 0,5% de permetrina en la ropa, los zapatos y el equipo de camping. La permetrina no es un buen repelente para usar en la piel, dado que no se fija bien y se degrada con la exudación cutánea. En cambio, se adhiere muy bien a la ropa e incluso resiste los lavados. Conviene tener en cuenta que en estado húmedo (no una vez que se seca) la permetrina es tóxica para los gatos.

Comprobar después

Comprobar el cuerpo después de una visita al campo, o regularmente durante una estancia larga. Hay que recordar que las picaduras de garrapata no duelen. Los investigadores de Tufts recomiendan hacerlo durante la ducha con la piel enjabonada, lo que además puede ayudar a detectarlas y expulsarlas antes de que muerdan; no lo hacen inmediatamente, y de hecho una picadura tampoco transmite la enfermedad al instante. Por ejemplo, en el caso de la enfermedad de Lyme suelen tardar entre 36 y 72 horas en transmitirla. Hay zonas que prefieren, a las que hay que prestar especial atención: bajo los brazos, cerca de las orejas, bajo el pelo, en el ombligo, cintura e ingle, detrás de las rodillas y entre los dedos de los pies. Lavar la ropa después de una excursión.

En caso de picadura, quitar la garrapata con pinzas

Si descubrimos que una ya nos ha picado y ha enterrado la cabeza en nuestra piel, hay que quitarla con unas pinzas finas. Nada de quemaduras, aceite, vaselina ni otros remedios de la abuela, y hay una buena razón para esto: una agresión de este tipo puede hacer que la garrapata nos inyecte más saliva cargada de patógenos. Con las pinzas, apretar la piel para atrapar la cabeza y después tirar lentamente para intentar no separarla del cuerpo. Si pese a todo la cabeza se queda dentro —puede ocurrir porque se ancla con unas espinas de la boca y con una especie de cemento—, no pasa nada. Es mejor no seguir intentándolo; se caerá sola al ir reponiendo la piel, pero conviene acudir a un centro de salud. Después de extraer la garrapata, lavar la piel con agua y jabón, y desinfectar.

Estar atentos a posibles síntomas

Durante semanas después de una visita al campo, permanecer atentos a la aparición de irritaciones en la piel —sobre todo circulares y con forma de ojo de buey— u otros síntomas como los de tipo gripal: fatiga, fiebre o dolores. En caso de duda, acudir al médico. Los expertos de Tufts no consideran necesario guardar la garrapata para testarla si no aparecen síntomas, dado que la mayoría no son infecciosas y durante las primeras 24 horas no suele haber riesgo de infección. En cambio, el Ministerio de Sanidad de España sí aconseja guardarla en un bote con papel húmedo, por si fuera de utilidad identificar la especie o los patógenos que contiene.

Javier Yanes
Periodista, escritor, biólogo y doctor en Bioquímica y Biología Molecular

Soy periodista, biólogo y doctor en Bioquímica y Biología Molecular. Antes de dedicarme al periodismo, en los años 90 trabajé en investigación en el Centro Nacional de Biotecnología y publiqué 19 estudios científicos y revisiones. Como periodista de ciencia, fui jefe de sección de Ciencias del diario Público, y entre mis colaboraciones figuran medios como El País/Materia, El Huffington Post, ABC, Efe o BBVA OpenMind, entre otros. En mis ratos libres también intento viajar y escribir sobre viajes. He publicado tres novelas: 'El señor de las llanuras' (Plaza & Janés, 2009), 'Si nunca llego a despertar' (Plaza & Janés, 2011) y 'Tulipanes de Marte' (Plaza & Janés, 2014).

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