No se preocupen, no les hablaré de las elecciones municipales ni de las tácticas políticas durante la época electoral. Quiero abordar un tema mucho más serio: un estudio revelador sobre el grave problema social del acoso escolar, también conocido como bullying.

Es cierto que siempre ha existido el acoso. Sin embargo, aquellos que ya tenemos una cierta edad y pasamos por la escuela sin internet y, por lo tanto, sin redes sociales, sufríamos el acoso, pero no de manera tan cruel como en la actualidad.

Un estudio realizado en Estados Unidos por investigadores de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés) llegó a la conclusión, después de años de análisis de diversos datos, de que el aumento en las tasas de suicidio entre la población de 12 a 18 años está directamente relacionado con la asistencia a la escuela. En otras palabras, cuantos más días los jóvenes van a clases, más aumenta la incidencia de suicidios. ¿Por qué ocurre esto? ¿Cuál puede ser el factor desencadenante? Los investigadores no tienen dudas: el acoso escolar.

Dicho de otra manera: el estudio revela que las tasas de suicidio entre los jóvenes de 12 a 18 años tienden a ser más altas durante los meses en que hay clases y más bajas durante los meses de verano.

Para muchos jóvenes, el acoso exacerbado por el uso y abuso de las redes sociales se vuelve insoportable y toman una decisión terrible e irreversible.

Es evidente que la asistencia a clases facilita el acoso. Durante la pandemia, por ejemplo, las tasas de suicidio disminuyeron.

El suicidio juvenil es un problema extremadamente grave. Todos los suicidios lo son. En su momento, se decidió erróneamente no hablar de suicidios. Pero eso fue un error. Es como si alguien con problemas se fuera de viaje pensando que esos estorbos se quedarán en casa. Error. Somos nosotros y nuestros problemas: viajamos juntos.