Jonathan Chacón, programador con ceguera: "La tecnología es la única manera de hacer la sociedad realmente inclusiva"

  • Jonathan Chacón, responsable de accesibilidad en Cabify, es uno de los pocos programadores ciegos de Europa.
Jonathan Chacón, programador ciego
Jonathan Chacón durante una charla.
Cedida
Jonathan Chacón, programador ciego

Como él mismo cuenta, Jonathan Chacón lleva 40 años -ahora tiene 44- dándole a la tecla. Aprendió a programar casi antes que a leer, cuanto todavía veía, pero cuando perdió la vista con apenas 15 años, se negó a renunciar a lo que más le gustaba. Hoy, es uno de los pocos programadores ciegos que hay en Europa y, gracias a su talento, su trabajo y su capacidad para no escuchar a la gente cuando le dice lo que no puede hacer, ha llegado donde está ahora, a ser un reconocido programador en Cabify, multinacional en la que se encarga, entre otras cosas, de garantizar que todo en la aplicación y en el servicio que ofrecen sea accesible.

Se quedó ciego con 15 años, ¿qué pasó?En realidad, nací ciego, soy glaucomatoso, pero a las pocas semanas de edad, mis padres, que son muy cabezones, encontraron un médico que me operó y al mes y medio de edad recuperé vista del ojo derecho. Esta operación me permitió llevar una vida normal y no me di cuenta de que no veía por el ojo izquierdo hasta que un día un primo mío me tiró tierra en el ojo derecho. Con 14 años, el glaucoma volvió a dar la cara y tuve un desprendimiento de retina. A partir de ahí, me sometieron a decenas de operaciones hasta que decidí parar… Ahora habría solución para ese problema, pero en ese momento, en 1995, no lo había, así que me quedé ciego con 15-16 años. Aunque fue frustrante, era una posibilidad para la que estaba preparado, sabía que podía ocurrir.

¿Se ha encontrado con muchos comentarios del tipo ‘Cómo eres programador siendo ciego’?Sí, pero yo siempre explico que he sido programador antes que ciego, también he sido diseñador gráfico… por eso es gracioso a veces cuando discuto con mis compañeros sobre los colores que tenemos que usar...
El primer ordenador entró en casa cuando yo tenía cuatro años, empecé a programar enseguida e incluso salí en alguna revista del sector, y con 9 o 10 ya estaba haciendo cosas más serias, de alto nivel… Cuando me quedé ciego, me frustré mucho porque en España lo que había adaptado para personas ciegas estaba muy obsoleto, así que contacté con personas de Estados Unidos y Europa y conseguí tecnología de fuera.

Es de los pocos programadores ciegos de Europa. ¿Cuál es el motivo? ¿Son las propias personas ciegas creen que no pueden serlo o es la sociedad la que cree que no sois ‘capaces’?Es un poco de todo. Yo soy uno de los pocos programadores ciegos a nivel profesional, pero hay más gente que sabe programar, lo que ocurre es que, o bien no han accedido a más formación o no ha tenido la oportunidad de acceder al mercado laboral. 
Por un lado, la educación integrada sigue siendo insuficiente en muchos casos, por la falta de adaptación de materiales normativos. Y por otro, todavía existen muchos prejuicios y muchos sesgos a la hora de contratar personas con discapacidad. 
En mi caso, en muchas ocasiones no es que haya tenido que demostrar que soy igual que el resto, sino que he tenido que demostrar que soy mejor. Es cierto que yo ya tenía una reputación, incluso antes de ser ciego, y en muchos casos, yo no he buscado trabajo, sino que me han buscado a mí, pero tengo compañeros con discapacidad, y no solo visual, que se encuentran muchas barreras, tanto en el proceso de contratación como en el puesto de trabajo cuando lo consiguen. 
El entorno laboral es todavía ‘aislador’ porque la gente todavía tiene miedo, tabús, desconocimiento… no sabe cómo tratarnos, pero yo siempre les digo que las personas con discapacidad son personas, así que, si quieres saber cómo tratarla, habla con ella y pregúntaselo.

En el trabajo, no es que haya tenido que demostrar que soy igual que el resto por ser ciego, sino que he tenido que demostrar que soy mejor

En la actualidad, eres senior accesible software engineer en Cabify. ¿Cómo llegaste hasta aquí?Tras trabajar varios años en consultoría y en el departamento de I+D de Ilunion, pasé al mundo start-up. Fue una época en la que me divertí mucho, pero lo que pasa en este mundo es que a veces estas empresas pinchan… En este proceso, pasé por una software factory y allí monté el departamento de accesibilidad. Me fui a dar una charla a Cabify y les puse como ejemplo de falta de accesibilidad su propia aplicación, les expliqué por qué no era accesible y les di soluciones. Allí mismo me ofrecieron que trabajara con ellos. Y esto fue hace cuatro años. El problema que tienen muchas empresas es que no saben cómo hacerlo, es desconocimiento, muchas veces porque no tienen contacto con personas con discapacidad y no conocen sus necesidades.

¿En qué consiste tu trabajo?Precisamente en hacer, tanto la aplicación como el servicio más accesibles, porque, aunque llevamos cuatro años haciéndolo, la accesibilidad es una batalla que no se acaba nunca y hay que adoptar medidas de manera progresiva y constante. Para ello, por ejemplo, un compañero y yo hicimos una ‘tournée’ para ayudar a nuestros amigos conductores y formarles sobre cómo tienen que tratar a las personas con discapacidad. Toda esa formación está disponible también para los nuevos socios conductores cuando se incorporan para que sepan, nada más llegar, cómo tienen que tratar a las personas con discapacidad.

¿Es común que las empresas tengan en cuenta la accesibilidad o todavía hay que darles un ‘empujoncito’?Pues aún hay que darles un empujón, y el mayor empujón que están teniendo las empresas es el marco legal, que en Estados Unidos está muy avanzado. En Europa también va a obligar a las empresas y a partir de 2025 será de carácter punitivo, porque ahora mismo hay vacíos legales por el que las empresas pueden intentar evadir las cargas punitivas. Pero hay más problemas, por un lado, que las empresas no tienen muy claro qué es y cómo llevar a cabo esta accesibilidad, y por otro, falta empatía, no tienen muy claro quién se va a beneficiar de esa accesibilidad.

Jonathan Chacón trabaja para que el servicio de Cabify sea completamente accesible.
Jonathan Chacón trabaja para que el servicio de Cabify sea completamente accesible.
Cedida

¿Hasta qué punto puede ayudar la tecnología a que el mundo sea más accesible?Precisamente, una de mis frases favoritas es que la tecnología es la única manera de hacer la sociedad realmente inclusiva, porque nos ha ayudado a lo largo de toda la historia a superar nuestras barreras. Es indispensable para que las personas con necesidades especiales podamos participar en la sociedad de manera plena, en igualdad de condiciones. El problema es que muchas veces hacemos tecnologías sin pensar en las personas, y son las personas las que se tienen de adaptar a la tecnología, cuando tenía que ser al revés. El foco tiene que ser siempre el usuario, por eso hay que diseñar las cosas con el usuario, que es lo que hacemos en Cabify, codiseñar, donde personas con discapacidad o cualquier otra diversidad participamos del diseño, por eso garantizamos la accesibilidad. Hay que humanizar la tecnología y hacer las cosas accesibles, no solo por moda o imposición legal, sino por tener en cuenta a todas las personas.

Las personas con discapacidad somos, sobre todo, personas, así que, si quieres saber cómo tratarnos, habla con nosotros, simplemente pregúntanos

¿A usted lo tienen en cuenta?Yo me lo tomo como una obligación, porque creo que una de las cosas que tiene que hacer una persona con discapacidad a una empresa es cambiar la cultura de esa empresa. Hay personas que no quieren contar su historia, cómo es su día a día… y no entienden que muchos de los problemas que tiene la sociedad con las personas con discapacidad es por desconocimiento. Al hacerlo, al hablar de tus necesidades, vas 'contaminando' al resto de compañeros, que es algo que beneficia a todos, porque la accesibilidad no solo beneficia a las personas con discapacidad, sino que ayuda a hacer interfaces más simples, aplicaciones que hablen… Y eso es útil para todo el mundo.

Y en su día a día, al margen del trabajo, ¿con qué obstáculos se sigue encontrando?Yo siempre sigo que tengo tres discapacidades: soy ciego, eso es evidente, pero además mido más de 1,80 (voy por la calle peinando todos los toldos) y que no acepto ciertos límites de la sociedad. Me da igual, por ejemplo, que digan que una persona ciega no puede salir sola… Al margen de esto, me sigo encontrando obstáculos por la calle (árboles, vehículos aparcados, bancos, terrazas…). 
Y como a todos, me afecta que vivimos en ciudades que no están diseñadas para disfrutar, sino para dormir y trabajar, no tienen un diseño apropiado para las personas, y menos ciegas: hay muchos coches aparcados, los semáforos no tienen un diseño estandarizado…
Y a la hora de viajar, que no me gusta mucho porque me desoriento, me toca tirar más de habilidades sociales que de movilidad. Pido ayuda, por un lado, y por otro, tranquilizo e intento encontrar sinergias con las personas que me va a asistir… Hay muchos problemas de comunicación social, la gente no sabe cómo ayudar a las personas con discapacidad ni cuando lo necesitan.

¿Cuál es el mayor reto al que se enfrentan hoy día las ciudades en materia de accesibilidad?Que la accesibilidad no sea un requisito legal, sino algo integrado a la sociedad, porque, además, va a ser una necesidad. Para 2050 se calcula que va a haber muchísimas personas de más de 65 años, habrá mucha presbicia y problemas de visión… vamos a tener muchas más necesidades de accesibilidad. Por tanto, el diseñar un producto o servicio accesible va a tener que ser habitual, una necesidad en pocos años, y yo aún no veo cursos ni universidades donde se trate este tema. Además, hay pocas empresas con profesionales que sepan de accesibilidad o que lo confunden con la usabilidad. Les falta conocer las necesidades reales de las personas con discapacidad.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento