![-Cultura, teléfono.](https://imagenes.20minutos.es/files/image_640_360/uploads/imagenes/2023/05/24/et.jpeg)
Parece que a Televisión Española le parece muy divertido tener entre los concursantes de ese programa de cocina y marujeo relacional del que usted me habla a un joven que se jacta de no tener las mínimas nociones de cultura general. En uno de los últimos programas, el chaval dijo, entre defensivo y orgulloso, que no tenía ni idea de quién era E.T. y a los presentadores y al resto de concursantes se les abrieron las puertas del cielo. De vez en cuando, como a un bufonzuelo de la corte, le hacen alguna pregunta evidente ante la que trata de escabullirse.
Podría ser una anécdota graciosa. Quizá lo llamativo sea el cambio generacional, el abismo que se abre entre un chaval de dieciocho años y el resto del mundo, pero hay algo más. La ignorancia se celebra, se festeja y casi se alaba. Lo importante es que el protagonista “dé juego”. Lo demás es secundario. Lo de utilizar la pluma como esencia del interés del personaje, como otro motivo más de chanza y no como una característica más de la persona es algo que tampoco acabamos de superar.
Estamos levantando entre todos la figura de un nuevo ídolo: el ignorante empoderado
Podríamos pasar todo esto por alto como un peaje del entretenimiento si Televisión Española no hubiera publicado en su web una noticia que es el auténtico elogio del ignorante y cuyo titular dice esto: “¡Insólito! Luca reconoce que no sabe quién es E.T.”. Arriba la ignorancia. Mirad al pelele. Mirad su pose. En el texto de la noticia se recoge una frase del protagonista para enmarcar: “En MasterChef me estoy dando cuenta de que de cultura voy un poco mal. Me están pillando por todas partes y no resuelvo ni una. Cuando salga de MasterChef me voy a poner a tope con la cultura”.
Poco a poco, estamos levantando entre todos la figura de un nuevo ídolo: el ignorante empoderado. Usemos esta palabra tan horrible sin que sirva de precedente. Es un tipo de ignorante que encuentra en su charca de vacío la capacidad de sorprender a los demás y, si le dejamos, se siente muy capaz de influir en el entorno. El ignorante empoderado puede, lo estamos viendo, desde la grada de un estadio de fútbol, desencadenar una reacción atómica. Sus medios de subsistencia son el humor y la ofensa y tratará por todos los medios de convertirse en víctima de lo que sea para reclamar desde ahí el papel de héroe.
Ser consciente de lo que se ignora es esencial en todos los ámbitos. Saber lo que no se sabe es un buen principio. La paradoja de Sócrates se reactualiza en la era de las tecnologías y de los avances y cambios inmediatos. El profesor de la Universidad de Columbia Stuart Firestein tiene un trabajo titulado Ignorancia: cómo impulsa la ciencia en el que explica que la ignorancia bien enfocada es uno de los motores del progreso. Se parece un poco a la estructura de esa frase de Goya sobre el sueño de la razón. Sería algo así: la ignorancia orgullosa produce monstruos. Cuando salga de aquí, me voy a poner a tope con la cultura.
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