Entrevista

Jaime Lorente: "No hace falta ir a Hollywood, vivimos en un país de puta madre"

Fuera de contexto: Jaime Lorente.
Fuera de contexto: Jaime Lorente.
Fuera de contexto: Jaime Lorente.
Fuera de contexto: Jaime Lorente.

Jaime Lorente, 12 de diciembre de 1991, Murcia.

Ser de Murcia marca, o así lo cree Jaime Lorente. "¿Sabes eso que se dice de murcianos marcianos ¿no?", comenta, entre risas. Y hoy, en la sala Fitz, teñidos de un neón verde marciano, no puede tener más sentido. Aunque más que de Murcia, es de su casa, de su gente, de sus raíces, que es lo que sigue vertebrando su vida. Es de esos actores jóvenes que derrochan madurez y normalidad en cada frase, en cada gesto. Quizá ser padre de dos hijos con solo 31 años le hace tener los pies en la tierra. Eso, y ser disfrutón.

"No soy nocturno, pero me encanta la nocturnidad… Mi mujer y yo conciliamos estupendamente", cuenta. Lo de ser actor lo tenía claro y trabajó duro para conseguirlo. Ha escrito un libro de poemas y lo de la música le viene de muy atrás: "La música es algo que siempre he tocado desde muy pequeñito, pero nunca he tenido la oportunidad de desarrollarlo hasta que me crucé con Pablo Gareta". Y hoy, en este local y de la mano G-Vine, se toca unos temas. Una colaboración con la marca, que se llama "vividor", algo que le define hasta la médula.

"Soy muy vividor. El trabajo me ha hecho sentir cosas maravillosas, pero a mí me gusta vivir con mis amigos, me gusta irme de cena, de fiesta de copas, pasármelo bien, la gente…". Tanto, que en una ocasión rechazó una oferta de cine en Hollywood.

"Yo creo que no hace falta, vivimos en un país de puta madre, a lo mejor el año que viene me ofrecen algo y me apetece, pero cuando me lo ofrecieron no me apetecía. Yo aquí tengo todo lo que quiero y es muy difícil cuando empiezas a currar mucho decir que no, te ves en la obligación de tener que aceptar todo y estar en un nivel, pero mi vida no va de estar en un nivel, yo quiero trabajar, estar a gusto, mantener a mi familia y tomarme una birra en el bar de enfrente, que eso en los Ángeles no se puede", reconoce.

Quizá el secreto de su éxito sea eso mismo, que elige suyo propio. "El éxito para mí no puede estar supeditado al trabajo, me dijeron que para ser actor de éxito tenías que salir en la tele o ganar un Goya. Yo me dije: 'voy a conseguir esto'. Y, de repente, te das cuenta de que no eres feliz".

Conoce lo que es currarse la vida, ha sido árbitro durante nueve años, ha montado escenarios cobrando 20 euros la jornada y un día la fama le llegó de golpe con el personaje de Denver en La Casa de papel, convirtiéndose en uno de los actores más populares.

"El éxito lo digerí fatal. La parte del trabajo bien, porque te da acceso a muchas oportunidades y se agradece un montón, pero yo nunca me quise dedicar a ser actor para que la gente me parase por la calle. Esto es un oficio, hay papeles donde uno brilla y hay papeles donde uno hace una puta mierda y muy pocas veces en rodaje uno siente cosas especiales, ahora sí me merece la pena, pero lo he tenido que trabajar un montón", afirma.

Su último trabajo, interpretando a Ángel Cristo en el biopic de Bárbara Rey, ha sido de esos personajes que le han hecho sentir y brillar, como el presente, porque él es más del hoy que del mañana: "Cuanto más claro tengo lo que soy, menos claro tengo donde voy a estar. No sé si mañana me van a llamar, me van a ofrecer una millonada por cualquier cosa y voy a decir que no. Yo quiero estar en mi casa, con mis hijos y mi mujer".

Ha sido muchos personajes, ha vivido muchas vidas, pero se queda con la suya, la de Jaime Lorente, un hombre de familia, nacido en Murcia y del Atleti.

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