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Votar para Santiago, Caridad y Javier, con discapacidad: "Estaba feliz por recuperar un derecho que nunca debieron quitarnos"

Caridad, Santiago y Javier, personas con discapacidad
CEDIDAS

En 2018, casi 100.000 personas con discapacidad, incapacitadas judicialmente para votar, recuperaron su derecho al voto. Un hecho trascendental en sus vidas que supuso un paso hacia adelante en su inclusión social. Para conseguir este avance en sus derechos, fueron necesarios años de lucha por parte de entidades asociativas y de las propias personas con discapacidad y sus familias. Uno de los principales activistas en este movimiento fue Antonio Hinojosa, de 39 años, del Área de Accesibilidad Cognitiva y Comunicación de Plena Inclusión. A pesar de tener discapacidad intelectual, en su caso siempre había podido votar, pero eso no le restó motivos para decidir movilizarse por el resto de personas que no podían hacerlo.

"En 2017 leímos una noticia de una persona gallega con discapacidad intelectual a la que se le había denegado el derecho al voto y, al año siguiente, más de 400 personas con discapacidad intelectual o del desarrollo de todo el país nos trasladamos a Madrid para reivindicar este derecho", señala Antonio, quien fue uno de los portavoces de esta manifestación ante el Tribunal Constitucional. "Nos parecía injustísimo porque se les estaba prohibiendo un derecho fundamental", afirma.

Durante esa época, fueron las propias personas con discapacidad intelectual las que se reunieron con políticos y distintas autoridades. "Hay una frase muy famosa, que nosotros decimos: ‘Nada sobre nosotros sin nosotros’, porque las personas con discapacidad somos las que más sabemos de los temas que más nos afectan", afirma. Al inicio, admite, fue complicado ser escuchados, "pero poco a poco" lo lograron, aunque algunos de estos políticos, cuenta, no eran conocedores de que había 100.000 personas con discapacidad intelectual que no podían votar.

La aprobación de la reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) fue para él "una alegría muy importante porque desde 2017 había sido un largo camino de lucha para votar", cuenta. No obstante, Antonio explica que aún queda mucho camino por recorrer. "El primer año estas personas se encontraron con dificultades porque las mesas electorales no estaban adaptadas a lectura fácil, no sabían identificar las papeletas, algunos hasta incluso votaban tres veces a un partido político", explica. Por ello, pide que se "cumpla el derecho de accesibilidad cognitiva en los colegios electorales y nadie se quede atrás", afirma.

Antonio admite que aún existen muchas personas reticentes al hecho de que todas las personas con discapacidad tengan derecho a votar: "Me parece muy injusto que duden sobre las capacidades porque hay muchas personas con discapacidad intelectual que están plenamente capacitadas a la hora de votar. Deberían ponerse en nuestra piel y tendría que haber más empatía hacia nosotros". Sin embargo, asegura que se está evolucionando en este sentido: "Cada vez más personas tienen más en cuenta nuestro potencial innato a la hora de votar".

Detrás de las casi 100.000 personas con discapacidad que tenían privado su derecho al sufragio se encuentran los rostros de personas como Santiago, Caridad y Javier. Este domingo se preparan para ir a las urnas, algunos por segunda vez en sus vidas:

Santiago: "Me enteré mucho tiempo después del porqué no llegaban las papeletas a mi nombre para votar"

Cuando uno conversa con Santiago Izquierdo, de 49 años y con discapacidad intelectual, no comprende que, durante 20 años, este hombre, natural de Mota del Cuervo (Cuenca), no pudiera votar. Muy interesado por la política, es portavoz de la asociación Liber, forma parte de muchos grupos de trabajo y está muy implicado en cuestiones legales y políticas: "Me gusta la política, pero para intentar ayudar". En su caso, pudo votar hasta los 30 años. En 2004, fue incapacitado para hacerlo, aunque él se enteró mucho más tarde: "A mí el juez no me dijo nada, sino que me enteré mucho tiempo después porque no llegaban papeletas a mi nombre para votar".

Santiago Izquierdo
CEDIDA

Cuando Santiago tuvo constancia de que no podía votar "no me hizo mucha gracia, no me parecía justo porque yo estaba acostumbrado a votar y a ir a hacer papeles. Mi padre no sabía ni leer ni escribir y cuando tenía que leer algún informe del médico se lo leía yo". Además, asegura, "me habían incapacitado y no me habían dicho nada, y no me hicieron ninguna pregunta sobre política".

Por esta razón, Santiago se sintió muy "contento" con la aprobación de la reforma de la LOREG al "poder recuperar, como yo siempre he dicho, un derecho que siempre hemos tenido, pero que nunca debieron habernos quitado". De cara al 28M, dice seguir a los políticos en la televisión, aunque admite no confiar mucho en ellos: "Me parece muy bien que hayamos recuperado el derecho, pero tampoco creas que tengo mucha confianza en los políticos. Siempre podré votar en blanco si no me gusta ninguno".

No me hizo mucha gracia que no me dejaran votar, no me parecía justo porque yo estaba acostumbrado a votar y a ir a hacer papeles de mi padre

Durante la entrevista, a Santiago le acompañan Eva Carmona, responsable de Comunicación de Liber, y Javier Murillo, asesor jurídico de la entidad. "Santiago es una persona que se informa mucho. En su resolución, el problema es que se le limitaba el sufragio activo, y del pasivo no se decía nada, entonces, entendiéndose de manera extensible, podría haberse presentado a unas elecciones, pero no habría podido votar en las mismas, algo llamativo", explica Murillo, a lo que reacciona Santiago: "Es un fastidio. Te presentas y no puedes votarte a ti mismo, tendrías un voto menos".

Además, el asesor jurídico de Liber señala también que, en la resolución de Santiago, "no se indicaba el procedimiento que se había seguido para limitar ese derecho. En la red de portavoces nos han comentado que había personas con un perfil muy reivindicativo que desde los 18 años podían votar y luego, de pronto, por cuestiones familiares y personales, pasan a un juicio de incapacitación y ya no pueden hacerlo". "Sin que hayan cambiado sus capacidades, porque son gente que cada vez está más informada", añade Eva.

Caridad: "Fui a la urna una vez y me dijeron que era minusválida y no podía votar"

En el caso de Caridad, de 55 años, nunca pudo votar hasta la reforma de la LOREG. Esta mujer, debido a su discapacidad intelectual y visual, tenía privado su derecho al voto. "No es que estuviera incapacitada para votar, sino que no me dejaban", aclara. Aunque vivía en Zaragoza, tenía que votar en un pequeño pueblo de la ciudad, del que procedía: "No hubo un juez, yo directamente fui a la urna una vez y me dijeron que era minusválida y no podía votar. Tenía 20 años". Caridad recuerda ese duro momento en el que, cuenta, "me sentí muy mal, de hecho, ahora no quiero ir a ese pueblo".

Caridad
CEDIDA

Esta zaragozana solo ha votado en una ocasión, en 2019. Recuerda que fue presencialmente al colegio electoral y no necesitó ayuda de nadie salvo a la hora de conocer si se encontraba en las listas electorales: "Me ayudó la Policía porque les dije que no podía ver y me ayudaron a ver el nombre. Como vieron que estaba, me dejaron votar, si no, no me dejaban, me hubiesen echado. Después, cuando vieron que estaba en la lista, me dijeron 'aquí, coge la papeleta que quieras' y ya está. Pensé en ese momento a quien votar".

Ese momento, Caridad lo recuerda con felicidad: "Me alegré y me puse muy contenta porque fui la única persona con discapacidad que voté en ese colegio. Lo tendríamos que haber hecho desde que se puede votar". Sin embargo, pese a tener ya el derecho a votar y que en el piso tutelado donde vive le hayan informado de que "se vota el 28 de mayo", dice estar descontenta con los políticos y tener dudas sobre si acudir a votar: "Prometen mucho y no lo cumplen. Además, no me gusta que no me dejaron votar cuando fui a hacerlo".

Me puse muy contenta porque fui la única persona con discapacidad que voté en ese colegio

Para hacerle cambiar de opinión, cuenta, los partidos tendrían que tomar más medidas relacionadas con discapacidad, entre ellas, "dar más ayudas a las familias y a nosotros". Además, de cara a ayudar a personas con discapacidad en el proceso de votar, sugiere "que las letras de las papeletas fueran más grandes en todos los sitios y se pongan unas señales para que las sigamos y sepamos dónde hay que votar".

Fernando, padre de Javier: "Que su opinión contase igual que la de los demás para él era vital"

Aunque el perfil mayoritario de personas a las que se les privó de su derecho al voto fueron personas con discapacidad intelectual, el caso de Javier es diferente. Este joven, de 23 años, tiene parálisis cerebral y baja visión. A pesar de no tener lenguaje oral, se comunica con un sistema aumentativo y alternativo de la comunicación. "Tiene las capacidades cognitivas en perfecto estado, pero tiene un 97% de discapacidad y reconocida la ayuda de una tercera persona", cuenta su padre, Fernando. A pesar de sus capacidades, el joven fue incapacitado en 2016 para votar: "Insistíamos en que se le tuviera siempre en cuenta y se le preguntase su voluntad porque, aunque él dependía siempre de una persona, sabía decidir".

Javier, con parálisis cerebral, junto a su padre votando en las elecciones de 2019
CEDIDA

Para Javier, votar por primera vez en 2019 fue un momento muy especial. Acompañado de sus padres y su hermana mayor, acudió a su colegio electoral emocionado: "Para él cualquier cosa nueva es un auténtico subidón y el día que fue a votar lo fue". La tarde anterior a nuestra entrevista, Fernando preguntó a su hijo por este momento: "Volvió a revivirlo porque tiene una memoria prodigiosa y empezó a dar saltos. Que se le considere es algo que le sube la moral una barbaridad, el hecho de que él pudiese votar y de que su opinión contase igual que la de los demás para él es vital, en esto y en cualquier aspecto de la vida". Además, en su colegio de educación especial, cuenta su padre, "les explicaban qué era votar, qué era un partido político y cuando llegó la fecha eran muy conscientes de lo que iban a hacer, cada uno en función de sus capacidades".

Nos tiene que decir cuál es su opción y lo que él dice lo cumplimos escrupulosamente

En el momento de votar, cuenta su padre, Javier necesitó el apoyo de su familia, algo necesario en personas con gran dependencia como él. "Decidió antes a qué partido votar y allí cogimos las papeletas para que él viera lo que había que hacer, las metimos en el sobre, lo cerramos, y le dijimos ‘venga Javier, y ahora a votar", cuenta su padre. En todo momento, la persona de apoyo respeta la voluntad de la persona dependiente. "Él estos días está muy atento a la tele, a lo que dicen los distintos candidatos y un día antes le preguntaremos a quién quiere votar. Nos tiene que decir cuál es su opción, eso es lo que hace que las cosas en su caso no puedan ser todo lo privadas que a todo el mundo le gustaría, pero lo que él dice nosotros lo cumplimos escrupulosamente". Además, Javier prepara su voto a conciencia: "Le encanta. De hecho, se está tragando todo lo que dicen los políticos, en el buen sentido de la palabra".

En cuanto a adaptaciones, además de aceptar la figura del apoyo, Fernando pide tener en cuenta las diferentes situaciones que se pueden dar: "Puede haber momentos que alguno se ponga nervioso por lo que sea y la reacción llame la atención frente a terceros. A eso hay que acostumbrarse y para eso tienen que cambiar las prioridades y que no les hagan esperar". Por lo demás, el padre admite que no se encontraron con barreras arquitectónicas en el colegio electoral y que, en general, la gente da bastantes facilidades para que todas estas personas puedan ejercer su derecho al voto en igualdad de oportunidades que el resto.

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