No cabe un día mundial más. Esto es un agobio y ya no parece razonable que este circo ambulante de efemérides marque la agenda de algún que otro medio de comunicación y tenga la mínima influencia en nuestras vidas. Sin embargo, el tontico de los días mundiales sigue ahí, firme, estoico, dando la matraca con su noticia graciosa, curiosa o de grave denuncia social como si tuviera entre manos la información más interesante y fresca de la década.
Hoy se celebra el Día Mundial de la Bicicleta. Ayer, en Estados Unidos, fue el Día Mundial del Donut. Mañana es el Día Mundial de la fertilidad. Qué embarazoso. Una fiesta detrás de otra. Me he preguntado de dónde salen estas celebraciones y la respuesta es bastante divertida. En general, podemos decir que la institución responsable principal es la ONU.
Si tiene usted alguna causa importante que defender, no lo haga en el día mundial correspondiente, hágalo a diario y utilice el día mundial para descansar.
Ya existían los días internacionales antes, pero dice la ONU que los integró como un medio de promoción de problemas que necesitaban atención. Estos días señalados se eligen en la Asamblea General por medio de una resolución. Los días mundiales, por su parte, son una escala más baja y los proponen las agencias especializadas de la ONU, como, por ejemplo, la OMS. Podríamos soportar la historia si se acabara aquí, pero, como en las malas películas, aún falta por contar lo bueno.
Si les digo que hay días dedicados al infiel, a los calcetines perdidos, al hijo de en medio, al retrete, a leer a Tolkien o a hablar como un pirata y les pregunto cuál de ellos es oficial de la ONU, ¿Qué me dirían? Porque aquí está el problema. Hay muchos días mundiales e internacionales apócrifos. La ONU deja libres algunos días del calendario, sobre todo martes y jueves, pero hace tiempo que los calendarios están más que llenos de este tipo de onomásticas. ¿Qué está pasando?
Sencillo. Hemos permitido que cualquier empresa, humorista, viuda enfadada, enfermera heroica o personaje palizas vocacional tenga la potestad de crear un día mundial o internacional de lo que le dé la gana. Hay mucho tontico de los días mundiales dispuesto a jalearlo. Existe una mezcla espantosa entre la presumible buena intención de la ONU y la inercia torpe de los que quieren vender su moto. El resultado es un mensaje recalentado como las sobras de la cena del día anterior, una sensación de repetición constante y un hastío infinito que lleva irremediablemente a la insensibilidad de la audiencia. Si tiene usted alguna causa importante que defender, no lo haga en el día mundial correspondiente, hágalo a diario y utilice el día mundial para descansar. (El día mundial oficial de la ONU del párrafo anterior era el del retrete).
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